
Sito Pons habla en exclusiva para el medio italiano Motosprint su pasado como piloto y recuerda su rivalidad con Toni Mang.
Sito Pons repasa su carrera como piloto. Su rivalidad con el ganador de cinco títulos en las categorías intermedias de MotoGP en la década de 1980 Toni Mang, fue legendaria. Ahora, su leyenda sigue presente treinta años después con el equipo que lleva su nombre en el Mundial y que, ha creado grandes pilotos como Álex Crivillé, Loris Capirossi o Max Biaggi.
Su gran rivalidad con Mang nada más llegar a 250 mucho antes de los títulos de Pons. «Acababa de llegar, no era nadie. En una frenada, en vez de hacer su trazada, me dio un empujón, casi me tumba. Así rompimos el hielo los dos«, empieza explicando el español. En Suzuka, en 1988, Sito le llamó la atención a Toni Mang porque «estaba enfadado«, «había ganado él y no yo«. «Le dije que no volvería a subir a lo más alto del podio«, añade.
No obstante, lo que más le preocupaba en 1988 era Joan Garriga. «Él era extrovertido, tenía una forma espontánea de hacer las cosas. Yo era más reflexivo, tranquilo, centrado en el gol. Nunca se había visto a un español fuerte en 250, ¡y menos aún a dos ibéricos luchando por el título! Los aficionados se volvieron locos, había cinco millones de espectadores para nuestras carreras. Algunos adoraban a Garriga, otros a Pons«, explica.
Sito Pons y su primer Mundial
250 no fue el escenario ideal para los que precedieron a Pons. «Cuando empecé, no había prácticamente nadie rápido. Los del campeonato nacional me decían que abandonara antes de intentarlo: ‘¿Qué vas a hacer ahí? Te darán dos vueltas y volverás con el rabo entre las piernas’. Las series españolas se corrían en circuitos urbanos, nos jugábamos la vida a 200 km/h y a pocos centímetros del público, era peligroso para todos. No tenía sentido. Yo soñaba con Paul Ricard, Silverstone«.
En 1984 ganó su primer mundial. «Aquel éxito, en España, me catapultó a lo más alto del Campeonato del Mundo. Debía correr con una Yamaha, pero la moto no había llegado a tiempo para la primera prueba de la temporada. Así que fuimos a Sudáfrica con la Cobas del año anterior, que llevaba el nombre de su fabricante. Acabamos en el podio, luego llegó la 250 de Japón, pero en Misano era un ataque tras otro, cada ronda, un desastre. Así que decidimos dejar la Yamaha y continuar con lo que teníamos. Terminé la temporada en cuarto lugar«, destaca.
El regreso a 500
El siguiente año probó en 500cc, pero se volvió a 250cc con Honda, rozando el título. «Había algo nuevo en el equipo: un ingeniero. Pero estaba loco, siempre se equivocaba con la carburación. Si hubiera ocurrido al acelerar, habría sentido que estaba a punto de ‘apretar’ y habría tirado del embrague. Pero al frenar no había nada que hacer. Rueda bloqueada y al aire. También corrí con una mano fracturada, con analgésicos y todo. Cuando echamos al ingeniero empezamos a recuperarnos. En la última carrera, en Argentina, para acabar segundo en el Campeonato del Mundo yo tenía que ganar, mientras que Reinhold Roth tenía que acabar sexto o peor. Así lo hicimos, y acabamos empatados a puntos«, analiza en exclusiva para Motorsprint.
En 1990 regresó a 500cc con Honda, pero le faltan los neumáticos adecuados. «Ésos eran sólo para los equipos de fábrica. En Suzuka, en la primera carrera, incluso luché por el podio contra pilotos que tenían los neumáticos adecuados, no como los míos. En Laguna Seca marqué el tercer mejor tiempo en la calificación. Pedí esos neumáticos, pero nada. Mis neumáticos tenían menos agarre, qué diablos. Me hice daño, sí. Al año siguiente, en una ocasión me quedé sin frenos y choqué con un muro. Eso me dolió. Tenía un hijo. Dije basta«.
«No querían que diera el salto de categoría«
Quizás el error fue subir demasiado rápido a 500cc tras los dos títulos. «Debería haber esperado un año más antes de subir a 500. Ganar un tercer Mundial, quizá incluso un cuarto, en 1990 y 1991. Esperar a que Honda viniera a buscarme, en vez de ir y proponérselo. No querían que diera el salto de categoría. Si hubiera esperado, entonces, cuando llegué, habría tenido el motor ‘big bang’, con ráfagas irregulares y una entrega más manejable. Estoy convencido de que, si hubiera esperado, las cosas habrían sido muy distintas«, apunta Pons.
Reflexión final sobre lo que hizo como piloto. «A veces miro hacia atrás, a mis carreras, y me doy cuenta de detalles que se me pasaron por alto entonces. Estaba inmerso en lo que hacía, era incapaz de hacer valoraciones objetivas. En 1986, en Silverstone, durante la primera vuelta me salí de la pista para evitar a un piloto que se había estrellado y me encontré en la parte de atrás. Llovía mucho. Adelanté a la mayoría y subí al podio. ¿Qué puedo decir? Tengo una impresión de mí mismo mucho mejor que la que tenía entonces. Orgullo, eso es lo que siento«, sentencia Sito Pons.
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