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El de cuando todos supieron quién era Kevin Schwantz

14 Ago. 22 | 18:30
schwantz gardner

Empezaba una temporada de 1988 muy importante para Kevin Schwantz ya que por primera vez iba a realizar el campeonato del mundo de 500cc al completo.

Suzuki había confiado en Schwantz como piloto número 1 y de nuevo participaría en el campeonato de forma oficial, tras varios años en decadencia desde el título de 1982 de Franco Uncini con el Team Gallina. Con un patrocinador de nivel, Pepsi, cuya estética nos traería una de las motos más bonitas que aún a día de hoy muchos aficionados recuerdan.

El director de equipo sería Masaru Itoh, un hombre importante en Suzuki Japón. Su compañero de equipo sería el piloto británico Rob McElnea. Privado durante muchos años, había dado el salto temporadas anteriores como compañero de Lawson en el Yamaha Agostini. Se presentaba como un ideal “número dos” para Kevin. Con experiencia, perfecto para desarrollar la moto pero sin entrar en duelos directos contra el elegido por Suzuki, Schwantz.

Lógicamente y pese a haber maravillado en sus “wild card” años anteriores, Schwantz no estaba entre los favoritos. Honda luciría aquella temporada el dorsal número 1 en la NSR 500cc del campeón de 1987, “cocodrilo” Wayne Gardner. La recordada, aunque no con cariño, Honda “Tiburón” que tantos quebraderos de puesta a punto le traería.

Freddie Spencer había anunciado la definitiva retirada. Dos años con importantes problemas físicos en sus antebrazos que nunca pudieron resolverse y, que no le permitieron volver a ser ese piloto de otro mundo imbatible. Sufrió el primer grave caso de síndrome compartimental que se recuerda. Algo tan habitual como sencillo de resolver hoy en día entre los pilotos de MotoGP.

Desafortunadamente, en los ’80 la medicina no sabía como solucionarlo y tras conseguir el doblete en 1985 de 250cc y 500cc, único caso en la historia, a sus 23 años ya no volvería a pisar el podio. Randy Mamola, piloto Yamaha Roberts que durante dos temporadas había rozado el título, aceptó una importante oferta de Claudio Castiglioni para firmar por la mítica Cagiva por tres temporadas.

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Una moto europea que quería desafiar a las poderosas japonesas, aunque muy lejos aún tecnológicamente. El cuatro veces subcampeón de 500cc, se caía de la lista de los candidatos al título. Junto a Gardner, había otro claro candidato, el número 1 de Yamaha Eddie Lawson, por aquellos entonces bicampeón de 500cc y enrolado en el equipo Agostini.

Además, la marca de los diapasones estrenaba una nueva moto, la mítica YZR que durante tantos años estaría en lo más alto. Más potente, aunque no tanto como una Honda, pero con un chasis de dulce. Un viejo conocido de Schwantz también haría su primera temporada completa en 500cc, hablamos de Wayne Rainey.

El californiano había hecho completo el año 1984 en 250cc con Roberts, sin mucha suerte acabando en octava posición. Decidió volver a Estados Unidos y ahora de la mano del mismo “jefe” volvía pero esta vez con Yamaha y el título del AMA Superbike bajo el brazo, que le había arrebatado a Schwantz el año anterior. Todo estaba dispuesto para un campeonato emocionante en la que a los campeones consagrados, se le uniría una nueva generación de talentos para iluminar una época dorada de nuestro deporte y que aún a día de hoy muchos añoramos.

Aunque antes de viajar hasta Japón para comenzar, Schwantz tenía una cuenta pendiente en Estados Unidos. Kevin lució su Suzuki con el dorsal 34 en las 200 millas de Daytona, para conseguir al fin la victoria en la mítica prueba. Tras años rozando el triunfo en la máxima categoría, esta vez lo consiguió.

No fue coser y cantar ya que en entrenamientos se cayó y sufrió una fractura en su brazo. Una lesión que no le impidió tomar parte en carrera, enfrentarse a Doug Polen y acabar arriba. Tras no haber podido conseguir el título en el AMA Superbike en 1987, era la forma ideal de despedirse y centrarse totalmente en el Mundial de 500cc.

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Schwantz volaba a Japón lleno de ilusiones en la primera prueba. ¿Qué sería capaz de hacer ahora que estaría “full time” volcado en los Grandes Premios? Suzuka, propiedad de Honda, era un circuito que conocía y que le gustaba. Tras más de 20 años sin carreras en el país del sol naciente, volvió al calendario la temporada pasada en un fin de semana pasado por agua. Parecía que la película se repetiría. Jueves, viernes y sábado, durante los entrenamientos, llovió sin parar.

A pesar de todo, se estaba expectante por las novedades técnicas y de pilotos. A simple vista se podía comprobar que Gardner tendría que ser aún más salvaje para domar la nueva Honda NSR “Tiburón”, un error sistemático de la marca del “Ala Dorada” al crear motores demasiado potentes. Algo que hoy en día hemos visto alguna vez en MotoGP.

A Schwantz no le asustaba montar con la pista mojada, incluso se lo tomaba de buena gana. No dejó pasar la oportunidad de meterse en primera fila con el tercer mejor tiempo. “¿Quién es Kevin Schwantz”? Se preguntaban muchos todavía. Llegó el domingo y para alegría de los pilotos y aficionados, las nubes se habían marchado y en Suzuka amanecía un radiante día de carreras.

Tras meses de largo invierno, se encendía el semáforo verde y empezaba la carrera. Como declaración de intenciones de lo que serían sus salidas, Wayne Rainey, que partía en segunda fila llegaba en cabeza a la primera curva para sorpresa de todos. Antes de terminar la primera vuelta, Schwantz ya había adelantado a su gran rival la temporada pasada en el AMA Superbike y empezaba a tirar para escaparse.

Rainey cometió un error en la chicane y se vio adelantado por Gardner, Sarron y el piloto invitado japonés Itoh. Los pilotos más rápidos en entrenamientos, Taira y Lawson, realizaron una malísima salida y empezaban a remontar. En la segunda fila, el actual campeón Gardner, piloto Honda corriendo en el circuito de casa empezó a forzar para atrapar al “larguilucho de blanco” que con Suzuki había cogido a todos desprevenidos.

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Su estilo de pilotaje recordaba un poco al gran Freddie Spencer como Valentín Requena comentaba aquella madrugada en la retransmisión de TVE. Tras cuatro vueltas, Eddie Lawson ya estaba en quinta posición, mientras Itoh y Sarron se descolgaban poco a poco de la lucha por la victoria. Gardner había cazado a Schwantz, adelantándolo a final de recta con la intención de mostrar sus galones, pero Kevin se la devolvió antes de acabar esa vuelta.

Se veía como en las rectas la Honda era superior pero Suzuki se mostraba muy competente en curva y frenada, habían conseguido una moto competitiva. ¿O la hacía correr Kevin? Al finalizar aquella carrera, la segunda Suzuki acabó en 15ª posición. La carrera ya era cosa de dos. El consagrado campeón con Honda, Wayne Gardner, contra el sorprendente “rookie” con Suzuki, Kevin Schwantz.

Por detrás, Lawson dio cuenta de Sarron e Itoh, colocándose en una sólida tercera posición aunque por ritmo ya sin opciones de conectar con los líderes. “Steady” Eddie sabía que empezar en el podio era un buen resultado y no arriesgaría más de la cuenta. Gardner se afianzó en cabeza a mitad de carrera y Schwantz le siguió a estela, dejando pasar unas vueltas, estaba corriendo como un experto a sus 23 años, sin perder el rebufo en ningún momento.

Se sentía seguro, en las curvas incluso se echaba encima de Gardner y tenía que frenar para no contactar con la rueda trasera de su rival. Como él mismo reconoció después, estaba tranquilo e incluso no pensaba en ganar porque se suponía que el tipo con el número 1 en su moto era el que debía ganar.

A falta de 10 vueltas para el final y pese a saber que el segundo lugar sería un gran éxito, Kevin decidió apostar fuerte. Viendo como Gardner se peleaba con su Honda donde su rueda delantera se levantaba al salir de cada ángulo, Schwantz decidió pasar al ataque poniéndose en cabeza. Llegaron los doblados y ambos pilotos pasaban por donde podía.

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Hay mucha diferencia entre los pilotos con vuelta perdida hace 30 años. Ahora en el 99% de los casos se apartan y no molestan en exceso, cuando antes el 99% de las veces se convertían en “chicanes móviles”. Eddie Lawson dijo una vez “Hay doblados rodando 10 segundos más lentos que yo, parece que no saben a dónde van y yo no tengo ni idea de lo que van a hacer en las curvas”. En aquella época ser hábil con los pilotos doblados era un factor clave si te estabas jugando algo importante.

Schwantz forzaba, pero Gardner no tiraba la toalla. Su honor estaba en juego. En el circuito de casa de Honda, luciendo el dorsal número 1 en el frontal de su NSR y ese carácter luchador, no le permitía abandonar ante un “rookie” con el dorsal 34. El neumático le rebotaba, ya no estaba para muchas alegrías.

Al comienzo de la última vuelta, Schwantz estaba medio segundo por delante de su rival ya que había hecho la “vuelta rápida” justo en ese giro. Gardner no tiró la toalla pero un trallazo en la bajada antes del último parcial le hizo salirse de pista. Afortunadamente tras un trozo de césped, encontró asfalto y pudo volver a pista en segunda posición.

Todas las miradas, todos los focos estaban sobre Kevin Schwantz que enfilaba la chicane antes de entrar en meta como ganador del Gran Premio de Japón. Era un sueño hecho realidad, se volvió loco levantando los brazos de forma efusiva mientras se dirigía a la grada. Inolvidable su celebración de pie sobre los reposapiés de su moto y con los dos brazos en alto. Lo había logrado, había ganado la primera carrera del Mundial de 500cc y aún no podía creerlo.

Gardner con máximo respeto, llegó hasta él en la vuelta de honor pero no lo adelantó, le siguió y fue saludando al público¡Y cómo no! Un caballito de Kevin antes de llegar a la chicane. Fue ovacionado por todo el público del circuito. En el podio lloró de emoción al escuchar el himno de los Estados Unidos. Había logrado su primer sueño y ya todo el mundo del motociclismo conocía a Kevin Schwantz.

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