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Las mejores frases de Wayne Rainey en MotoGP

16 Jul. 22 | 14:30
rainey motogp
Foto motogp.com

Cuando los más grandes hablan, sólo podemos escuchar y aprender. Wayne Rainey, tricampeón del mundo de 500cc, es una persona muy sensata que siempre dice cosas con sentido.

Hablar de Wayne Rainey es hacerlo de uno de los grandes campeones de la historia de MotoGP. Tres veces campeón de 500cc de forma consecutiva, con Yamaha entre 1990 y 1992. Su carrera deportiva y su vida, dieron un vuelco drástico por el grave accidente sufrido en Misano ’93. Era líder del Mundial, encabezaba la carrera, pero en un suspiro todo cambió, quedando postrado en una silla de ruedas.

Desde entonces ha confirmado lo que ya sabíamos, que tenía la cabeza muy bien amueblada. Con una gran entereza encaró su nueva vida, primero como director de un equipo de 500cc con Yamaha y en la actualidad como máximo responsable de MotoAmérica, el campeonato más importante en Estados Unidos, con el objetivo de buscar nuevos talentos que reverdezcan los laureles que él y otros compatriotas consiguieron.

A través de sus más frases más lapidarias vamos a conocerle un poco más. Rainey era especialista en las salidas, no verlo llegar delante a la primera curva de carrera era extraño. Sus primeras vueltas con neumáticos fríos eran demoledoras. Lo más importante en mi vida, cada día, cada minuto, cada segundo, era pilotar una moto de Gran Premio y es que el motociclismo ha sido y es, su vida.

Había días que era inalcanzable para rivales como Lawson, Schwantz y Doohan. Habría hueco al principio y mantenía una constancia vuelta a vuelta casi perfecta. “Esta mañana he salido de la cama y en mi interior sabía que hoy nadie iba a poder ganarme” llegó a reconocer. Toda su carrera deportiva con Yamaha en 500cc, una moto más equilibrada con un gran chasis, que carecía de potencia respecto a la Honda. Si le pides tres caballos de potencia a Yamaha, te traerán un nuevo basculante

En la velocidad la moto a por sí misma representa el 20 por ciento del total. El piloto es el 80 por ciento” – Dijo una vez, afirmando una gran verdad que otros pilotos demostraron después, el talento del piloto sigue siendo la clave en MotoGP para ganar. Rainey era muy pragmático, siempre regular solía asegurar los puntos: “El que tiene más puntos al final del campeonato es el que gana. Los puntos son lo único que importa”.

Y es que Wayne tenía la máxima de no quedar fuera de carrera y siempre sumar lo máximo posible: Es mejor no fallar nunca que triunfar nueve veces y fallar una vez”. Siendo también partidario de que los pilotos resuelvan sus problemas en la pista, con menos interferencia de Dirección de Carrera en los despachos: Hay que dejar a los pilotos arreglar las cosas entre ellos como hemos hecho siempre”.

Otro factor que Rainey tenía muy en cuenta era ser el número 1 de la marca, el piloto referencia. Desde 1989 hasta 1993 él lo fue en Yamaha, pese a encontrarse con rivales de la altura de Magee, Lawson, Kocinski o Cadalora. Defendió su posición con fuerza siempre, ya que aunque no ganase, debía ser más rápido que el resto de pilotos que llevaban su moto: Nadie te puede exigir que ganes cuando la moto no te lo permite, pero debes ser el más rápido del equipo. Como piloto número 1 tienes que ser el más rápido, después te puedes quejar todo lo que quieras

Su rivalidad con Kevin Schwantz

Una de las cosas que más define a Wayne Rainey, es su rivalidad deportiva con Kevin Schwantz. Aquello era una batalla de diferentes caracteres, forma de ver las carreras, distintas marcas de motos y de neumáticos… ¡Incluso California contra Texas! Puede que fuese la mejor y más prolongada rivalidad en el tiempo, con carreras épicas y mucho respeto pese al “odio mutuo” que se profesaban. Nuestra rivalidad fue real, no era ficticia. Al principio no era muy sana, pero al hacernos mayores…”

Recuerdo la intensidad con la que vivimos las carreras, en mi necesidad de ganar a Schwantz y en cuánto necesitaba él batirme a mí. Competíamos sin darnos un centímetro… ¡Esa es la emoción que quieres sentir cuando corres!” – Unas luchas que hicieron que millones de personas se apasionaran por este deporte, entre los que me incluyo. Desde los entrenamientos, la cuestión con Schwantz consistía en no dejar dormir tranquilo al otro la noche antes de correr”.

Rainey ganó más títulos, 3 por 1 de Schwantz, pero en cambio tiene una victoria menos en carrera y sobre todo, el recuerdo de haber perdido los más grandes duelos: De aquella rivalidad con Schwantz hay varias historias interesantes, algunas que nunca se podrán contar. Los recuerdos que mejor conservo pertenecen a carreras en las que fui derrotado” – Como le ocurrió en Suzuka ’89 o Hockenheim ’91, dos clásicos de nuestro deporte.

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“No digo que hubiese ganado la carrera porque Kevin (Schwantz) iba muy fuerte” – Reconoció tras Suzuka ’89 “pero no sabía que estaba en la última vuelta. Veía a Schwantz tan al límite que hasta me reía pensando, ¿Qué haces chico? Me lo estás enseñando todo. Respecto a su derrota en Hockenheim, con la mítica apurada de frenada de Schwantz en el Motordrome, se sorprendió de verle tan descontrolado, pero tuvo que reconocer que su rival había hecho una jugada maestra.

Su rivalidad llegó al máximo exponente en su último año juntos en pista, en 1993. Kevin y yo chocamos muchas veces, pero casi nunca sin querer”. El fin de semana que ganó su último Gran Premio, Brno, tuvo un encontronazo en entrenamientos con Schwantz. “¡Si quiere enfadarse con alguien, tiene que ser conmigo!” reconoció tras casi sacar de pista al tejano de un golpe durante los entrenamientos.

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Los celos le comían porque le había visto discutir con John Kocinski. El enemigo de Kevin era yo, no el gilipollas de John” – Llegó a decir. Algo impensable hoy en día sin sanción de por medio.  Y como tuvo que reconocer con el tiempo: Quiero a Kevin (Schwantz) como persona, pero después de tantos años de roces con el flaco éste, cuando le veo los ojos aún lo odio un poco

El accidente de Misano

Por último el desgarrador testimonio de Wayne Rainey 25 años después de la caída en Misano, que le produjo la fractura en su médula espinal. Su carrera deportiva acababa de forma abrupta y comenzaba una nueva vida. Me cuesta hablar de Misano ’93 porque mi vida cambió muchísimo a partir de ahí. Creía que si podía ganar la carrera, iba a ser muy importante para el campeonato”

Llegué al circuito y me encantaba esa pista, era mi favorita. La siguiente carrera era Laguna Seca y luego acabábamos en Madrid. En esos tres circuitos había ganado ya y me encantaban. Pensé que tenía ventaja. Para mí era importante ganar a Kevin en Misano, primero. Pero aquel día la carrera estaba programada a unas 30 vueltas y tras la 10 ya estaba agotado. Completamente distinto a lo que me había pasado antes”

Creo que me puse demasiada presión para asegurarme de que batiría a Kevin. Con esas motos, cometí un pequeño error. Todo ocurrió muy rápido y acabé en el suelo antes de darme cuenta. Mi primer pensamiento fue “No, he perdido el campeonato”. Luego me di cuenta de que iba muy rápido, no sabía dónde estaba. Cuando finalmente me detuve, sentí un dolor muy fuerte, un dolor que no era natural. Era un dolor superior al que había sentido hasta entonces.”

Pensé que tal vez moriría, a ese nivel me dolía. Me puse muy nervioso pensándolo. Fue muy complicado, recuerdo como fue todo el proceso, el mero hecho de respirar era más difícil que cualquier mundial o cualquier carrera que pudiera haber ganado. Enseguida vi que me había hecho mucho, mucho daño. Y me dije, “¿Cómo algo que amo tanto puede doler tantísimo? Fue algo muy, muy difícil.”

Unas palabras que nos sacaron las lágrimas a todos. Rainey sigue muy de cerca el campeonato actual y también ha tenido tiempo para valorar el cambio de aquellas salvajes motos de 500cc que le tocó pilotar, hacia las tecnológicas MotoGP con múltiples sistemas de control electrónico. Según Rainey esto hace que los pilotos estén más igualados, favoreciendo las batallas entre los buenos contra los mejores y asegurando que: “Si tuvieran que quitar la electrónica, Marc Márquez se vería favorecido”

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