La subida del precio del carburante sigue sin detenerse y ya son varias las provincias en las que se han alcanzado los 2 euros por litro. ¿Hasta dónde puede llegar esta subida sin que se le ponga control?
Cuánto nos cuesta repostar cada día se ha vuelto un tema recurrente estas últimas semanas con la subida descontrolada del precio del carburante. Desde el inicio de la guerra de Rusia con Ucrania, el precio del barril de Brent se ha disparado hasta un máximo de 133 dólares, un valor que no se veía desde 2008. Y todos recordamos cómo fue ese año.
La falta de soluciones por los países dependientes del crudo de Rusia hace que esta materia prima siga revalorizándose. A la vista está que, actualmente y hasta que haya otra opción, dependemos de Rusia y su suministro de Petróleo para abastecernos y controlar el precio, ya que ni la propia OPEP, la organización controladora de la explotación del Petróleo, ha sido capaz de dar otra solución a Europa.
Rompiendo los máximos históricos
La alta demanda de combustible existente de cara a la recuperación económica tras la pandemia, es parte fundamental también de esta subida del barril de petróleo. Ya vimos durante los meses más duros del COVID como el precio de la gasolina bajaba incluso del euro en algunas ciudades, pero la vuelta a los trabajos y el aumento del tránsito en las carreteras, ha influido en que el precio vuelva a su precio pre-COVID.
Pero no se ha quedado ahí. Vivimos además una inflación disparatada. El encarecimiento de los precios en general nos hace reducir consumo y, por ende, tener menos poder adquisitivo. Para los moteros, los amantes de las rutas de fines de semana, esto se ha traducido en reducir los recorridos o las salidas previstas, ya que se ha duplicado el coste de las mismas.
Todo no se debe al precio del Brent
Como sabemos, gran parte del precio que pagamos en carburantes se va a impuestos. Según a AOP (Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos), el margen real de la venta de combustibles es de sólo el 16%. Un 45% queda en manos del Estado a base de impuestos, y el 35% restante se destina a la compra al por mayor del crudo en origen.
Aquí tenemos gran parte de por qué la gasolina ha roto máximos históricos. A diferencia de 2008, cuando el barril rondaba los 133 dólares, y el precio máximo llegó al 1,50€/litro aproximadamente, ahora nos encontramos con el Impuesto especial de Hidrocarburos. Este impuesto sobre los biocombustibles pasó del cero al tipo vigente: 473 euros por cada 1.000 litros para la gasolina y 379 euros por litro en el diésel. ¿Realmente es necesario cargar una materia que usamos a diario con tantos impuestos?
¿Sigue siendo rentable repostar en una low cost?
Esta semana se ha visto como la subida desproporcionada de la gasolina ha hecho que nos planteemos si nos sigue siendo rentable repostar en las denominadas gasolineras low cost. Es cierto que el precio sigue siendo más bajo que en las gasolineras de marcas más reconocidas, pero igualmente, las grandes petroleras están ofreciendo descuentos en sus combustibles o ajustando la subida para no romper la barrera de los 2€ en todos sus productos.
Tal es así que la diferencia actual entre las low cost y las Premium se han situado en aproximadamente 10 céntimos por litro. Igualmente, la semana anterior ya se pudieron ver colas en estas gasolineras para llenar los depósitos ante la previsión que teníamos para las semanas venideras.
Empiezan las movilizaciones
Esta situación afecta de lleno a los que necesitan el vehículo, ya sea el coche o la moto, a diario para sus desplazamientos. Pero a los que más afecta es al sector transporte. Camioneros, agricultores o transportistas en general ya han empezado las movilizaciones, convocando una huelga para el 14 de marzo.
Para los moteros, y viendo que esta subida descontrolada nos afecta por igual en nuestra movilidad, sea de fin de semana o diaria, sólo nos queda apoyar estas movilizaciones y empezar las propias para lograr acabar con esta situación. Sin duda una situación que nos puede llevar a vivir una nueva subida de precios en todos los ámbitos y obligarnos a ajustarnos más aún el cinturón.
¿Y los vehículos eléctricos?
No nos podemos dejar atrás a la movilidad del futuro. Una movilidad que promete llegar más pronto que tarde pero que ahora también tiene que lidiar con el precio de la luz. El más caro de la historia y al que tampoco se le ve techo. Otro bien de primera necesidad, al que el gobierno tampoco pone solución y por el que sufrimos todos mensualmente.
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