Carta abierta al nueve veces campeón del mundo.
Entiéndase lo primero que escribo este artículo como algo personal, no como algo periodístico, dirigido a Valentino Rossi. Soy alguien que tanto a nivel personal como profesionalmente me ha aportado mucho. Hay cosas que me han gustado de él y cosas que no, pero hoy quería darle las gracias por tantas cosas y a la vez pedirle algo.
Muchos de nuestros lectores se aficionaron a las carreras con Valentino Rossi, para ellos las carreras empiezan y terminan con ellos. Yo, que ya calzo 42 primaveras, tuve la suerte de empezar a ver motociclismo en los años ’80, por lo que puedo tener una perspectiva más amplia. Además de lo mucho que he visto y sobre todo leído, revistas en blanco y negro para conocer la historia de nuestro deporte.
Valentino fue aire de soplo fresco con su llegada al Mundial a mediados de los ’90. Fue algo diferente, tal descaro y carisma, una personalidad tan fuerte y un talento tan increíble en moto. Llegaba a cada categoría y tras un año de aprendizaje, al siguiente se coronaba campeón. Así empezó a acumular, podios, victorias, títulos y millones de aficionados que le idolatran por todo el mundo.
El motociclismo ya se estaba antes de él y sigue después, pero su figura ha pasado a la historia de nuestro deporte, del deporte en general. Él se atrevió a dejar la moto ganadora para irse a Yamaha y ganar su primera carrera, así como hacerse con el campeonato. Porque no os engañéis, la clave de que todo funcionara alrededor de él, es que como piloto era un fuera de serie, uno de los más grandes de la historia.
Nos regaló duelos y rivalidades de las que hacen afición, en una época donde aún no había redes sociales, los foros, los blogs y aún la tertulia en el bar con los amigos. Las motos eran en abierto y todos le conocían. Es cierto que alguna vez llevó alguna de estas batallas muy al límite, como contra Biaggi o Gibernau, a los que ganó con contundencia. Posteriormente contra pilotos como Stoner o Lorenzo, donde todo estuvo más igualado. Luego llegaría lo de Marc Márquez, que eso merece capítulo aparte.
En lo personal debo reconocer que Valentino es uno de los principales culpables de que estéis leyendo ahora mismo Motosan.es, sí, en efecto. Yo colaboraba con la revista Motociclismo y hacía mi camino en redes sociales, cuando Valentino vio mi trabajo y lo compartió en sus redes sociales. Su difusión me abrió puertas y me ayudó a avanzar.
Conseguí más seguidores y me hizo creer que podría crear mi propio medio de comunicación. Pasé de aficionado a profesional del sector. A nivel personal también fue siempre muy amable conmigo cuando nos encontrábamos en el paddock. Por eso, aparte de darle las gracias por lo mucho que aportó como piloto, personalmente tengo que agradecerle por tanto.
Por eso más me duele ver el odio en redes sociales de tantas personas contra él. Sobre todo porque vienen como respuesta a unas declaraciones muy feas hechas hacia Marc Márquez, otro de los más grandes pilotos de la historia de MotoGP. En aquel maldito 2015 Valentino sintió miedo. Primero a que Lorenzo le superara, (¿Recordáis aquel casco del tiburón y el pez amarillo en Misano?) y después tuvo miedo de que Marc Márquez jugara sucio y favoreciera a su rival.
El miedo suele hacer que te equivoques y normalmente acaba atrayendo lo que más temes. Sólo así se explica aquella rueda de prensa en Sepang. Personalmente creo que ni Valentino ni Marc actuaron bien, en cierta medida aquel año 2015. Hasta los más grandes se equivocan, porque son personas al fin y al cabo. También estoy seguro que si Valentino hubiese hablado bien de Marc en aquella rueda de prensa en Malasia, en vez de echarle tierra encima, habría conseguido aquel merecido 10º título mundial. Sólo tenía que darle una imagen honesta a la que hacer justicia.
Han pasado ya 9 años, Valentino. Déjalo ir por favor. El miedo hizo que pasara, tuviste parte de responsabilidad. Aquello derivó en odio, algo que no hace bien para empezar a tu persona y por supuesto, a los aficionados, al motociclismo en general. Ahora estás retirado, con una mujer maravillosa, con una hija preciosa, disfrutando de la competición desde otra perspectiva.
Tienes grandes y fieles amigos, una academia de pilotos, pupilos que te admiran. No te falta de nada. Por eso sólo puedo darte las gracias por todo y desde el aprecio y la admiración, que admitas tu parte y perdones la otra. Los dos os hicisteis mucho daño entonces. El pasado no va a cambiar, pero sí serás más feliz y puedes influir en el presente y futuro del motociclismo de forma más positiva. Vales mucho más que un título ganado o perdido. Eres LEYENDA.
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