
El repaso de Nico Terol a su trayectoria.
El campeón del mundo de 125cc en 2011, Nico Terol, ha repasado en una extensa entrevista para el canal Motorbike Magazine su trayectoria deportiva, desde los inicios llenos de dudas y sacrificios hasta su actual papel como director deportivo en el equipo de Jorge Martínez Aspar. El piloto valenciano no ha esquivado ningún tema, recordando las alegrías de sus victorias, la dureza de las lesiones, la presión de estar en lo más alto y la frustración de no poder llegar a MotoGP. Con la sinceridad que siempre le ha caracterizado, Terol ha explicado cómo la perseverancia fue clave para mantenerse en un mundo tan exigente y cómo, a pesar de los golpes, logró reconvertirse y seguir ligado al motociclismo desde otro ángulo muy diferente que al de piloto.
En sus primeros pasos en el campeonato del mundo, Terol admite que no siempre tuvo claro que este fuera su camino definitivo: «Yo muchas veces me planteé si esto era la vida que yo quería… era mi sueño cuando llegué al campeonato del mundo en 2005 y veía el nivel, veía el riesgo, veía que es mucho más complicado o mucho más complejo de lo que parece desde fuera… me lo replanteé«. Sin embargo, la perseverancia le permitió resistir en momentos críticos: «Cuando pasas malos momentos, de las crisis es cuando realmente se aprende. Cuando todo va rodado, como el año que fui campeón del mundo, el aprendizaje no es el mismo que cuando estás luchando por un sueño o por un objetivo, y luego lo consigues«.
El título de 2011 de 125cc, logrado en Valencia y con un equipo valenciano, es uno de los recuerdos más especiales para Terol, no solo por lo que significó en lo deportivo, sino por su valor sentimental: «Ganar el título en Valencia fue como un cuento… recuerdo cruzar la meta y pensar en cuando entraba al circuito Ricardo Tormo en 1999, para correr en minimotos en el parking, y me veía tan insignificante… y ahora, en ese mismo sitio, era campeón del mundo«. Para el piloto, esa victoria fue todo un punto de inflexión: «Le dio sentido a toda mi carrera y me permitió agradecer a toda la gente que me ayudó desde los inicios, sobre todo a mi padre, a Jorge, a mi tío, a mis amigos… a los que están en las duras y en las maduras, hay mucho sudor y lágrimas para llegar a conseguir ese sueño«.
La transición a Moto2
El salto a Moto2 supuso un giro brusco y difícil de asimilar, tras haber competido con un equipo oficial y con una moto que le permitía aspirar a victorias, Terol se encontró con material muy por debajo del nivel de las Kalex, dominadoras de la época. «En Moto2 fue como tocar techo y caer al suelo de golpe… sabíamos que en cada circuito íbamos a perder entre 3 y 5 décimas solo por material. Eso psicológicamente desgasta, porque aunque lo des todo en pista, el resultado no refleja tu esfuerzo«, reconoce frustrado el piloto. Esta etapa coincidió con una de las caídas más graves de su carrera, en Le Mans, que le dejó secuelas físicas y mentales: «Me rompí varias vértebras, lo primero que pensé fue: ‘Ya está, se acabó’. La recuperación fue muy lenta y cuando volví, no era el mismo ni física ni mentalmente«.
A partir de entonces, el piloto tuvo que aprender a convivir con el dolor, algo que el público rara vez percibe, según cuenta el valenciano: «Durante mucho tiempo corrí con dolor… te infiltran, te protegen la zona, pero sabes que cualquier golpe puede dejarte en casa meses. Eso te hace más conservador, aunque no quieras, porque tu cabeza te dice: ‘Cuidado’, y en este deporte, si no estás dispuesto a arriesgar en cada curva, pierdes décimas que marcan la diferencia«. De hecho, esa realidad le llevó a tomar una de las decisiones más duras de su vida, colgar el casco antes de que las lesiones lo obligaran. «Preferí parar yo antes de que me pararan las lesiones. Desde niño mi vida había sido la moto y aceptar que no podía seguir así fue más doloroso que cualquier caída«, admite Nico Terol con total sinceridad.
Además, Terol también ha querido recalcar que la retirada no supuso un adiós al motociclismo, sino el inicio de una nueva etapa en los boxes: «Pasar de piloto a director deportivo fue un cambio radical… ya no eres tú el que frena tarde o el que arriesga, sino que tienes que pensar en cómo ayudar a otros a hacerlo. Aprendí a ver las carreras desde fuera, a analizar datos y a entender que cada piloto necesita un traje a medida«. Hoy, Terol vive con satisfacción los éxitos de sus pupilos, como por ejemplo David Alonso: «Ahora disfruto cuando veo a un piloto aplicar algo que le he explicado y le funciona… es otra forma de competir. Ya no lucho por un título para mí, sino para que el equipo y los chavales que vienen detrás consigan sus objetivos, esa es mi gasolina ahora«.
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