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Stoner: «Mi mente y mi cuerpo se paralizaron»

30 Oct. 25 | 10:00

El australiano reflexiona a los 40 años sobre su legado, su retiro prematuro y las lecciones que aún marcan el motociclismo moderno.

A sus 40 años, Casey Stoner vuelve a ser protagonista en el paddock de MotoGP. El dos veces campeón mundial australiano, que se retiró hace más de una década, ha regresado a los focos con la misma calma y lucidez con la que solía trazar las curvas de Phillip Island, el circuito que lleva su nombre. Su ingreso al Salón de la Fama de MotoGP en 2025 ha reavivado el respeto por un piloto que cambió para siempre la forma de entender el motociclismo moderno.

Un espíritu libre que desafió al sistema

Stoner siempre fue un espíritu libre. Decía lo que pensaba y hacía lo que creía correcto, incluso cuando eso implicaba ir contra la corriente. En 2012, con apenas 27 años —una edad a la que muchos pilotos apenas llegan a su madurez deportiva—, decidió abandonar MotoGP y un contrato millonario con Honda. Lo hizo por pura convicción: estaba desilusionado con las exigencias mediáticas y la deriva del campeonato.

Su estilo sobre la moto reflejaba la misma autenticidad. En Phillip Island, donde logró seis victorias consecutivas entre 2007 y 2012, aplicó una técnica propia del motocross para trazar curvas imposibles. “Sabía que no podía hacer lo que mis competidores hacían, no tenía la confianza”, confesó a Speedweek.com. “Un año en particular no teníamos la moto que necesitábamos, así que adoptamos un enfoque poco convencional. ¿La actitud con la que pilotamos? A nadie en su sano juicio le habría gustado, pero funcionó. Tuve que cambiar mi estilo de pilotaje, mi perspectiva de los circuitos y la forma en que solíamos abordarlos. Creamos algo de la nada”.

La búsqueda constante de perfección

Su primer título mundial, en 2007 con Ducati, llegó gracias a diez victorias y cuatro podios adicionales. Tenía solo 21 años. Cuatro años después, repitió la hazaña con Repsol Honda, consolidándose como uno de los pocos pilotos capaces de dominar con dos marcas distintas. Sin embargo, nunca se creyó invencible. “Mientras competía, nunca pensé así”, explicó. Nunca tuve esa arrogancia de creerme el mejor. Tenía que vencer a tipos como Jorge, Vale… Quizás me confié un poco en 2007, pero aprendí la lección rápidamente. Cuando uno se enorgullece demasiado, deja de verse a sí mismo como el área que necesita mejorar”.

Esa autocrítica constante definió su carrera. “Nunca fui de los que compraban coches ni nada por el estilo”, admitió. “Siempre me sentía culpable cuando gastaba dinero. Nunca lo presumí. Era más bien arrogancia hacia la competencia, porque éramos buenos. Pero no sabíamos lo rápido que podían cambiar las cosas”.

Durante años, muchos no comprendieron su manera de ser. Su franqueza, a veces confundida con dureza, lo convirtió en un personaje tan respetado como imprevisible. A la larga, el tiempo le dio la razón: su visión analítica y su sensibilidad técnica fueron adelantadas a su época.

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El legado de un piloto irrepetible

Sus estadísticas son impresionantes: ganó el 33 % de las carreras que disputó, subió al podio en 69 de sus 115 participaciones y conquistó victorias en todos los circuitos donde corrió una MotoGP. “Una de las estadísticas de las que me siento más orgulloso es que he ganado en todos los circuitos en los que he pilotado una MotoGP, declaró sin exagerar. “Eso demostró mi capacidad para adaptarme a todas las situaciones, todos los circuitos y todos los niveles de agarre”.

Tras su retirada, Stoner continuó vinculado a Ducati, Honda y a la marca de seguridad Alpinestars, aunque un grave accidente en Suzuka en 2015 marcó su adiós definitivo a la competición. Luego, afrontó un diagnóstico devastador: síndrome de fatiga crónica. Mi mente y mi cuerpo se paralizaron, y no tenía control. Era puro agotamiento, las 24 horas del día”, explicó. “Solo en el último año o dos he recuperado poco a poco la resiliencia mental para poder decidir qué pensar”.

El regreso de un sabio

En 2025, Stoner reapareció en los circuitos con una energía renovada. Participó en eventos conmemorativos y compartió su conocimiento con pilotos jóvenes. En Misano, reflexionó: “La perfección no existe, pero esforzarse por alcanzarla es lo máximo que se puede lograr. Siempre he prestado atención a mis debilidades y a dónde me costaba más en comparación con otros”.

Su filosofía sigue siendo tan clara como sus trazadas: “Muchos pilotos de MotoGP se centran demasiado en los puntos de frenada, y cuando se frena al límite en cada vuelta, se cometen errores. Se pierde lo bueno que tiene la moto en otros aspectos”. Recordó también una lección clave en Motegi 2010:La moto iba mejor, pero éramos más lentos. Volvimos a la configuración inicial y gané la carrera. Aunque no se sentía bien, funcionó. A veces simplemente hay que salir y esforzarse. Mientras funcione, eso es lo único que importa”.

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