El que fue 15 veces campeón del mundo, Giacomo Agostini habla de su aventura, en el mundial de motociclismo, con el equipo de Varese.
El ex piloto, Giacomo Agostini, con 110 victorias en Grandes Premios, todo un honor académico. En toda carrera de motociclismo, el alumno modelo sería sin duda sería él, más aún en una hipotética especialización con la ‘MV Agusta’, él mismo sigue sorprendido de su gran éxito: “Yo fui el que propuso, sin imaginar que hubiésemos ganado tanto”, comenta al diario deportivo Motosprint.it.
Con las motos de Varese, Agostini alcanzó cifras estelares, inalcanzables para el resto de sus compañeros, incluso para aquellos como Valentino Rossi que ganó 115 GP pero ‘solo’ 56 de ellos con Yamaha. A los lomos de las MV, en cambio, Agostini ganó siete títulos mundiales y 62 GP en la categoría reina, además de seis Campeonatos del Mundo y 48 GP en 350. El total es de 110, número que simboliza el ‘cum laude’, la excelencia y los máximos honores.
El comienzo de Giacomo junto a la MV Agusta surgió de esta manera, así lo explica el 15 veces campeón del mundo: “Estuve compitiendo con el Morini, primero con el 175 y luego con el 250, con buenos resultados, quería seguir adelante y competir en el Campeonato del Mundo a tiempo completo (había corrido tres GP en dos años) pero Morini no estaba interesado. Sabiendo que MV estaba buscando un piloto italiano para desarrollar el 350, decidí proponerme”.
Cómo comenzó todo con la MV Agusta
El primer encuentro con el conde Domenico Agusta, dio mucho de sí, así lo comenta: “Tenía que estar con ellos a las cuatro y media de la tarde, llegué a las cuatro pero recién me recibió a las 10. Entré a la oficina y me dijo: ‘¿Quién eres?’. ‘Soy Agostini’ le respondí. ‘¿Y qué quieres?’ respondió. Estaba consternado, quizás pensé que me había equivocado de puerta: ‘Me gustaría correr con sus motos’. A lo que me dijo: ‘¿Eres capaz de correr?’ y entonces le respondí: ‘Tú me pruebas’”.
Llegó el día de la prueba, lo relata Agostini: “Al día siguiente en Monza, hizo que Arturo Magni reservara la pista. Cuando llegué al circuito, encontré los pines en la recta. Ya había ganado tres títulos italianos, cuesta arriba y en pista, y me encontraba haciendo gimnasia como 15 años antes. Le dije a Arturo que me invitó a cumplir con los deseos del Conde. Así que hice lo que me dijeron y luego fui a la oficina a firmar. Era solo un juego, quería entender mi carácter”.
Todo piloto recuerda la primera carrera del Campeonato del Mundo con su moto nueva, Giacomo relata la suya con la MV en 1965: “Fue en Nürburgring en 350, me presenté entre todos los grandes de la época, Mike Hailwood, Phil Read, Jim Redman, Bill Ivy, leí sobre sus hazañas pero no las conocía personalmente. Me peleé con Redman, pero luego empezó a lloviznar y logré ganar, por delante de Hailwood, ni me parecía real”.
Aunque fue el mes anterior, en Riccione, donde ya había ganado a su nuevo compañero de equipo, pero había que seguir destacando: “Exacto, me enfrentaba a un gran campeón pero al final logré adelantarme. Me dije a mí mismo ‘Woh’…”.
Sus rivales y palmarés
Sin duda, Hailwood fue su rival por el título de la categoría reina tanto en 1966 como en 1967, aunque logró prevalecer en ambas ocasiones. Agostini narra su desafío más difícil: “No uno, todos eran duros porque no había mucho para bromear con él. En ese momento, Honda era superior en términos de motor, MV tenía una ventaja en términos de chasis”.
Con tantas victorias bajo el brazo, Giacomo parece muy ligado a un fracaso: ‘el de 1967 en el Tourist Trophy’, él responde: “Una gran batalla, al borde de los segundos, lo di todo. Ganar a Hailwood en la Isla de Man no era para todos, ganó en todas las clases, desde 125 hasta Senior. Ya había ganado 11 veces la TT, nadie en ese momento había ganado tantas. Parecía estar cerca de lograrlo, había establecido el nuevo récord de vuelta a pesar de salir de pie y tenía unos segundos de ventaja, pero luego se rompió la cadena en Cregny-Baa. Volví a boxes llorando, pero esa noche Hailwood vino a buscarme y me llevó a una fiesta, nos divertimos“.
Tal vez existe una razón a ese fracaso, el ex piloto no duda en aclararlo: “Los fabricantes de la cadena dijeron que mi mecánico se había equivocado al tomar el paquete, que habían hecho un espécimen a mano especialmente, pero nunca he visto esta cadena. Magni, en cambio, negó, argumentó que la cadena no se había producido con toda la parafernalia, en fin, se derogó la culpa”.
De lo que si queda constancia es de la magnífica actuación en el Tourist Trophy, porque en 16 carreras obtuvo 10 victorias, dos segundos y un tercer puesto, además de tres abandonos. Así lo interpreta Agostini: “Solo uno por un accidente en 1965 en el Senior, cuesta arriba en Glen Helen. El asfalto estaba mojado y en ese punto también cayó Hailwood, pero logró reiniciar y ganar, mientras que mi MV ya no pudo continuar. Los otros dos retiros fueron por averías”.
Las relaciones en el equipo de MV Agusta
Por supuesto, hay que hablar de su relación con los mecánicos: “Éramos un equipo muy unido y nos amábamos, compartía placeres y cargas con ellos. Los respetaba y ellos hacían lo mismo, aunque yo fuera un grano en el culo, quería saberlo todo. Cuando llegué estaba cabreado, pregunté si todo estaba hecho y me miraron un poco así, era joven y eran una gran empresa. Pero un día en Módena se rompió la cadena porque se les había olvidado cerrarla, así que me acerqué a ellos y les dije: ‘No quiero hacer una observación, solo deciros que cuatro ojos ven mejor que dos’. A partir de ahí fue amor incondicional”.
Y la relación aún más importante, la que tenía por aquel entonces con el conde Domenico Agusta: “Él era el jefe, me gustan todos los demás el empleado, no había amistad, ponía a todos boquiabiertos. Recuerdo una vez que salí de Lovere, en la zona de Bérgamo, y fui al Departamento de Carreras para ver el trabajo en las motos. Llegó con el conductor y se dirigió a mí: ‘¿Qué haces aquí? Sal de aquí. ‘Caminé hacia la salida con lágrimas en los ojos y caminé hacia mi auto. Escuché la llegada de un auto detrás de él, bajó la ventanilla, era el Conde con el cobertor en las piernas: ‘¿A dónde vas? Vamos, vamos, bajen de las motos’. Vemos que se había arrepentido”.
Domenico Agusta no destacaba por su poder de negociación, al contrario, accedía a todo de una forma rápida, eso relata Giacomo: “Casi nulo su poder de negociación, el conde Mario me dijo: ‘Cuando vayas a Micuzzo -así lo llamaban en la familia- firmas, no discutas. Entonces pasa por mí que te dará la diferencia’. Pero también le pedí algo al Conde Domenico y así tuve dos aumentos, ¡uno para cada uno!”.
La moto perfecta para Giacomo
Agostini no duda en explicar cómo era su moto, su MV: “Quería la perfección, adaptándolo a las condiciones climáticas. Al tener frenos de tambor puse cinta delante de la toma de aire para evitar que entre agua. Lo aprendí en la piel, en las rectas entraba el agua y así en cuanto tocabas la palanca del freno se paraba. Así que comparándome con los mecánicos pensé en esta solución“.
Y para todo piloto hay una moto que gusta más y otra que gusta menos, Giacomo también tenía una MV favorita: “Seguramente la MV más popular es la 350 de tres cilindros, porque la probé yo mismo y la hice a mi medida. La menos popular es la de cuatro cilindros de 1972 y 1973 porque tenía muchos problemas. Defectos de pesadez del chasis y problemas de motor. No oculté nada, pero si dije blanco, Phil Read dijo rojo. Decidí no probarlo en Monza por considerarlo inútil, así que llegó Read pero a la hora y media se le rompió el motor y se fue”.
El ex piloto italiano corrió en 2 categorías, 350 y 500, si alguna vez pensó en correr en las tres carreras de un Gran Premio, aquí tenemos la respuesta: “Las dos clases me bastaron, ya estaba terminando el día con callos en las manos”.
Su adiós al motociclismo
Giacomo Agostini dijo adiós al mundial de motociclismo a finales de 1973, así lo relata: “Fue duro, estaba dejando a mi gran amor, pero si quería ganar tenía que cambiar, ir a las dos mitades que mejoraba cada año. Anteriormente me había negado porque todavía eran demasiado frágiles, pero luego resolvieron ese problema. Entendí que con el cuatro tiempos había pocas posibilidades de pelear en lo más alto, y MV no tenía planes de motor dos tiempos”.
Él comunicó su adiós, no como estamos actualmente acostumbrados, con una rueda de prensa, lo hizo de otra forma: “Escribí una carta al Conde Corrado, que reemplazó a su hermano Domenico, fallecido en 1971, una carta de agradecimiento en la que le explicaba el dolor que sentía, el sacrificio que estaba haciendo”.
La sorpresa de Agostini
Por sorpresa, tres años después, en 1976 volvió a las carreras y también a ganar con la MV, la moto de su último éxito en las 500: “Gané mi último GP en 500 a finales de agosto con una MV que corrí con uno de mis equipos, alternándolo con Suzuki, superando a Marco Lucchinelli justo en Nürburgring, donde había ganado mi primer GP mundial, el destino piensa. Aunque las dos pistas fueran diferentes: en 1965 corríamos en la de 7,7 km mientras que en 1976 estaba la versión de 22,8 km”.
En pocos años se notaría algún cambio en el motociclismo, Agostini notó más profesionalidad: “De todos modos, se había vuelto más profesional, sus trajes más coloridos y había trabajado mucho por la seguridad, pasando de los cascos bowl a los integrales, y finalmente hubo vías de escape. Por ejemplo, nos habíamos despedido del Tourist Trophy en 1972 tras el fatal accidente de mi amigo Gilberto Parlotti en 125”.
Para concluir, el italiano dedica unas palabras sobre lo que ha sido todo para él, la MV Agusta: “Es una marca única que ha dejado una huella imborrable en las competiciones. Grandes campeones, Surtees, Hailwood, Ubbiali, Agostini corrieron allí, ganando muchos Grandes Premios y Campeonatos del Mundo. Donde quiera que vayas, en el mundo, todos se emocionan cuando hablan de MV“.
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