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“Ver a Marc Márquez de rojo fue la misma emoción que cuando llegó Dall’Igna”

26 Dic. 25 | 17:30
Ducati

El fichaje que cambió Ducati por dentro

La primera temporada de Marc Márquez como piloto oficial de Ducati no fue solo un éxito deportivo rotundo, sino un auténtico punto de inflexión histórico para la fábrica de Borgo Panigale. El nueve veces campeón del mundo llegó al equipo oficial hace apenas un año y, desde el primer momento, dejó claro que no había ido a aprender ni a adaptarse lentamente: dominó MotoGP con autoridad, marcó el ritmo desde el inicio del campeonato y cerró su noveno título mundial de forma anticipada, con una superioridad que recordó a sus mejores años. Más allá de los números —545 puntos y un Mundial sentenciado en Japón—, su impacto fue profundo, emocional y estructural dentro de Ducati.

Para Mauro Grassilli, director deportivo de la marca, la llegada de Márquez no se puede explicar únicamente desde los resultados. Supuso remover recuerdos, sensaciones y decisiones que marcaron la historia reciente del proyecto. No fue un fichaje más, ni una operación de mercado habitual: fue abrir las puertas del garaje oficial al piloto que, durante más de una década, había sido el principal obstáculo de Ducati en su obsesión por conquistar MotoGP.

De rival histórico a pieza clave del proyecto

Grassilli no dudó en comparar el aterrizaje de Marc Márquez con el momento más decisivo de la era moderna de Ducati: la llegada de Luigi “Gigi” Dall’Igna a finales de 2013, cuando dejó Aprilia para asumir la dirección deportiva de Ducati Corse. “Recuerdo la primera vez que vi a Marc de rojo, y sentí la misma emoción que cuando vi a Gigi en nuestro box, porque hasta hacía un minuto era nuestro rival”, explicó el directivo italiano. En ambos casos, Ducati apostó por quien había sido su enemigo directo, con la convicción de que solo así podía cambiar su destino.

Esa sensación se hizo tangible desde las primeras imágenes de Márquez vestido de rojo, primero en el test postemporada de Barcelona tras el cierre de 2024 y después en Sepang, ya en plena preparación de 2025. No se trataba solo de fichar a un piloto rápido: Ducati había incorporado al rival número uno de toda su historia reciente. El hombre que había frustrado los sueños de Andrea Dovizioso y que había levantado muros infranqueables en los años más duros para la marca. “Marc siempre fue nuestro oponente número 1, nos ganó en muchas situaciones, y verlo de rojo fue una emoción impresionante y también un orgullo”, reconocía Grassilli.

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Un año perfecto en la pista, complejo en el box

En lo deportivo, el veredicto fue incuestionable. Márquez fue el mejor piloto de la temporada, despegó desde las primeras carreras y asumió el liderazgo natural del equipo oficial sin necesidad de imponerlo. Cada fin de semana reforzaba la sensación de que Ducati no solo tenía la mejor moto, sino también al piloto capaz de exprimirla como nadie. Sin embargo, el 2025 no fue un camino sencillo dentro del box del Lenovo Team.

Mientras Marc volaba hacia el título, al otro lado del garaje las cosas se complicaban. Pecco Bagnaia, campeón y referencia de los últimos años, sufrió una temporada irregular que terminó con un quinto puesto final muy lejos de las expectativas. Gestionar esa dualidad —la euforia de un regreso histórico y la frustración de un campeón en dificultades— fue uno de los grandes retos del año para la dirección deportiva. “La llegada de Marc fue un paso importante para Ducati, para el equipo, considerando los problemas que tuvimos con Pecco, que intentamos resolver lo mejor posible. Así que sí, 2025 también fue un año intenso, no fue sencillo”, admitió Grassilli con franqueza.

Un cambio de paradigma con sello Márquez

En Borgo Panigale aún están asimilando lo que ha supuesto este 2025. Ha sido una de esas temporadas que no solo llenan vitrinas, sino que redefinen proyectos. Ducati apostó por el talento puro, por el campeón herido que buscaba volver a la cima, y la jugada resultó ser la más determinante de la década. El título ya está asegurado, la hegemonía reforzada y la imagen final del año —con Álex Márquez como subcampeón desde Gresini, completando un doblete histórico de los hermanos— simboliza una campaña difícil de repetir.

La rivalidad quedó atrás, la herida se cerró y Ducati no solo venció: se reinventó. Con Marc Márquez, no solo ganó carreras y campeonatos, sino que cambió su propia historia desde dentro.

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