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Lorenzo, el perfecto revulsivo para Dovizioso

16 Dic. 18 | 19:00

Analizamos la evolución de Andrea Dovizioso en MotoGP, con un crecimiento sustancial cuando ha compartido box con un piloto campeón de la categoría reina como Jorge Lorenzo.

Muchos factores influyen en la trayectoria deportiva de un piloto de MotoGP: su talento, su fortaleza física y mental, su capacidad de trabajar, la correcta elección de contratos en motos competitivas y sí, también, los rivales con los que compite. En ocasiones, la coexistencia con ellos. Y de todos ellos, este último es el que le ha cambiado la vida a Andrea Dovizioso.

Al igual que en la Fórmula 1, por establecer una comparación, Nico Rosberg consiguió ser campeón del mundo al estar extramotivado por derrotar a Lewis Hamilton dentro del equipo Mercedes, el fichaje de Jorge Lorenzo por Ducati a finales de 2016 extrajo la mejor versión de Andrea Dovizioso. Una versión valiente, agresiva y estratégica fuera de la pista, algo que el piloto de Forli no había experimentado antes de la llegada de Lorenzo al equipo italiano.

Desde su época adolescente, Dovizioso estuvo predestinado a lograr grandes cosas en la categoría reina. Ganó un Mundial de 125cc en una temporada en la que competía contra otros grandes como Lorenzo, Stoner, Bautista o Simoncelli, y fue el único rival de Lorenzo en los dos años de extraordinario dominio del piloto mallorquín en 250cc.

Eso le valió la confianza de Honda, que le ofreció un contrato de fábrica -aunque pasando por un año en un equipo satélite previamente- en su año de debut. De esta forma, la marca del ala dorada se aseguraba, con Pedrosa y Dovizioso, una alineación de mucho futuro y recorrido -ambos tenían, a principios de 2009, 23 y 22 años respectivamente-. Pero el rendimiento de Dovizioso en Honda no fue el esperado: estuvo tres años y sólo logró una victoria, la de Donington’2009, en una carrera en la que cayeron Rossi y Lorenzo, los dos dominadores de aquel año. Además, Andrea estuvo lejos, en su tiempo en Honda, de la velocidad de Stoner -con quien también compartió equipo en 2011- y la meticulosa regularidad de Pedrosa.

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Pedrosa y Dovizioso, durante su etapa de compañeros en Honda. Foto: Honda

Este fracaso le obligó a emigrar. A buscar otro hogar en el que, sintiéndose más querido, intentar ser campeón. Lo intentó en Yamaha, llevando una satélite en 2012 con la esperanza de ser el elegido para estar en el equipo oficial al año siguiente, pero Yamaha prefirió a Rossi, pese a tener ya 34 años y venir de dos años malos en Ducati. Así pues, Dovizioso firmó precisamente por la marca de Borgo Panigale, para aspirar a aquello a lo que Rossi no estuvo ni siquiera cerca de conseguir: ser el sucesor de Casey Stoner y darle a Ducati otro título en MotoGP.

Evolución temporada a temporada

La Ducati que se encontró Dovizioso en 2013 estaba en la línea de la que dejó Rossi: perdida, sin rumbo. Cerró su primer año de rojo sin subir al podio, pero con una gran noticia al final del curso: la llegada de Dall’Igna como team mánager. Y desde entonces, cada temporada de la marca italiana -y de Dovizioso- ha ido a mejor: dos podios en 2014, cinco en 2015. Hasta el momento decisivo: 2016. A principios de temporada, en abril, Lorenzo decide no renovar con Yamaha y Ducati lo aprovecha para anunciar el fichaje del balear.

En ese momento, Dall’Igna y la cúpula deportiva de Ducati debe decidir: apostar por Iannone, el joven y díscolo talento,para acompañar a Lorenzo; o la experiencia y el conocimiento de la Desmocedici de Dovizioso, pese a que el ya veterano italiano -30 años en aquel entonces- llevaba casi siete temporadas sin sumar una sola victoria. Una losa terrible. Ducati decidió apostar por Dovi. Muchos lo catalogaron como una decisión conservadora, por el miedo a lo que podría provocar una dupla Lorenzo-Iannone. Otros calificaron el rol que tendría Dovizioso de ‘segundo espada’.

Entre el anuncio del fichaje de Lorenzo y el comienzo de la convivencia entre Dovizioso y el español, Desmodovi rompió su interminable racha sin victorias al ganar el Gran Premio de Malasia de 2016, acabando así con una sequía de 130 Grandes Premios sin ganar. Para 2017, con un sueldo varias veces más bajo que el de Lorenzo y con todas las miradas puestas en el balear, Dovizioso se preparó mejor que nunca. Estaba hambriento. La llegada de un campeón a su box le había reactivado.

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Dovizioso, en acción con Ducati. Foto: motogp.com

Los resultados no dejaron indiferente a nadie: de no ganar ninguna carrera entre 2009 y 2016 a lograr seis victorias y llevar al límite a Marc Márquez en 2017. Algo había cambiado. El piloto era el mismo. La moto era mejor, sí, pero… ¿tanto como para dar ese salto de repente? Algo más había. En efecto, la presencia de Jorge Lorenzo. En sus nueve años anteriores en MotoGP, Dovizioso había destacado por ser un piloto extremadamente fiable y regular, pero no era un ‘hueso’ en las últimas vueltas. Y en aquel 2017 batió en dos ocasiones a Márquez, el mejor piloto actualmente en el cuerpo a cuerpo, en una última vuelta: en seco en Austria y en mojado en Japón.

La mentalidad de Dovizioso había cambiado. No pensaba únicamente en conseguir el mejor resultado posible sin tomar riesgos para no hacerse daño -una táctica que también le ha traído resultados, pues no se ha perdido ninguna carrera por lesión desde su llegada al Mundial en 2002-, sino ya se se creía capacitado para ganar. Primero, carreras, Después, el Mundial.

Lorenzo, rival dentro… y fuera de la pista

Un año después, en 2018 y ya con un Lorenzo más competitivo a lomos de una Ducati en la que Jorge podía ser rápido, Dovizioso usó un arma que nunca antes había utilizado: la guerra psicológica. Algo más propio de Rossi que de él. Actuaba como uno de tantos campeones del mundo que eran killers en la pista y fuera de ella. Aprovechaba ciertas oportunidades para intentar frustrar a su compañero de equipo en las declaraciones fuera de la pista -llegó a afirmar que Ducati no le fichó “para ganar dos carrera” o que “su método no era correcto”-, a lo que Lorenzo, sincero como pocos en el paddock evidentemente contestaba siempre.

Dovizioso y Lorenzo, juntos en el podio de Brno 2018. Foto: motogp.com

Era una faceta nueva y poco conocida hasta ahora de Dovizioso y en aquel entonces, en momento de alta tensión con Lorenzo, Andrea demostró que ya no era el piloto blando de antes: aguantó el tirón y salió ileso del enfrentamiento con Jorge, ganando más carreras que él y siendo subcampeón sólo por detrás de Márquez. Es cierto que la lesión de Lorenzo hizo que la comparación no sea justa, pero, como mínimo, Dovizioso se ganó el derecho a ser considerado como un piloto que al menos logró el mismo -o mejor, como indica la clasificación- rendimiento que un campeón como Lorenzo en 2018.

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Ahora la situación ha cambiado para Dovizioso y hay mucha curiosidad por ver cómo responde el italiano, que cumplirá 33 años en marzo. Lorenzo ya no está en Ducati, que decidió no renovarle para 2019. Sí estará Danilo Petrucci, un buen piloto pero sin el palmarés de Jorge y que no destila respeto allá por donde va como sí ocurre con el 99. Ahora, a diferencia de a principios de 2017, todas y cada una de las miradas de Ducati están puestas en Dovizioso. No puede actuar de tapado ni usar a otro piloto como motivación personal. Ahora los focos están puestos en él y debe demostrar que esta increíble evolución de 2017 y 2018 le puede llevar a liderar Ducati hacia el sueño del equipo italiano: volver a ganar un Mundial de MotoGP más de una década después.