El campeón reflexiona sobre el valor real de este título, el precio físico y mental pagado para volver a lo más alto y la forma en la que afronta un futuro que ilusiona, pero que ya no le domina
Marc Márquez ha cerrado 2025 firmando uno de los regresos más complejos y simbólicos que se recuerdan en MotoGP, un año marcado por la reconquista del título tras más de seis temporadas de espera y por una gestión emocional que ha ido mucho más allá de los números. Así lo explica el propio Marc Márquez en las declaraciones realizadas a Mela Chércoles en el Diario AS.
El campeón no esconde que 2025 quedará marcado para siempre en su memoria. “Pena no es la palabra, pero claro que 2025 lo recordaré siempre con cariño”, admite, recordando todo lo vivido antes de volver a ganar un título que se resistió durante más de seis años. No habla solo de resultados, sino de un proceso largo, exigente y, en muchos momentos, incierto. Por eso subraya que este campeonato tiene un peso especial: “Un décimo título no sería mejor que el de este año, por todo lo que ha costado llegar hasta él. El de 2025 es mi título más importante de todos”.
Esa reflexión explica su manera de mirar a 2026 sin ansiedad ni obsesión. Márquez rehúye los discursos triunfalistas y prefiere mantenerse fiel a una idea que repite con convicción: no dar nada por hecho. La ambición sigue intacta, pero ahora va acompañada de una madurez que prioriza el proceso frente al resultado final.
El cierre de temporada también le ha situado en el centro de innumerables actos y reconocimientos. Lejos de mostrarse cansado, el piloto asume esa exposición con naturalidad. “Cualquier reconocimiento siempre es bienvenido”, comenta, destacando que, si su agenda y su recuperación se lo permiten, intenta estar presente. En ese contexto, el Premio AS del Deporte se suma a una lista de galardones que simbolizan algo más que éxitos deportivos: representan la validación de una trayectoria marcada por la resiliencia.
Sigue la recuperación
La salud, sin embargo, sigue siendo el eje sobre el que gira todo. El hombro derecho continúa bajo vigilancia y el invierno vuelve a estar marcado por la rehabilitación. Márquez lo explica sin dramatismos: “Me ha tocado pasar otro invierno sin vacaciones y de recuperación, pero es lo que toca”. El objetivo está bien definido, llegar competitivo a los test de Malasia y plenamente operativo a la primera carrera en Tailandia. Cada gesto cuenta en ese proceso. “Me mido cada día hasta cogiendo el tenedor o el vaso de agua”, señala, dejando claro que la recuperación es cuestión de constancia, horas y calidad de trabajo.
Uno de los momentos más simbólicos de la gala fue su interacción con Rafa Nadal, que le invitó a ocupar el centro de la foto oficial. Márquez lo recuerda con una sonrisa y con respeto. Más allá de la anécdota, reconoce la inspiración que le ha supuesto ver cómo otros grandes deportistas han sabido reinventarse tras lesiones graves. “Para mí es un referente y una inspiración”, afirma sobre Nadal, evocando aquel Open de Australia que le dio motivación en uno de sus momentos más delicados.
«Estoy muy a gusto donde estoy»
El futuro, tanto deportivo como contractual, queda deliberadamente en segundo plano. Márquez reconoce sentirse cómodo donde está y resume su filosofía con una frase sencilla y directa: “Para qué tocar lo que funciona y donde se está cómodo”. Sin anuncios ni promesas, el campeón prefiere cerrar el año agradeciendo el apoyo recibido.
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