
En nuestra cuenta atrás de dorsales llegamos a un piloto, que más allá de su talento y del palmarés, es apreciado dentro del paddock. «Julito» como se le conoce, aparte de ser campeón, es un chaval normal, que trata con sencillez a todo el mundo.
Julián Simón Sesmero nacía en Villacañas (Toledo) el 3 de abril de 1987. Su inicio en las dos ruedas fue en la especialidad del motocross, donde fue campeón de España alevín con 10 años de edad. Dos años después se pasaría a la velocidad, participando en aquella fructífera Copa Aprilia donde con 13 años fue campeón en las categorías de 50cc y 125cc.
Así llegaba al campeonato de España donde fue 4º en 2001 y 3º en 2002, presentándose como uno de los talentos con mayor proyección de nuestro país. Esta última temporada ya hizo varios «wild card» en el Mundial de 125cc a sus 15 años, cogiendo sus primeros puntos en Estoril al acabar 14º. En 2003 le tocó «bailar con la más fea y con una Malaguti sin nivel suficiente, hizo su primer año completo.
Su suerte cambió cuando en 2005 el equipo KTM oficial se fija en él, tomando parte como compañero de Kallio y Talmacsi en 125cc. Bajo un diluvio, conseguiría en Donington Park su primera victoria, para acabar 7º en la clasificación final. En 2006 repite moto y categoría, logrando un podio, para acabar en 9º posición. Fue un paso atrás, se sintió estancado y entonces le surgió la opción de saltar a 250cc con Honda Repsol.
En 2007 y en 2008 estuvo en la misma estructura de 250cc, aunque el primer año con Honda y el segundo con KTM. El podio se resistió, aunque fue 9º y 10º respectivamente a final de temporada. Su talento estaba ahí, pero no acababa de explotar. Entonces tomó la decisión de volver atrás, a 125cc con la esperanza de retroceder un paso para luego avanzar dos.
Fue una buena decisión y para 2009 militó con una Aprilia RSA oficial en el equipo de Jorge Martínez «Aspar». Entonces vimos al «Julito» que tardó en mostrarse, subiéndose al podio en 12 ocasiones, logrando 7 victorias y el título de campeón del mundo de 125cc. Se haría con la corona tras ganar en la última vuelta a Bradley Smith y llevarse la victoria en Phillip Island. En 2010, el primer año de la categoría de Moto2, saltó con su mismo equipo para optar a la corona. Sólo se vio superado por Toni Elías, al acabar subcampeón tras llegar a 8 podios.
En 2011 se presentaba como uno de los candidatos al título de Moto2, repitiendo dentro de la estructura del Aspar Team. La temporada iba bien, llegaba al Gran Premio de Cataluña segundo en el campeonato por detrás de Stefan Bradl. Mientras peleaba por el podio, el turco Kenan Sufuoglu le golpeaba por detrás, sin que el de Villacañas pudiera hacer nada. Al salir despedido por los aires ya había sufrido una complicada fractura de tibia y peroné, que marcaría el resto de su carrera deportiva.
Desde entonces, aunque consiguiera podios, por mucho que luchara, nunca pudo recuperar el nivel ganador que demostró desde 2009 hasta aquel fatídico día. Las lesiones cambian todo en un suspiro y eso le pasó al bueno de Julito, que sin culpa alguna se vio seriamente perjudicado. Su último «cajón» llegaría en su última temporada completa, en el circuito de Sachsenring, durante la temporada 2016.
Aunque hizo algún que otro «Wild Card» en 2017, su gran despedida fue en el Circuito Ricardo Tormo a finales de 2016, donde volvió a ponerse su casco del tigre (como cuando fue campeón de 125cc) y se llevó la ovación de todos sus aficionados. En la actualidad sigue de lleno en el Mundial de MotoGP como «coach» de uno de los candidatos al título, Maverick Viñales. Ambos coincidieron en 2012 en el mismo equipo, aunque distinta categoría, donde afianzaron su amistad.
Cuando te cruzas con Julito por el paddock o alguna vez nos escribimos por el WhatsApp, se te olvida que estás tratando con un campeón del mundo. Su sencillez y amabilidad siempre presentes, han hecho que más allá del gran piloto que siempre fue, sobresalga su faceta personal. Sólo contaros una anécdota que me pasó con él en Jerez hace unos años.
Estaba yo paseando por el paddock, cuando pasé por delante del «Hospitality» de Italtrans, allí estaba Julito comiendo. Le saludé desde la puerta, no tenía intención de molestar, pero él en cambio me hizo pasar, me ofreció de comer y de beber, interrumpiendo su propia comida. Y eso que tenía el FP2 por delante. Así es Julito, un campeón «normal» porque no es habitual encontrarse a alguien tan humilde que ha ganado tanto en las pistas.
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