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¿Ha tocado techo la siniestralidad vial?

12 Ago. 19 | 16:00
DGT Seguridad vial vision zero
Foto: Ryan Wallace

Las cifras de muertos en accidentes de tráfico en los últimos años invitan a buscar nuevas soluciones.

Según datos de la DGT, el año pasado murieron en España 1.806 personas en accidentes relacionados con el tráfico, apenas 24 menos que en 2017. En los últimos ejercicios se ha producido un estancamiento que contrasta con lo que algunos llamaron “el milagro español”.  Un hito que se consiguió gracias, principalmente, al endurecimiento de las sanciones y más tarde a la entrada en vigor del carnet por puntos. Recordemos que en 1993 fallecieron 6.378 personas, y en 2006, la cifra era de 4.104. Desde hace 10 años nos movemos en torno a las 1.800-2.000 víctimas mortales. Además, el porcentaje de usuarios vulnerables va en aumento y peatones, ciclistas y motoristas ya suponen casi la mitad del total. El número de motoristas fallecidos en 2018 ascendió a 421 (359 en moto y 62 en ciclomotor).

Siempre es positivo ir mejorando unas cifras tan dramáticas, pero es una reducción muy escasa. Siguen siendo una barbaridad, muchísimas familias y amistades rotas innecesariamente por culpa del tráfico. Parece que hemos asumido que semejantes cifras de muertos son aceptables, puesto que a cambio podemos movernos de un lado a otro, ir a trabajar, disfrutar de un fin de semana, ir de vacaciones, dar una vuelta por puro placer, incluso ganarnos la vida en la carretera, en fin, vivir. Comparto la opinión a menudo expresada por Pere Navarro, director de la DGT, cuando se pregunta qué clase de problema puede tener un país, y que genere tantos fallecidos al año, sin que se tomen todas las medidas posibles.

¿Por qué se producen los accidentes?

Habitualmente se citan causas como la velocidad, el alcohol, las drogas, y en los últimos años, el uso del teléfono, superando a todos los anteriores. Para cada accidente, suele apuntarse una de ellas, pero en mi opinión, siempre intervienen varios factores, y sólo cuando eliminamos de la ecuación maniobras de riesgo, prestamos la máxima atención y somos suficientemente capaces para la conducción, conseguimos reducir drásticamente las posibilidades de sufrir un accidente.

Reconozcámoslo. La inmensa mayoría de los conductores lo hacen bien. Millones de personas realizamos trayectos todos los días al trabajo. Cada vez que salimos a un recado. Autobuses que descargan niños en colegios, camiones que transportan todo lo que necesitamos, furgonetas entregando nuestras compras on-line en la última milla, ciclistas y peatones que eligen usar las piernas si el trayecto no es muy largo, y por supuesto, también por placer, como nuestras salidas en moto por puro disfrute. Miles de millones de trayectos que terminan con éxito, y sólo una ínfima parte de ellos son los que tienen como consecuencia un accidente mortal. Por eso es tan difícil tomar medidas efectivas cuando van destinadas a una parte tan pequeña del total. ¿Por eso resulta tan difícil reducir los fallecidos en los últimos años, dando lugar a unas cifras atascadas en una especie de “cero técnico”?

A menos que seamos unos irresponsables al volante o manillar, lo normal es que no nos pase nada. Los pequeños errores no suelen tener consecuencias y pasan desapercibidos, como un fallo de cálculo en la trazada, en la estimación de la velocidad adecuada, un pequeño despiste… El problema viene cuando son muchos y no tan pequeños (típico al combinar conducción con alcohol, drogas o el móvil) y además aparece otro vehículo que se cruza en nuestro camino, un ciclista, una situación meteorológica complicada, una curva inesperada o un diseño o mantenimiento inadecuado de la carretera. Entonces nuestro error acaba significando un accidente de consecuencias por ver.

La Vision Zero.

Mejorar las cifras de fallecidos está en mano de todos, empezando siempre por uno mismo. El exceso de confianza se paga muy caro. Pere Navarro, que es un hombre con una facilidad pasmosa para regalar titulares, reconocía hace unos días a preguntas de Hilario Pino, en el programa de televisión LaSexta Noche, que «llevamos 50 años culpando al conductor por correr, beber o distraerse». ¿Hemos llegado al mínimo que podemos conseguir, o simplemente hay que buscar nuevas soluciones?

En 1997 surgió el concepto de la Vision Zero, concretamente en Suecia, aunque ha sido adoptado por otros países con algunas diferencias. La idea principal es que una vida no tiene precio y por tanto no puede estimarse una relación coste/beneficio a la hora una decisión o una inversión que mejore las condiciones de seguridad. Carreteras y vehículos deben mitigar las consecuencias de los errores que los humanos, sin duda, cometeremos al conducir, buscando ese objetivo de “cero muertos”. La novedad radica en que la responsabilidad ya no es únicamente del conductor, sino que es compartida. Sonaba muy bien, pero los resultados, lamentablemente, no han sido tan positivos.

DGT Seguridad vial vision zero
Foto: I. Arbaiza

Sin duda, hay que seguir avanzando, porque no lo estamos haciendo demasiado bien, todavía queda recorrido. Pere Navarro fue sincero en algunos asuntos («no se trata de empapelar a toda la población»), pero no estuvo muy convincente cuando se le preguntó dónde termina el dinero recaudado con las multas, o por los guardarraíles («somos los que más hemos avanzado»). Esa «delicada relación de confianza entre el conductor y la DGT» no se rompe por multar en exceso («no nos gusta la imagen de la Guardia Civil de Tráfico persiguiendo fumadores»), sino por no explorar otras soluciones que sin duda ayudarían mucho a trabajar por una Seguridad Vial que rompa con lo hecho hasta ahora.

Rendirse nunca será una opción.

La Seguridad Vial es un concepto multidisciplinar y engloba problemas y soluciones relacionadas al menos con Infraestructuras, Educación, Justicia, Trabajo, Migración, Turismo, Sanidad, Industria, Consumo, Hacienda, Transición Ecológica e Innovación. No puede llegarse a la reducción total si casi todas las soluciones emanan de la vigilancia, del control y la sanción. Me llamó la atención una frase de Navarro, al final de la entrevista, al afirmar que «nos hace mucha ilusión lo del airbag para motoristas». Puedo entender que se nos obligue a los conductores a comprar vehículos o dispositivos de seguridad que puedan salvarnos la vida en caso de accidente, pero lo que nos haría ilusión a muchos es que ese airbag costara 100€ menos porque se le aplica un IVA reducido. También basta ver algunas carreteras para darse cuenta de que hay áreas con influencia en la siniestralidad que requieren mayor atención.

Si como dice Navarro el problema es tan grave, es el momento de intentar obrar el segundo milagro actuando en todos los frentes. Tras 50 años multando ya se ha llegado hasta donde se podía llegar. Esa será la forma de convencer al automovilista, y a la sociedad en general, de que el objetivo cero es el verdadero objetivo.

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