Saltar al contenido
MOTOSAN | MOTOGP, MOTOCICLISMO Y COMPETICIÓN. "Life is Racing"

Tu cerebro en moto: la homeostasis del riesgo

2 Mar. 20 | 16:00
Haces de luz de vehículos en imagen de larga exposición
Foto: Paul Smith

Para poder conducir tu moto con seguridad es importante saber cómo tu mente percibe y gestiona el riesgo al conducir. La teoría del riesgo homeostático siempre está ahí aunque no seamos conscientes.

La primera vez que noté el efecto homeostático del riesgo, sin saber lo que era, fue cuando estrené mi mono de cuero. Imagínate el conjunto. Acompañando a un buen casco, botas y guantes, un traje rígido, protecciones por todos los lados, espaldera… En ese momento no me di cuenta, pero unos días después, al repetir parte del trayecto llevando unos vaqueros, zapatillas y una chaqueta de vestir, caí en la cuenta de que estaba conduciendo la moto mucho, muchísimo más despacio que aquel día. La razón era muy sencilla: me sentía terriblemente desprotegido en comparación con la coraza que llevaba puesta el primer día.

El psicólogo canadiense Gerald Wilde presentó la «teoría de la homeostasis del riesgo» (THR), que afirma que ante la disminución de un riesgo, nuestro cerebro lo compensa asumiendo un riesgo mayor en otra área.

La homeostasis no es una teoría únicamente aplicable a la conducción

Hay estudios que afirman que cuando se empezaron a comercializar medicamentos con tapas seguras a prueba de niños, la tasa de intoxicaciones aumentó al relajarse los padres y no tener tanto cuidado al guardarlos. Pero no ocurre sólo a los adultos. Wilde también recogía que los niños se rompen más huesos desde que el suelo de los parques infantiles son de goma. Antes nos hacíamos heridas con la gravilla. Los chavales han cambiado su comportamiento y esa sensación de seguridad les hace correr más riesgos en sus juegos.

Por todo esto, no nos debería sorprender que los pasos de peatones sea el lugar donde más atropellos se producen. Cierto que es la zona más habitual para cruzar, pero cuando un peatón salta al asfalto por donde no debe, está alerta, vigilante, y lo hace de forma rápida. En un paso de peatones se relaja, hasta el punto de que no es extraño verlos cruzar con la mirada clavada en su móvil. Luego volveremos sobre esto…

Percepción y tolerancia al riesgo

Hay dos asuntos clave en todo esto, que son la percepción y la tolerancia al riesgo. Todos tenemos una capacidad subjetiva para analizar un escenario y calcular el riesgo que estamos corriendo. Y por otro lado, mientras algunas personas son más conservadoras otras dan por aceptables niveles más altos de riesgo. Aquí entran muchísimos factores, como formación, educación, destreza, edad, sexo, personalidad, tener prisa, la presión del grupo, estar bajo influencia del alcohol o drogas… Es un mundo. Por eso es importante conocerse.

Pero es muy interesante saber cómo funciona esta teoría para poder identificar circunstancias que nos están llevando a cruzar la línea y circular por encima del riesgo que habitualmente aceptamos y ser conscientes de ello. Y también a identificar a otros vehículos peligrosos que están jugando con la teoría de Wilde. Ya os he contado que yo voy más fuerte con mi fantástico mono. Veamos más ejemplos.

Aléjate de vehículos peligrosos…

Por desgracia, muchos automovilistas manipulan el móvil mientras conducen. Pero es bastante sencillo identificarlos. Si estás cerca, el reflejo de sus espejos retrovisores suele delatarles, pues es fácil detectar que no miran la carretera sino hacia abajo. Pero hay más. Puede que vayan haciendo eses o realizando bruscas y continuas correcciones con el volante. Pero si ves un coche que de repente reduce la velocidad de forma anormal, sin causa aparente, es que pasa algo.

Ese conductor, consciente de que usar el móvil va a aumentar su percepción del riesgo al no poder prestar la atención necesaria, va a compensarlo reduciendo la velocidad. Son reacciones naturales, como ir más despacio de noche. Lo he visto infinidad de veces y tú mismo podrás comprobarlo con un poco de observación.  Un vehículo rápido es una amenaza, pero uno excesivamente lento también, algo esconde en su interior. Un móvil, una discusión, un conductor novel, conscientemente torpe o con una elevada tasa de alcoholemia. En cualquier caso, no te puedes fiar ni de tu sombra.

…pero a veces somos nosotros el peligro

Las carreteras son indudablemente más seguras que hace décadas, aunque mantengan viejos problemas pendientes de solución como los guardarraíles. El asfalto es de mejor calidad, tiene mejor agarre, produce menos ruido al contacto con los neumáticos, los carriles y arcenes tienen una mayor anchura, y todo el conjunto nos da una sensación de mayor seguridad.

Recuerdo estrujando mi primera moto hasta los 90 km/h. El motor emitía un tormentoso quejido, el chasis se doblaba en las imperfecciones del trazado y temblaban hasta los tornillos que sujetaban la matrícula. ¿Y que pasa con las motos de hoy? Todo suavidad, finura, metes la cabeza en el carenado y ni te enteras.

En definitiva, esa percepción de entorno seguro nos lleva a ir a una velocidad mayor, y sólo la amenaza de una multa (otra vez entra la teoría) nos hace compensarla con una reducción. Qué le vamos a hacer, somos así de simples. Pero eso creo que es muy importante saber identificar las circunstancias que pueden llevarnos a asumir inconscientemente un riesgo mayor del habitual.

Cuidado con el primer trago

Hay otras circunstancias que pueden alterar nuestra percepción del riesgo: las drogas y el alcohol. En el caso de las primeras, son sustancias tan diversas y que afectan a cada individuo de forma tan diferente que con ellas la tolerancia es cero. Pero en el caso del alcohol la reacción es muy similar para todo el mundo.

Quizás lo hayas experimentado. Yo sí, y desde entonces nunca en moto. Tomas un trago, y coges las llaves. Sabes que has bebido muy poco, que vas dentro de la ley, y de hecho, te sientes perfecto, bien de reflejos, ningún túnel visual, lo ves todo, calculas distancias, parece que no te ha afectado. Pero sorpresa, vas más rápido. ¿Por qué? ¿Porque vas alegre?

No exactamente. Esa pequeña cantidad de alcohol ya está afectando al córtex frontal del cerebro, provocando la clásica desinhibición. Ya no percibes el riesgo correctamente. Eres consciente de que no has perdido capacidad de coordinación, destreza ni reflejos. Pero el cerebro te está haciendo trampas. Percibes menos riesgo y para compensarlo, alteras tu estilo de conducción, ahora más rápido y con mayor agresividad.

En cambio, un conductor borracho, percibirá una situación de alto riesgo y reducirá sensiblemente la velocidad con la que circule.

¿Conocer la THR puede ayudarme a conducir más seguro?

Por supuesto. La percepción del riesgo es totalmente subjetiva. Nadie sabe lo que se esconde detrás de una curva, si viene alguien de frente, o el agarre exacto disponible con el asfalto en ese momento. Lo estimamos. Más o menos. Cada uno pone su línea roja, calcula su velocidad, su trazada, y a esperar que no pase nada raro.

Es la paradoja de sentirse en un entorno seguro. Carreteras y motos más seguras con las que asumimos más riesgos inconscientemente. Es el momento de saber identificar cuándo nos puede estar ocurriendo y aflojar.

Más motos todos los días en Motosan.es… Suscríbete en la campana, ¡es gratis!