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Marc Márquez: “Caer al abismo me enseñó a confiar en mí y en mi entorno”

5 Dic. 25 | 19:45
RRSS Marc Márquez

Marc Márquez: un año que lo cambia todo

Marc Márquez cierra 2025 con la certeza de haber vivido el año más decisivo de su trayectoria. A nivel personal, se reconoce feliz. Deportivamente, ha regresado a la cima del motociclismo tras una travesía que parecía no tener final. Cuatro años de dolor, operaciones, recaídas y dudas, pero también —como repite él mismo— de aprendizaje. El 28 de septiembre, en Japón, conquistó su noveno título mundial. El séptimo en MotoGP. La imagen del “93” abrazado a su equipo bajo el lema “Más que un número” sintetizó un regreso que ya se considera uno de los más impresionantes de la historia del deporte.

Aunque una lesión en Indonesia le impidió cerrar la temporada en pista, el título quedó grabado. SPORT estuvo con él, antes del parón invernal, con la vista puesta en 2026 y la convicción de que aún queda mucho por contar.

El regreso desde la oscuridad

Para Márquez, este noveno campeonato no es solo el más difícil: es el más valioso. Asegura que ha sido “el más buscado y el más peleado”, porque llegar hasta aquí implicó pagar un precio alto, físico y mental. El camino de vuelta fue, en sus palabras, una lucha contra un túnel donde “todo estaba oscuro”.

Cuando estás en la cresta y caes, no caes al suelo, caes más abajo”, admite. Y desde ese fondo, levantarse costó más que todas las victorias acumuladas. Pero el catalán insiste en que no lo hizo solo: el entorno —familia, equipo, pareja, amigos— fue clave, en especial su hermano Álex.

Álex Márquez, el impulso silencioso

Marc habla de Álex con una mezcla de cariño, respeto y gratitud. No duda: “Directa e indirectamente, es quien más me ha ayudado”. Durante su larga lesión, seguir las carreras de Álex mantenía vivo su vínculo con la competición. Era una forma de no desconectar, de sentir que seguía formando parte del campeonato aunque su cuerpo no le acompañara.

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Y cuando volvió a entrenar, la referencia física pasó a ser su hermano. “Normalmente el mayor siempre va un poco por delante, pero tras tanto tiempo lesionado las cosas se igualan… y él estaba por encima en bici, físico, gimnasio”. Ese empuje —esa rivalidad fraternal y sana— fue un motor silencioso en la reconstrucción de Marc.

Las decisiones difíciles y el precio del egoísmo deportivo

Márquez reconoce que una de las lecciones más duras fue aprender a ser “egoísta”, como él mismo dice, en el sentido deportivo: pensar en su propio proyecto aunque ello implicara romper vínculos. La salida de Honda es el ejemplo más claro. Había construido allí una familia, un entorno estable, su hogar profesional. Y aun así, tuvo que cerrarlo de golpe. “Fue una decisión durísima”, admite. Tampoco esconde que su vida personal gira en torno a la exigencia máxima del deporte. Horarios, entrenamientos, descanso, renuncias constantes. La gente que le rodea se adapta a ese ritmo o no encaja. “Vives por y para rendir al máximo”, reflexiona.

Mirando a 2027: un futuro incierto

Sobre el nuevo reglamento de MotoGP —la llegada del 2027— Marc no quiere adelantar nada. Lo ve lejos. Su foco está en 2026, en mantenerse competitivo y aprovechar una ventana de rendimiento que sabe que no durará para siempre. El próximo mercado de fichajes será un rompecabezas, reconoce: nadie podrá asegurar cuál será la mejor moto, y los pilotos deberán decidir casi por instinto.

En cuanto a repetir equipo con Álex, lo desea, pero no lo ve una prioridad ni algo fácil. “En MotoGP cada uno debe decidir por egoísmo lo mejor para su carrera”, afirma. Él es campeón y Álex subcampeón, así que ambos tendrán ofertas. Y aunque reconoce que tener al hermano en el box es “lo mejor que puede pasar”, también sabe que no siempre será posible.

Además, entre bromas, confirma que este año “echa de casa” a Álex. “Es ley de vida”, ríe. Cada uno empieza una etapa distinta, también a nivel personal.

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Respeto, madurez y el adiós al rencor

En la Gala de MotoGP, cuando Valentino Rossi fue nombrado y el público pitó, Marc pidió respeto. Fue un gesto que sorprendió, pero que él mismo explica con naturalidad. “Una de las cosas que he aprendido es a respetar a los rivales. En pista vamos al límite y todos cometemos errores involuntarios”, recuerda.

La madurez también se refleja en su reacción tras la lesión causada por Marco Bezzecchi. Nada de linchamientos, nada de buscar culpables. Márquez defendió al italiano y pidió calma. “A los 20 años ves las cosas de una manera, a los 32 de otra”, dice casi con solemnidad. Su mensaje fue claro: este deporte es espectacular, pero también muy peligroso, y el respeto debe estar por encima de la pasión.

Un campeón que vuelve a empezar

La temporada 2025 deja a Marc Márquez con un nuevo título, con un legado reforzado y con una motivación renovada. Pero sobre todo, le deja con una sensación que él mismo repite: la de haber renacido.

Volver a ganar después de cuatro años en la sombra no es solo un logro deportivo. Es un testimonio de resiliencia, disciplina y carácter. Y, como él mismo reconoce, ojalá sirva “de inspiración, no solo en el deporte, también en la vida”.

Porque, ahora más que nunca, su lema cobra sentido: “Más que un número”.

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