Después de interminables 1.043 días, el piloto de Cervera volvió a lo más alto del podio.
Casi tres años han tenido que pasar para que Marc Márquez volviese a ganar un Gran Premio. La última vez fue en Misano, en el Gran Premio de la Emilia Romana en 2021. Aquel día Bagnaia se cayó intentando escaparse de él, Fabio Quartararo se hacía con el título de MotoGP y Valentino Rossi se despedía de la afición italiana en su última carrera en casa.
Desde entonces hasta hoy ha tenido que pasar una auténtica Odisea, donde los malos momentos han ido haciéndole daño, tanto que en algún momento parecía que aquella victoria en Italia, sin haberlo imaginado entonces, podría haber sido la última. Cuatro operaciones en su brazo derecho, problemas de diplopía y una moto, la Honda, que estaba a años luz de lo que uno de los mejores pilotos de la historia merecía.
Marc Márquez tomó una de las decisiones más difíciles de tomar, pero que surgió tan de dentro de su ser, que pese a todo lo que perdía, sabía que era el camino que debía seguir. Tomó la decisión de dejar Honda, el fabricante de motos más poderoso y laureado, con el que había logrado seis Mundiales de MotoGP. Tuvo que despedirse de su familia en los circuitos, personas que le habían acompañado siempre. Renunció al dinero, 20 millones de euros al año, el piloto con diferencia mejor pagado de la parrilla.
Y todo para recalar en una Ducati GP23 satélite del equipo Gresini. Una moto que ha demostrado este año estar claramente por detrás de las Ducati GP24 de sus dos grandes rivales, Martín y Bagnaia. Es increíble que un piloto que ya lo ha ganado todo, tenga esta fuerza, esta determinación para romper con todo por la pasión de competir, de ganar y de convertirse en una leyenda del motociclismo.
No es nada fácil encontrar una mente así con más de 30 años y todo lo cosechado, además con un cuerpo maltratado por las lesiones, con un brazo derecho que nunca volverá a ser el mismo. Pero él erre que erre, pese a que la victoria con Ducati no llegaba, no perdió nunca los estribos y con paciencia se fue acercando hasta que llegó. El sábado hizo la pole y la victoria al Sprint y hoy domingo se ha hecho con el Gran Premio. Pese a que tenía la presión de ganar sí o sí, lo hizo como tantas veces y logró su 60ª victoria en MotoGP.
Y como él mismo ha dicho en el “corralito” tras ganar, “esto solo es el principio”. El nuevo principio a la senda de los podios y las victorias, con el objetivo claro de volver a ser campeón de MotoGP. Rossi suma uno más que él siete y Agostini, dos, con ocho. Ha renunciado a tanto dinero, a tantos lazos personales para volver a ser feliz compitiendo. Ha conseguido su segundo objetivo, competir con las mejores armas en 2025 y 2026 al firmar con Ducati oficial. Su tercer objetivo es con la historia: ser el piloto con más títulos de MotoGP, por encima de todos los demás.
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