El ex campeón del mundo, Jorge Martínez Aspar, concede su entrevista más personal al diario “Las Provincias”, en la que rememora cómo fue su paso por la máxima competición y a qué cosas ha tenido y tiene que renunciar por su pasión.
Jorge Martínez Aspar es uno de los muchos trabajadores del paddock que se ha visto obligado a pasar más tiempo del habitual en casa. Dos meses de confinamiento le han servido el ex campeón del mundo para pasar más tiempo con su familia, a la espera de conocer una fecha de vuelta al trabajo. Ahora, la cuenta atrás ha comenzado y el español se prepara para volver a la acción de los circuitos y los viajes, muy limitados para asegurar la salud de todo el personal del Mundial de MotoGP.
Aspar ha concedido recientemente una entrevista exclusiva al diario “Las Provincias”, una de las más personales y especiales, ya que su mujer, Amparo, le acompaña entre las líneas. El ex campeón pudo rememorar lo duro que fue poder llegar hasta la cima y cómo trabajó de duro para poder dedicarse a su pasión: el motociclismo. Algo por lo que siempre se ha sentido muy agradecido.“Yo siempre digo que soy afortunado porque he hecho de mi hobby mi vida. Y eso tiene una cosa buena y otra mala; la primera, que no tienes ni días ni noches, porque la empresa no es mi negocio, es mi vida. Durante muchos años mi prioridad número uno han sido los resultados deportivos, que luego traen los económicos”, explicaba Aspar.
“Afortunadamente sigo teniendo la misma pasión e ilusión”
Y para ello siempre ha tenido al lado a su mejor compañera, su mujer. “No era muy motera… -«¡nada!», le interrumpe, riendo, Aspar-, pero sabía más o menos dónde me metía. Sacrifiqué parte de mi vida profesional por ello, porque al estar con una persona que viaja tantísimo tenía que dedicarme a la familia. Quizás es lo que más me ha costado de sobrellevar. Por lo demás, somos como un equipo, me siento muy valorada por él y he llevado bien esta vida porque no soy muy dependiente de mi pareja. Quizás porque tuve una relación anterior, fui madre joven y estuve mucho tiempo sola con mi hija”, comentaba Amparo.“Vamos a cumplir diecisiete años juntos y en este tiempo nos hemos dado cuenta de que tenemos unos valores muy parecidos”, añadía Aspar.
“Cuando estás tantos días fuera es normal perderse cosas, sobre todo de la infancia de mis hijas, pero se trata de ponerlo todo en la balanza, porque llevo 41 años en la profesión y afortunadamente sigo teniendo la misma pasión e ilusión”, comenta como padre de dos hijas y recuerda como fueron sus comienzos: “Cuando yo empecé me daba lo mismo comer, que dormir, si tenía que hacerlo en el suelo no me importaba, lo único que quería era correr, estar encima de la moto. Me daba igual el dinero, en contra de lo que me decían mis padres y en contra de todo. Es cierto que entonces era un deporte mucho más peligroso, corríamos por los pueblos, por los polígonos, sin protección. Afortunadamente hoy en motociclismo han cambiado mucho las cosas”.
“A los catorce años dejé el colegio para trabajar”
Una pasión que llevó incluso en contra de lo que sus padres le decían: “Mis padres nunca quisieron venir a verme correr. Y mi madre decía: «hijo mío, no corras». Yo le contestaba: «mamá, díselo a los otros, si ellos corren menos yo corro menos, pero lo que quiero es ganar»”, comenta entre risas.
“Vengo de una familia humilde, sin estudios, porque dejé el colegio a los catorce años para irme a trabajar a una fábrica de envases de naranjas. Mi objetivo era tener dinero para poder comprarme mi primera moto para correr. Y yo creo que es muy bonito, de vez en cuando, una mirada atrás. Ver de dónde vienes, quién eres, saber dónde estás y adonde quieres ir, así no pierdes la perspectiva”, comentaba Aspar sobre su pasado.
“Hace dos o tres años, en Malasia, en una reunión importante con una persona importante, le comentaba que me había fallado un patrocinador, que el equipo, que tal… y me dice: «Jorge, ¿quién te hubiese dicho a ti cuando empezaste con la ‘Streaker’ que llegarías a tener un campeonato del mundo, que hubieses sido once veces campeón? No te quejes». Hay que quejarse para solucionar los problemas, claro, pero también tener los pies en el suelo para saber lo que has luchado”, añadía.
“Nieto me enseñó mucho, también me hacía putadas”
Aspar recordó también la figura de uno de sus mejores amigos y rivales, Ángel Nieto: “Me enseñó mucho, también me hacía putadas; había mucha competitividad pero luego nos hicimos muy amigos. Ángel era de las personas más pillas, más pícaras y más listas que he conocido en mi vida. Un crack. Sentí mucho su muerte”.
A pesar de ser fiel a las motos, Aspar también pudo vivir de cerca el automovilismo, incluso dentro de la Fórmula 1, un paddock al que no llegó a adaptarse. “Las motos son mi mundo, por mi cabeza nunca pasó hacer otra cosa que no fueran las motos. En la Fórmula 1 hubo una etapa muy bonita, la de traer el campeonato, de construir un circuito increíble, dar una imagen impresionante. Pero el final de aquello fue penoso”, explicaba. “Me parecía injusto y me lo sigue pareciendo, y me encantaría que algún político y algún medio de comunicación pidiese perdón: hablaban y decían cosas completamente injustas, porque lo único que hicimos nosotros fue dejarnos la piel”, comentaba sobre el caso Valmor que tanta polémica trajo.
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