
El fin de semana de Pecco Bagnaia, desconectado, un equipo en silencio y un vacío entre ambos que empieza a parecer demasiado grande.
Hay fines de semana que no se explican con datos, y el de Pecco Bagnaia en Mandalika es uno de ellos. Este fue, sobre todo, un síntoma visible de una desconexión que nadie parece entender del todo, la pregunta podría ser ¿Quién tiene más dudas del otro, Ducati o Pecco Bagnaia? El hermetismo comunicativo no es buena compañera para un piloto ni para un equipo cuando hablamos de un deporte de élite y sobretodo cuando lo hacemos del equipo más laureado de los últimos años y del que, hasta ahora, ha sido su punta de lanza, por consecuencia tienen siempre todos los focos apuntando hacia ellos, aunque a Davide Tardozzi se encargó de recordar que esto no le termina de gustar, como dejó claro el Viernes a Sky.
Un campeón desdibujado en solo siete días
El campeón de 2022 y 2023, el mismo que hace solo siete días daba la sensación de haber renacido en Motegi con una actuación impecable, se encontró en Indonesia con una realidad completamente opuesta: fuera de ritmo, sin confianza, y envuelto en una atmósfera de confusión que da la sensación de ir más allá de lo deportivo.
Resulta extremadamente difícil encontrar una explicación racional al fin de semana de Pecco Bagnaia en Mandalika. Incluso aceptando todas las variables, que la moto sea la de antes de Motegi, el tipo de neumático, nada justifica la magnitud del descalabro.
Hablamos de un piloto que, hace apenas una semana, dominó en Motegi con una superioridad aplastante. Pole, victoria en la sprint, victoria en la carrera larga. Un fin de semana perfecto, de los que curan heridas y devuelven el brillo a cualquier campeón. Lo hizo con una moto que, según el propio Davide Tardozzi, es la misma con la que ha competido este fin de semana en Indonesia. Si se le quiere buscar una explicación técnica, habría que mirar demasiado entre líneas.
Y, sin embargo, la diferencia de rendimiento ha sido abismal. En la sprint, Bagnaia terminó último en pista, a trece segundos del penúltimo, en una carrera de apenas trece vueltas. En la carrera principal, se encontraba también en la última posición cuando se fue al suelo, de forma extraña, lejos del grupo, por detrás incluso de Somkiat Chantra.

Una caída que parece algo más que un error
Uno hasta podría pensar, aunque nadie se atreva a decirlo en voz alta, que, en el momento en que Pecco Bagnaia rueda completamente último, detrás de Chantra, deja que la moto se le escape hacia la grava con más resignación que sorpresa. Fue, en apariencia, menos un error de pilotaje que una especie de rendición controlada, el lazo final a un fin de semana en el que legítimamente algunos aficionados se preguntan si Pecco realmente quiso competir, una pregunta dura y que no debe ser tomada a la ligera pero que ante tal actuación ambos días de carreras unido a sus declaraciones, es normal que esta acabe surgiendo.
El gesto tiene algo humano, incluso poético, pero también preocupante. Porque si un piloto como Bagnaia, dos veces campeón del mundo de MotoGP, símbolo de la era moderna de Ducati, alcanza un punto en el que la única salida parece ser “dejar ir” la moto, significa que algo más profundo se ha roto. No es solo una caída física: es una desconexión emocional con el proyecto, una grieta en la confianza mutua, algo además difícil de ocultar por mucho que Davide aparezca para recordarnos a todos el apoyo y el cariño que le dan a Bagnaia cada fin de semana.
Declaraciones que apuntan y otras que son muy convenientes
Y las palabras no ayudan. En las últimas semanas, Bagnaia ha pasado de la frustración técnica a la ironía venenosa, teniendo como punto álgido el vivido en Indonesia, sobretodo el Sábado, recuerdo que el Domingo en Ducati decidieron que Pecco no atendiese a los medios. Todo parece muy conveniente, incluso el que se le «escapara» a Uccio la información, que adelanté una semana antes, Pecco había usado la moto de Morbidelli en los test de Misano ¿Casualidad? Es difícil no pensar en algo más allá sabiendo de dónde viene Pecco, la Academy del VR46, una información que obviamente en Borgo Panigale no ha sentado nada bien que de a conocer públicamente.
Cada intervención de Pecco Bagnaia ante los medios se ha convertido en un campo minado de alusiones, insinuaciones y reproches más o menos velados hacia su propio equipo. No hay una explosión abierta, pero sí una lluvia constante de pequeñas gotas que van erosionando la relación. Y eso, dentro de un garaje, puede ser más destructivo que cualquier caída, cada vez que habla el piloto italiano las sensaciones son de que la realidad dentro de ese box y sobretodo en el lado del 63, debe ser bastante tensa.

Cuando todo depende de sentirse cómodo
El problema no es que Bagnaia tenga dificultades para encontrar sensaciones, sino la dimensión de la caída en su rendimiento. Porque mientras el piloto italiano se hundía, otros pilotos con el mismo material, con las mismas condiciones, eran capaces de mantenerse en posiciones mucho más nobles. La mayoría de pilotos Ducati sufrieron, sí, pero nadie pareció perder completamente el norte como él o las aparentes ganas de competir, cuesta creer que Pecco lo estuviese dando todo estando detrás de Chantra el Domingo o a trece segundos a final de la carrera Sprint.
Y es ahí donde aflora la verdadera preocupación. No por la falta de nivel, que nadie discute, sino por la desconexión entre el piloto y su propio instinto competitivo. Si todo depende de sentirse cómodo, el margen de reacción se reduce a la nada. En cambio, los grandes pilotos, los genios del motociclismo, los que trascienden generaciones, son los que logran rendir incluso cuando la moto se convierte en un enemigo. Hacer por cierto la comparación con lo vivido por Jorge Lorenzo precisamente aquí en Ducati hace años creo que siempre hay que ponerlo en el contexto de que Jorge era un piloto que llegaba a una Ducati ya hecha, en este caso Pecco lleva con una Ducati desde que llegó al mundial en el 2019, la caída al abismo en cuanto rendimiento no merece hacer una justificación tan simple.

Lo que diferencia a los buenos de los excepcionales
Hablando con Ezio Gianola sobre el tema Pecco, hace un mes aproximadamente, me comentaba que él considera que Pecco, siendo el gran piloto que pensamos que es, debe demostrarlo, incluso aunque la moto no sea del todo a su gusto, no se puede permitir estar tan atrás y es que nadie le pide que haga podios todos los fines de semana, algo que por cierto a comienzos de temporada, con esta moto, hacía, pero lo que no puede hacer es dar la sensación de que al llegar a un fin de semana donde las cosas quizás no estaban completamente a su gusto o como él se las esperaba antes de poner la moto en pista, tirar la toalla.
Estar el quince, el veintiuno o posiciones similares no es donde pertenece Pecco Bagnaia, pero lo que no se puede hacer tampoco es intentar buscar siempre la justificación técnica a que Pecco acabe en estos lugares, podemos aceptar que la GP25 sea una moto menos dócil, menos accesible para todos los pilotos, pero es difícil e incluso diría duro de aceptar que un piloto como Pecco no pueda tener la capacidad después de casi una temporada completa, de estar adaptado a la Desmosedici de este año.
Bagnaia, que tantas veces ha demostrado madurez y consistencia, parece haber perdido precisamente eso. Y esa es una línea peligrosa. Porque, en MotoGP, la diferencia entre los grandes campeones y las leyendas no sólo se mide por los títulos ganados, sino por lo que son capaces de hacer cuando todo va mal.
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