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MOTOSAN | MOTOGP, MOTOCICLISMO Y COMPETICIÓN. "Life is Racing"

Antonio Jiménez: «No dejan decidir a los pilotos; ahora no son carreras, es un espectáculo”

2 Dic. 25 | 11:36
Foto: RRSS Aleix Espargaró

El técnico español desgrana la transformación interna de MotoGP y expone los desafíos del reglamento, la electrónica y la creciente profesionalización en los equipos.

La voz de la experiencia en el paddock vuelve a arrojar luz sobre cómo ha cambiado MotoGP por dentro. Antonio Jiménez Díaz, uno de los técnicos más respetados del campeonato tras décadas trabajando con figuras de primer nivel, ha ofrecido una radiografía minuciosa de la transformación técnica y humana en el Mundial. Sus declaraciones, en PecinoGP cuando cumplen tres años, no solo resiguen su extensa trayectoria, sino que desvelan dinámicas internas poco visibles para el aficionado.

Jiménez arrancó recordando sus orígenes profesionales, marcados por el trabajo artesanal en la vieja escuela, cuando la mecánica lo era casi todo y la electrónica apenas tenía peso. “Mi primer piloto fue Patrick Van den Berg”, explica. Aquella etapa fue determinante en su formación: “Cuando tenía 15 años… vivía en Bélgica en esa época, iba a Holanda a hacerle la moto. Una TZ dos y medio, porque él empezaba a correr en el campeonato holandés con 16 años”.

De raíces andaluzas pero criado en Bélgica, Jiménez recuerda que siempre tuvo claro que su sitio estaba en España. “Yo nací en Bélgica, viví en Bélgica de padres andaluces, inmigrantes y tal, pero la sangre me tiraba. Cuando tuve la oportunidad le decía a mi mujer: el día que tenga una oportunidad me voy para España. Y evidentemente llegó esa oportunidad de la mano de Antonio Cobas”.

«Los pilotos están de acuerdo, pero no les dejan decidir»

Su currículo, nutrido por una lista interminable de pilotos, es un mapa vivo de la historia del motociclismo moderno. “Empecé a trabajar para Aspar, Crivillé, Cardús, Romboni, Cadalora, Doohan, Checa… También he tenido pilotos como wildcard: Sete Gibernau, John Kocinski… Nakano, De Angelis, Melandri… Son muchos”. La versatilidad fue clave en su crecimiento: “Cuando trabajaba en las suspensiones de Showa también me enviaban a hacer carreras de 24 horas de Endurance… Había que atender a alguien y había que ir a Superbike o a Resistencia”.

Pero si algo define su discurso es su análisis frontal, preciso y sin adornos sobre el MotoGP actual. Una de sus reflexiones más potentes gira en torno al debate reglamentario y el peso del espectáculo sobre la competición pura. “Creo que los pilotos están bastante de acuerdo. Lo que pasa es que no les dejan decidir. Ahora no son carreras, es un espectáculo”. Su diagnóstico es claro: las salidas definen todo. “Tú si no sales en la primera, segunda fila no vas a ganar la carrera nunca. Entonces tienen que hacer algo”. Por eso no confía en una unión colectiva entre pilotos: “Esto de la asociación, el sindicato de los pilotos… no va a existir nunca jamás”.

Además, Jiménez profundiza en uno de los elementos más sensibles para un piloto: el puño del gas. “El puño del gas de MotoGP es como la horquilla. Puedes poner el recorrido que quieras, el juego que quieras”. El salto a la electrónica ha cambiado radicalmente la configuración: “Ahora el puño legal ya no es un cable, es un hilo con un conector. Desconectas, quitas y pones”. Pero el desafío no es técnico, sino sensorial. “El piloto quiere tener el feeling… a veces se tarda años en encontrar el feeling justo, el muelle, la fricción. A veces cuesta más poner el gas a punto que la suspensión”.

«Cada vez es más profesional»

En su análisis de la evolución estructural de los equipos, Jiménez retrata un ecosistema cada vez más tecnificado. Esto se está volviendo más profesional. En un equipo de MotoGP la estructura es piloto, jefe de mecánicos, el ingeniero de mapping y el ingeniero de performance, más un electrónico”. Este último tiene una función crítica: “Este solo controla todos los parámetros de la moto… si hay algo que no funciona, descarga los datos y revisa sensor por sensor”.

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El rol del performance ha tomado un protagonismo creciente, hasta convertirse en la antesala del jefe de mecánicos. “Los performance pasan a ser jefes de mecánicos. Son electrónicos, ahora son los que suben”. Y advierte a los jóvenes: la curva de entrada es más exigente que nunca. “Lo primero que tienen que tener es una formación mucho mayor. Un mecánico ahora para ser jefe de equipo ya no sirve”.

Pese a su amplia experiencia, Jiménez reconoce que el ecosistema actual exige una adaptación constante: “En los últimos años me he tenido que esforzar un montón para mantenerme ahí, porque es difícil… dependo mucho de otras personas que están a mi lado, que son gente muy preparada”.

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