
Suppo aborda abiertamente el futuro del campeonato
Livio Suppo no suele morderse la lengua y, cuando habla del futuro del Mundial, lo hace desde la experiencia de alguien que ha visto pasar varias eras del paddock. En pleno debate sobre el impacto real de Liberty Media en MotoGP y sobre el rumbo de las categorías pequeñas, el veterano directivo italiano dibuja para GPONE, un diagnóstico claro: más que pensar en visibilidad o en grandes revoluciones estéticas, el campeonato necesita sostenibilidad, coherencia y una visión a largo plazo.
Liberty Media y un cambio que aún no se percibe
Para muchos, 2026 debería ser el año en el que Liberty Media empiece a dejar su huella en MotoGP. Sin embargo, desde dentro del paddock, la sensación es muy distinta. “Compraron la casa, pero aún no se han mudado”, bromea Suppo, dejando claro que, por ahora, los cambios estructurales no se han materializado. La adquisición se cerró hace meses, pero el campeonato sigue funcionando bajo lógicas muy similares a las de siempre. En ese contexto, el italiano cree que el foco debería ponerse menos en los grandes anuncios y más en resolver problemas de base que arrastra el Mundial, especialmente en Moto3 y Moto2.
Moto3, Moto2 y la necesidad de reducir costes
El rediseño de Moto3 y los rumores sobre un motor único a partir de 2027 —con la Yamaha R7 como base— generan dudas en Suppo. No se posiciona frontalmente en contra, pero sí reclama una reflexión más profunda. Para él, el concepto ideal no es solo un monomotor, sino incluso una “monomoto”, una solución que permitiría reducir costes y, sobre todo, crear un vínculo real entre los campeonatos nacionales, europeos y el Mundial. Hoy, ese camino está roto: “Hasta que no volvamos a competir en campeonatos nacionales con las mismas motos que en el Mundial, será difícil preparar a los pilotos más jóvenes”.
Suppo pone ejemplos concretos desde su propia experiencia en Italtrans. Apostar por pilotos procedentes del Europeo de Moto2 es casi una lotería, porque la diferencia de nivel con el Mundial es demasiado grande. Por eso insiste en que el sistema actual no facilita la transición ni el desarrollo real del talento. Incluso plantea una idea radical: repartir Moto3 y Moto2 entre distintos fabricantes de chasis para frenar la escalada de costes, ya que la competencia técnica entre Kalex y Boscoscuro apenas interesa al público, pero obliga a los equipos a gastar cada vez más.
Visibilidad, pilotos y un modelo que no se sostiene
Uno de los puntos más críticos de su análisis tiene que ver con la visibilidad de las categorías pequeñas. Para Suppo, el error es pensar que Moto2 y Moto3 pueden aspirar a un protagonismo mediático similar al de MotoGP. “Lo que necesitamos no es más visibilidad, sino que estas categorías sean más sostenibles”, afirma. Con presupuestos que rondan los tres millones de euros en Moto2 y ayudas muy limitadas por parte de la IRTA, el modelo actual obliga a muchos pilotos a poner dinero para correr, algo que considera insostenible a largo plazo.
El italiano mira hacia la Fórmula 1 como ejemplo: F2 y F3 son campeonatos monomarca, donde la atención se centra en los pilotos y no en la ingeniería. Así se construyen figuras reconocibles antes de llegar a la élite. En MotoGP, en cambio, se invierte mucho dinero solo en competir, sin una estructura clara que proteja a equipos y jóvenes talentos. Casos como el de Diogo Moreira, desarrollado por Italtrans y luego perdido por el equipo, refuerzan su argumento.
Menos carreras y una visión de futuro
Otro punto clave es el calendario. Suppo no duda en afirmar que 22 carreras son excesivas para Moto2 y Moto3. «Absolutamente No tiene sentido correr 22 carreras con los equipos de Moto2 y Moto3 porque la logística -hablo de viajes, hoteles, etc. – Impacta el presupuesto de una manera monstruosa, estamos hablando de más de 700 mil euros al año. Las carreras no europeas han aumentado y también los costos de los vuelos. Para él, reducir el número de grandes premios sería un paso lógico y necesario.
En el fondo, su mensaje es claro: MotoGP sigue siendo el centro del espectáculo, pero no ha dado el salto definitivo para convertirse en un fenómeno global comparable a la Fórmula 1. Las categorías inferiores deberían formar parte de una estrategia común, pensada para desarrollar pilotos, diversificar nacionalidades y asegurar el futuro del campeonato. “Seguimos viviendo el presente pensando en el pasado y sin una visión clara de lo que se necesitaría para que el futuro fuera diferente”, concluye Suppo, dejando una reflexión incómoda, pero difícil de ignorar.
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