Después de tres años sin pisar el paddock, el regreso de Casey Stoner acaparó todas las miradas en Portimao. Tanto es así que el australiano tuvo una rueda de prensa extraordinaria para él solo donde pudo repasar toda la actualidad de MotoGP y hablar de su enfermedad.
No es un secreto que, desde que Casey Stoner dejó el Mundial de MotoGP, el australiano ha vivido episodios muy complicados con su estado de salud. Una enfermedad que le deja problemas de fatiga crónica que le impiden llevar una vida normal, al menos, hasta el último año, donde su situación parece que ha comenzado a mejorar. Sin embargo, no es fácil, porque, comentó en la rueda de prensa de Portimao, que no es algo que él pueda gestionar. Llega sin avisar y, en ocasiones, le deja destrozado. De ahí también que no se deje ver tanto por el paddock del Mundial y que, en varias ocasiones, ya haya rechazado ofertas para ser piloto probador o, incluso, el último deseo de Ducati de ser coach en el equipo italiano. Eso sí, su aparición en Portugal y Valencia, en este final de curso, ha sido alentador.
Problemas de salud tras dejar MotoGP: «Desde que dejé de ser probador con Ducati, me han reconstruido el hombro, lo que ha sido fantástico, pero he tenido grandes problemas de salud. Llegué a un punto en el que apenas pude levantarme del sofá durante cinco meses. Ir de la cama al sofá era mi ejercicio del día. No podría explicarlo, no podrías entenderlo, pero simplemente no podía hacerlo. Estaba en grandes problemas, mental y físicamente».
«Tuve que aprender a caminar para ir a todas partes, lo que odio porque antes corría todo el tiempo»
Aprender a vivir con ello: «Durante los últimos tres años, prácticamente cuatro ya, solo he intentado gestionar la situación. He tratado de aprender a conservar energía para el día, aprender de lo que me perjudicaba a largo plazo frente a lo que, aunque no necesariamente me hacía sentir mejor, reducía los efectos de mi preocupación».
Mejoría en el último año: «A finales del año pasado, hacia diciembre-enero, empecé a sentirme un poco mejor. Pensé, sí, puede que no se me pase, pero podía manejarlo. Empecé a ser capaz de hacer algunas cosas durante el día sin estar demasiado cansado después durante una o dos semanas, lo que fue muy emocionante. Pero hacia marzo-abril empecé a retroceder de nuevo».
«Soy un poco menos optimista con esta situación en este momento. Estoy tratando de ver día a día cómo me siento. A veces estoy extremadamente agotado y no puedo explicarlo, y otros días me siento un poco mejor, pero en general nunca estoy a más del 60 por ciento de donde solía estar. Tuve que aprender a caminar para ir a todas partes, lo que odio porque antes corría todo el tiempo. Ahora tengo que caminar, sólo para conservar energía y pasar el día».
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