Suzuka abriría de nuevo la temporada de 1989 y lo haría a lo grande, con uno de los duelos más memorables entre Rainey y Schwantz. Su primera gran batalla por la victoria a nivel mundial, como tantas y tantas veces tuvieron en Estados Unidos.
Recuerdo que aquella madrugada en España, a mis inocentes y recién cumplidos siete años, quedé enamorado para siempre de este deporte y de dos pilotos norteamericanos que hacían cosas imposibles con sus motos. Aquella madrugada Rainey y Schwantz con un duelo que quedó en los anales de la historia, pero no adelantemos acontecimientos, vayamos paso a paso.
Honda contaba con el campeón recién fichado de Yamaha, Lawson y con el subcampeón, Gardner, aparte de la joven apuesta Doohan que debutaría aquella temporada. ¿Impresionante, verdad? Por su parte Yamaha tendría en sus filas a Rainey y Magee en el Team Roberts, el omnipresente francés Sarron y al recién recuperado para la competición, Spencer en el equipo de Agostini, sustituyendo el lugar que había dejado el campeón fugado a la eterna marca enemiga.
Suzuki por su parte, tenía a Schwantz. El campeón Lawson, llegaba con dudas a la primera cita. Durante pretemporada se lesionó la mano y la espalda, además de empezar sobre Honda, cuando siempre había sido piloto Yamaha en los Grandes Premios. Cambiar de marca y ser campeón directamente en la categoría reina no parecía fácil misión, de hecho hasta esa temporada nadie lo había logrado nunca.
Desde los primeros entrenamientos, Schwantz pudo comprobar que su Suzuki había evolucionado uno de los puntos débiles que más sufrió en 1988, el motor. Su moto estaba ahora a un buen nivel, capaz de adelantar por velocidad punta en la recta de Suzuka incluso a una Honda. El #34 conseguiría meter la moto en primera fila con el tercer mejor tiempo, con Rainey y Gardner a su lado y con el sorprendente piloto local, Taira en la pole.
El japonés había repetido la pole en casa como el año pasado. Los otros dos favoritos, Lawson saldría desde tercera fila y Spencer desde segunda. Daba la sensación que estos necesitarían más tiempo para adaptarse a sus nuevas monturas. Acostumbrados a ver a Lawson con Yamaha Marlboro y a Spencer con Honda Rothmans, parecía que no sólo ellos debían acostumbrarse a los cambios, parecía el mundo al revés.
Llegaba la hora de la verdad. El domingo Spencer salió antes que nadie, como un auténtico rayo nada más que se encendió el semáforo verde, pero Rainey alargó más las marchas, frenó más tarde y cogió la primera posición al entrar en la primera curva. Como le gustaba a él. Schwantz estaba bien posicionado, tras ellos, pero fue importunado por el local Taira que lo adelantó al iniciar las famosas eses de Suzuka.
Chili caía en la primera vuelta al intentar hacer un adelantamiento imposible en la lenta curva “Hairpin”. De lo peor que te puede pasar al empezar un campeonato es caerte en la vuelta inicial, no auguraba nada bueno para el italiano. El campeón Lawson, con molestias en la muñeca y en la espalda, rodaba más allá del “Top 10” dando malas sensaciones.
Mientras que Rainey pasaba por primera vez en meta con dos segundos de ventaja sobre el grupo que encabezaban Spencer y Schwantz. Aún sigue impresionando cómo arrancaba las carreras una y otra vez el piloto californiano. Lo más parecido hoy en día son las salidas que solía hacer Jorge Lorenzo.
Schwantz viendo cada vez más pequeño a su máximo rival, pasó al ataque adelantando a Spencer en la misma curva que Chili había caído en la vuelta anterior, y ponía el punto de mira en Rainey. Dos segundos y medio que recuperar. El texano se marchaba del grupo, dejando a Taira, Spencer y Magee la lucha por el podio, mientras que por detrás se esperaba la reacción de Gardner que ya marchaba sexto… ¡Pero se salía de pista!
El australiano, en el afán de recuperar demasiado pronto se salía en la curva “Hairpin” que estaba dando mucha guerra aquel día. Final de la vuelta tres, Kevin ya estaba a dos segundos de Rainey. ¿Sería capaz de recuperar esa distancia? Spencer seguía sorprendiendo y afianzaba la tercera posición con un adelantamiento a Magee, mientras que Taira quedaba retrasado tras un susto complicado de salvar con una 500cc de 2 tiempos.
Mientras tanto, digno de mención, el debutante Mick Doohan marchaba en séptima posición tras Christian Sarron. Pasaban las vueltas y la distancia no se reducía, parecía que Rainey estaba muy inspirado y que sería complicado echarle mano, pero el de Suzuki seguía empujando. En la vuelta 7 ya daba la sensación de que estaba más cerca y en la vuelta 8 ya estaba claro, se había echado encima de su rival.
El tercer clasificado estaba tan lejos que cuando salía a la recta de meta no veía al dúo americano. Entonces Spencer se salía de pista, diciendo adiós a cualquier opción de éxito. Poco a poco Schwantz recortaba el espacio pero no acababa de bajar esas últimas décimas para tomar el rebufo. Se acercaba uno de los más grandes espectáculos jamás vividos y nosotros sin saberlo
La lucha por el podio también iba a estar caliente: Taira intentaba mantener a ralla a Sarron, Magee y Mackenzie, mientras que un poco detrás venían los otros dos favoritos al título, Lawson y Gardner. El australiano se había rehecho tras su salida de pista y volvía enfurecido al ver al enemigo con sus mismos colores, delante de él. Hay que recordar que aunque llevaran la misma moto y patrocinador, no eran compañeros de equipo y habían sido rivales acérrimos durante años.
Vuelta 10, empezaba la marcha. Schwantz ya estaba a rebufo de Rainey, al fin iban a jugarse una victoria en el campeonato del mundo de 500cc. En la curva 130R Kevin se acercó todo lo que pudo para en la “chicane” antes de meta sorprender con una gran apurada de frenada. Rainey intentó contener el ataque pero al tomar la segunda curva de dicha “chicane” se vio sin espacio y tuvo que poner la moto recta sobre el piano para no tocarse con Schwantz.
En esa jugada ganó el primer puesto y más de un segundo de ventaja. ¿Reaccionaría Rainey? Al empezar la vuelta 12 de nuevo estaba a rueda. En la “chicane” Rainey volvería a intentar retomar la cabeza pero apurar la frenada a Schwantz era misión casi imposible. Por detrás, Gardner y Lawson seguían su particular remontada. El australiano ya se había puesto tercero, una posición más acorde a su nivel aunque a “años luz” de los líderes.
La situación parecía estar en calma hasta que Rainey aprovechaba el rebufo de Schwantz y le sobrepasaba al llegar a la rápida curva 130R… ¡Empezaba el juego señores! Kevin directamente se le metía en la siguiente curva, la “chicane”, pero Rainey que preparaba mejor la salida, se metía por dentro en la rápida de entrada a meta. Salía más abierto y Schwantz se ponía en paralelo durante la recta de meta. Kevin giraba la cabeza y le echaba una mirada divertida.
En la frenada de final de recta, de nuevo el 34 por delante, pero Rainey trazaba de maravilla para colarse por dentro en la larga primera curva. ¡Habíamos vivido cinco adelantamientos en cuatro curvas! El público japonés aullaba y la afición española desde casa, en plena madrugada, no necesitaba café para mantenerse despierta.
Rainey se marcó su primera gran derrapada, justamente en la curva Dunlop, era increíble verle salir cruzada de aquella curva tan rápida. Empezaban a pasarse y repasarse, mientas que en la cabina de comentaristas se empezaban a hacer apuestas sobre quién vencería de los dos. Vuelta tras vuelta, uno pasaba y el otro se la devolvía.
Pese a que la carrera estaba muy emocionante por detrás en la lucha por el podio, a veinte segundos de la cabeza, nada podía desviar la atención del duelo por la victoria. Nadie quería ir detrás, los dos querían estar siempre primero. No había una sola vuelta en la que no veíamos un adelantamiento.
Al salir de la curva 9, Rainey se empareja a Schwantz haciendo un caballito para adelantarlo a la entrada de la 10. Bajó su rueda delantera justo a tiempo para poder torcer, una pasada sensacional. En la siguiente se emparejaron, para en la curva 12 de nuevo Kevin meter la moto en la bajada. Era increíble lo que estábamos viviendo. Si la carrera estaba siendo así, ¿Cómo sería la última vuelta?
Se especulaba ya hasta con un golpe de carenados como en sus míticas carreras en el Trofeo Transatlántico. En un pequeño paréntesis, una mirada atrás para ver a los grandes rivales de 1988, Gardner y Lawson, en pugna por el podio, aunque con el australiano dando mejores sensaciones, siempre delante.
Una nueva derrapada al límite de Rainey en la curva Dunlop cuando la retransmisión nos mostraba a Gardner fuera de pista. Un enorme latigazo, habitual para el australiano, que había conseguido controlar sin caer pero que le había sacado de pista para complicarle el podio. No sólo eso, sufrió un fuerte golpe en una zona sensible muy desarrollada en “wild” Wayne, los testículos.
La salvada fue impresionante ya que a punto estuvo de chocar contra el muro. Lawson, el campeón que corría muy tocado físicamente su primera carrera con Honda, había ido paso a paso hasta llegar a la tercera plaza. Faltaban cuatro vueltas para el final y las motos se retorcían en cada aceleración. Rainey comandaba más tiempo que Schwantz, pero se preparaba el acto final que prometía ser de infarto.
Había una calma tensa ya que estando Schwantz detrás, sabíamos que algo podía pasar pese a los esfuerzos de Rainey por escaparse. Aunque lo intentó en los últimos giros, no pudo y Kevin empezaba la última vuelta pegado a su rueda. Cogió el rebufo y en la primera curva se metía delante en una gran apurada de frenada. Entonces Schwantz lo dio todo en cada curva.
En la “Dunlop” tuvo un susto que controló perfectamente y siguió metido en su carenado. Rainey estaba muy pegado y todos, incluso su rival, esperábamos su contraataque. Impresionante derrapada al salir de la curva “spoon” nos llevaba a la recta que desembocaba en 130R y la “chicane” donde todo se iba a decidir.
Rainey no atacae en la primera y en la segunda posibilidad tomó una táctica conservadora mientras que Schwantz casi quemó los frenos en una apurada perfecta. Recta de meta y… ¡Victoria para el #34! Acababa de llevarse uno de los más grandes duelos de la historia y le mostraban la bandera a cuadros mientras levantaba el puño. Estaba eufórico mientras que Rainey estaba visiblemente enfadado.
Schwantz, tras quitarse el último plástico de la visera, buscaba a su rival para darle la mano. Rainey se la dio aunque rápido y de mala gana. Los sentimientos enfrentados estaban a flor de piel. Por detrás, Lawson certificaba un magnífico podio en su primera carrera con Honda, mientras que un muy dolorido Gardner llegaba cuarto.
Mientras tanto, Schwantz de pie sobre sus estribos con los brazos en alto mientras trazaba la curva “Dunlop”, una imagen icónica con su Suzuki Pepsi que hoy más de 30 años después, aún a muchos nos pone la piel de gallina. Otra vuelta de honor llena de caballitos y gestos de felicidad hacia la grada. Después del podio, cuando los pilotos pudieron dar sus impresiones, Rainey nos sorprendió a todos.
Había cometido un error ya que pensaba que quedaba una vuelta más y no atacó al 100% en ese último giro. No miró su pizarra y estuvo fijándose en el cuenta vueltas del circuito. No se había percatado de que lo cambiaban cuando ellos pasaban por delante, entonces al empezar la última vuelta vio un “2” que nada más pasar ellos se convirtió en un “1”. La sensación de Rainey era que no entendía como Schwantz iba tan al límite en esa penúltima vuelta, que en realidad resultó ser la última.
Tenía preparado un punto de adelantamiento y aseguraba saber cómo tapar la última “chicane” para que su rival no pudiera adelantarle. Nunca sabremos que hubiese ocurrido. Schwantz por su parte reconoció que su Suzuki fue perfecta, así como los neumáticos Michelin que calzaba frente a los Dunlop de su rival. Había sido una de las carreras en las que más se había divertido en su vida. Empezaba una de las temporadas más espectaculares que se recuerdan con ellos y Lawson (Honda) como protagonistas. Tres norteamericanos con tres marcas distintas.
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