
Año 1988. Llegábamos al Gran Premio de Francia en el circuito de Paul Ricard. Un trazado cuya característica más llamativa era la “Mistral Straight”, una recta de casi dos kilómetros de largo en la cual las salvajes 500cc podían sacar lo máximo de su motor a lo largo de más de 20 segundos.
Un monstruo salvaje que sólo el que lo ha vivido sabe lo que significa. Lawson, el líder, llegaba aún mermado del hombro pero con más garantías para estar arriba, no en vano clasificó tercero en entrenamientos. Su rival, Gardner, se las tenía muy felices tras acercarse en el campeonato y llegar a un circuito donde la velocidad punta sería clave. Ahí su Honda era la más fuerte.
Consiguió el segundo mejor tiempo en entrenamientos pero aspiraba a lo máximo. La pole fue para el piloto local, Christian Sarron, que tal vez disfrutaba del mejor momento de su carrera deportiva en 500cc. ¡Era su quinta pole consecutiva! Corría en casa y al fin quería traducirla en victoria. Pintaba bien el domingo y la carrera no defraudaría.
Sería clave para el devenir del campeonato, una de las más movidas y emocionantes de los últimos años y en la que Schwantz, sin que nadie lo esperase, sería protagonista pese a las circunstancias. El domingo hacía un tiempo radiante pero no muy caluroso, condiciones ideales para la carrera. Mamola estaba con la moral muy arriba tras su podio en Spa y su cuarta posición en Rijeka, donde había vencido a Magee con la moto que él llevó el año anterior.
Al ocupar su posición en primera fila con la Cagiva antes de empezar lo serio, hizo un caballito invertido al parar su moto. Sobra decir que el público enloquecía con estas cosas que Randy les brindaba. ¡Semáforo verde y Schwantz hizo una de las mejores salidas que recuerde! Pese a salir décimo llega la primera curva está segundo a rueda de Mackenzie, mientras que Lawson vuelve a repetir malos vicios quedándose muy rezagado.
La primera vez en la “Recta Mistral” fue representativo de lo que sería la carrera. Gardner abre “el grifo” de su potente Honda NSR y se pone en cabeza. Schwantz pelea la apurada de valientes a final de recta para adelantar a Mackenzie en Signes para antes de terminar la vuelta ponerse en cabeza y hacer un gesto con el brazo a sus rivales… ¡Había allí un lío impresionante!
Tras él estaban Sarron, Rainey, Magee, Gardner, De Radigues, Mackenzie y Lawson que cerraba el grupo. El compañero de equipo de Kevin en Suzuki, Rob McElnea, marchaba en el segundo grupo. Durante toda la temporada no se acercó al nivel esperado pese a su experiencia. Sarron pasaba a encabezar la prueba y el público francés aullaba disfrutando con su compatriota. Quería probar escaparse para ganar en casa, pero tuvo un susto acelerando para entrar en la recta Mistral y se vio superado por Gardner, que soltaba sin disimulo toda su caballería.
De inmediato, Sarron hacía un precioso interior en Beausset por trazada al australiano para comandar de nuevo. Estaba inspirado, había hecho la pole y corría en casa. ¿Sería capaz de volver a ganar un Gran Premio frente a la tropa de americanos y australianos que dominaban por entonces la categoría? Mientras tanto Schwantz se había estabilizado en una meritoria tercera posición dentro del compacto grupo de unos ocho/diez pilotos. Una circunstancia extraña en 500cc con tantos opositores en cabeza.
En las siguientes vueltas la historia se repetiría. Gardner se ponía delante en la larga recta, mientras que el francés Sarron le hacía preciosos adelantamientos en la zona mixta para recuperar el liderato. El grupo detrás empezaba a quedar reservado sólo para los mejores. Schwantz aprovechaba el rebufo en la recta para mantenerse tercero, con Rainey cuarto y el líder del campeonato, Lawson que había perdido tiempo adelantando, ya estaba en quinta posición aunque a algo más de un segundo del grupo.
Era un momento clave para el campeonato ya que si terminaba así y a falta de cuatro carreras, Gardner se pondría a 11 puntos de Lawson y todo podría pasar. El norteamericano tiró de cabeza fría y no se obsesionó con la distancia, empezando a recuperar poco a poco. Rainey hizo de puente al perder un poco la rueda de Schwantz, facilitando un poco la labor en este circuito donde el rebufo es tan importante a la hora de formar los grupos.
Schwantz parecía tranquilo en la tercera posición y lo cierto era que no se le podía pedir más. Una vez más demostraba que estaba hecho de una pasta especial. Convaleciente de una reciente operación y con una Suzuki que no tenía velocidad punta. En la vuelta siete intentó atacar en la recta Mistral a Sarron una vez, con Gardner y Honda ni soñaba en probar, y vio como debía volver a meterse a rueda del de Yamaha porque adelantar por potencia sería misión imposible.
Para entonces Lawson había dado cuenta de Rainey, que tenía problemas con sus Dunlop, y se iba en pos de los líderes. El líder del campeonato hacía gala de su solidez, llegando al grupo en la vuelta nueve de las veintiuna previstas. Si había sido emocionante lo vivido, ahora veríamos un duelo entre los favoritos al título, Lawson y Gardner, más el piloto local Sarron y el imprevisible Schwantz. El menú hacía la boca agua con cuatro fieras donde una se quedaría fuera del podio y donde el título estaba en juego.
Lawson, nada más llegar pasó al ataque poniéndose segundo a rueda de Gardner al final de la recta Mistral, pero entonces el circuito entero iba a gritar de emoción. Sarron trazaba mucho mejor Beausset, pasando de una tacada del tercer al primer lugar en una acción tan acertada como valiente. Estábamos viendo motociclismo de muchos quilates.
Schwantz a duras penas podía aguantar el rebufo de sus rivales en la recta, pero sacaba lo mejor de sí en la parte técnica del trazado. Alternaba tercera y cuarta posición con Lawson y Sarron, mientras que Gardner siempre estaba segundo o primero. Nada mal para un «rookie» en sus circunstancias.
Aparecieron los «doblados» un poco antes de llegar a la mitad de la prueba, un factor que sería importante. Cuando ves vídeos antiguos de esta época, una de las cosas que te llama la atención es esta. ¿Cómo había tantos pilotos lentos en pista? ¿Por qué no se apartaban pese a las banderas azules? Así era la vida antes.
Hoy en día si un doblado perjudica a los líderes, es crucificado a críticas y sancionado por Dirección de Carrera. Antes lo raro era que un doblado no te hiciera perder tiempo… ¡Si eso pasaba es que tú no estabas rodando suficientemente rápido para doblar a los más lentos! Lawson y Gardner empezaban el duelo personal, con Sarron y Schwantz expectantes. El francés parecía respetar al número 1 de Yamaha pese a no ser compañeros de equipo.
Lawson hace un magnífico exterior al australiano tras la recta mistral y ambos rozan sus carenados. Poco después volvería a la tercera posición al ser adelantado por Gardner y Sarron. Tanto Lawson como Schwantz estaban a un altísimo nivel pese a sus limitaciones físicas. El #34, al ser el último del grupo, se vio perjudicado por un doblado perdiendo algo de tiempo.
Había una máxima por entonces, cuando llegaban los pilotos con vuelta perdida, había que intentar ir primero ya que los que marchaban a rueda solían perder terreno. Schwantz lo estaba sufriendo a falta de cinco vueltas del final de este enorme espectáculo. Debía hacer un esfuerzo si quería volver al grupo de cabeza y pisar el cajón. ¿Acaso el cuarto lugar no sería bueno para un debutante convaleciente?
El 34 no sabía que era conformarse y se aferraba luchando con su moto en cada salida de curva para acelerar antes que sus rivales. Si una moto es más lenta en recta sólo tienes una opción para recuperar, ser más rápido en las apuradas de frenada y en las curvas, donde más riesgos se toman. La Yamaha de Lawson, aparte de tener un chasis maravilloso, era capaz de enseñarle los dientes a Gardner y Honda en las rectas.
Schwantz parecía ir un poco “colgado” pero los otros tres podían optar a la victoria. Los doblados seguían interfiriendo y esta vez lo harían de forma definitiva. Al llegar a un grupo de ellos, Gardner pudo entrar pero Lawson forzó para intentar no perder rueda, chocando con Manfred Fischer. Quedaban tres vueltas para el final y el australiano había sacado unos metros importantes con Lawson, Sarron y Schwantz. Parecía imposible de recuperar.
Schwantz perdía más de medio segundo respecto a sus rivales pese a salir a rebufo en la recta Mistral. Sarron hizo un intento de ponerse segundo adelantando a Lawson, ambos pilotos Yamaha, pero el americano no le dejó y le hizo un gesto con la mano. Última vuelta, la victoria parecía decidida a favor de Gardner. Schwantz en un gran esfuerzo había conseguido engancharse de nuevo, ya le conocéis, después de una carrera así se negaba a quedarse fuera del cajón.
Por última vez todos pasaban por la recta Mistral con el líder escapado un par de segundos y por detrás el podio en juego. ¿Conseguiría Schwantz la proeza tras el esfuerzo? Mientras que contemplábamos el desenlace saltó la sorpresa… ¡Wayne Gardner había gripado! El líder veía como su moto decía basta y sus rivales le adelantaban. No merecía este final. Quedaban apenas cinco curvas y Sarron estaba a rebufo de Lawson.
El francés tenía una oportunidad de oro para ganar en casa pero para ello debía atacar al número 1 de su marca, y líder del campeonato, Lawson. Decidió no hacerlo como él mismo reconoció después. Lawson agradeció el gesto y seguro que Yamaha también. Ahora, más de treinta años después pienso que perdió su gran oportunidad ya que nunca volvió a ganar y de haberlo hecho en casa hubiese sido muy especial para Sarron y su público.
¡Kevin Schwantz lo había logrado! Entraba tercero en meta con un caballito, levantado después los brazos de forma expresiva. Había recibido el premio a no rendirse pese a los bueyes que tenía para arar. Su vida deportiva siempre había sido así y por carreras como esta se convirtió en leyenda. Gardner consiguió llevar la Honda a meta a duras penas, para acabar cuarto.
Como él mismo reconoció después, el título estaba perdido aunque no por su culpa. “Pedí ayuda a Honda pero me mandaron un motor que gripa cilindros y revienta cambios”. Paul Ricard había supuesto un día inolvidable, con un resultado importante para proclamar el campeón de 1988. Fue una gran despedida de la recta “Mistral” original de casi dos kilómetros, donde los motores de 500cc nunca volverían a rugir.
¿Te SUSCRIBES GRATIS a Motosan.es en la campana ?? ¡SIGUE HACIA ABAJO para ver las ÚLTIMAS NOTICIAS!