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MOTOSAN | MOTOGP, MOTOCICLISMO Y COMPETICIÓN. "Life is Racing"

El pequeño talismán que todo motero debería llevar

3 Ago. 25 | 14:00
Fuente: bikeruniverse

No pesa, no brilla y apenas suena… pero dicen que puede salvarte la vida

Colgada discretamente en la parte más baja de la moto, como si quisiera pasar desapercibida, la Gremlin Bell parece una simple campana metálica. Pero su historia, y lo que representa, va mucho más allá de un accesorio de feria o una curiosidad estética. Para muchos motoristas, es un amuleto sagrado, un símbolo de protección y hermandad que lleva décadas espantando no solo la mala suerte… sino a los gremlins.

Sí, gremlins. Esos traviesos y molestos duendecillos mecánicos que, según la leyenda, se aferran a las motos para provocar fallos eléctricos inexplicables, ruidos fantasma, tornillos que desaparecen y curvas que se complican sin razón aparente. No los verás, pero los sentirás si te descuidas. Y ahí entra en juego la pequeña campana.

No se compra. Se regala

La clave del poder de la Gremlin Bell no está en su material ni en su diseño. Está en cómo llega a tus manos. Para que funcione, debe ser un regalo de otro motero, alguien que comparta contigo el asfalto, el respeto por la carretera y esa complicidad silenciosa que nace entre quienes viajan sobre dos ruedas. Colocarla tú mismo rompe el hechizo. Recibirla de alguien es una muestra de amistad, protección y cuidado mutuo.

Una vez instalada, debe ir lo más cerca posible del suelo, allí donde los gremlins se cuelan con más facilidad. Cada vez que la moto vibra y la campana suena, por leve que sea, su pequeño timbre actúa como una alarma invisible que los espanta. No hace falta que tú la oigas: ellos sí lo hacen.

How and Where to Hang a Guardian Bell on Your Motorcycle

Del cielo al asfalto

La tradición no nació sobre ruedas, sino en los cielos de la Segunda Guerra Mundial. Los pilotos de combate culpaban a esos mismos gremlins de sabotear sus aviones con fallos sin explicación. Para protegerse, empezaron a llevar amuletos, medallas y pequeñas campanas colgadas en el fuselaje. Cuando volvieron a casa, muchos de esos veteranos encontraron en las motos, sobre todo en las Harley-Davidson, una nueva forma de libertad, y con ellas llevaron también sus supersticiones.

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Así nació la Gremlin Bell tal y como hoy la conocemos: un símbolo motero que mezcla leyenda, historia y ritual. Desde Estados Unidos se extendió a Canadá, Reino Unido, Australia… y ahora también a España, donde cada vez es más común verla en concentraciones, clubs y encuentros clásicos. Sobre todo, allí donde aún se valora ese gesto invisible de proteger al compañero de ruta.

Un sonido que no viaja solo

¿Funciona? Hay quien dice que sí. Hay quien jura que desde que la lleva, las averías desaparecieron. Hay quien la considera solo una tradición simpática. Pero todos coinciden en algo: no hace daño tenerla. Y si sirve para recordar que no estamos solos en la carretera, entonces ya vale la pena. Quizás no te salve de una multa o de ese coche que no te vio. Pero puede que, en el momento justo, despierte a alguien que iba dormido en su carril. O te libre de una caída absurda que nunca llegarás a entender. Porque a veces, lo que de verdad nos cuida en ruta no es el casco ni el ABS. A veces es una campanita colgada bajo el chasis, regalada con cariño, sonando bajito en cada curva… recordándote que alguien piensa en ti, incluso cuando crees estar solo.

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