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“Cómprame una moto”: un libro sobre seguridad vial para jóvenes motoristas

18 Nov. 19 | 16:00
Portada del libro Cómprame una moto
Imagen: Iñaki López

Un libro digital para aplicar en familia cuando un hijo pide su primera moto.

Hablamos con Ibon Arbaiza, editor de Motosan.es y autor del libro “Cómprame una moto”, un trabajo digital y disponible de forma gratuita (se puede descargar en comprameunamoto.com) y que recoge recomendaciones y consejos para los padres y para los propios hijos que aspiran a conducir su primera moto.

Motosan.es: ¿Por qué escribiste “Cómprame una moto”?

Ibon Arbaiza: No fue algo premeditado. Creo que cuando planeaba ir a comprar un casco para mi hija mayor y poder llevarla de paquete, me asaltó la duda de qué haría cuando después ella quisiera tener su propia moto. Empecé a escribir unas pequeñas notas, las fui desarrollando pensando en que sería un documento familiar, para nosotros, pero fue cogiendo forma y en un momento determinado me di cuenta de que podría estar escribiendo un libro útil para más familias.

M: ¿No pensaste en publicarlo en papel?

I.A.: Desde luego. Y me lo han preguntado varias veces, pero mientras lo escribía fui informándome sobre cómo hacerlo, y creo que el esfuerzo no habría merecido la pena. Soy el primero que lee más a gusto en formato papel, pero un libro sobre seguridad vial será siempre un fracaso, es un tema que no interesa. Lo vemos en las noticias. Solo hablan de recuentos de muertos y nos muestran imágenes de accidentes. Siempre el después. Vemos las consecuencias, no la forma de evitarlas. El coste de un ejemplar en papel habría sido un freno enorme a su divulgación. Y en cualquier caso, es seguro que no habría ganado ningún dinero. Por eso decidí que cualquiera que tenga curiosidad por el libro lo pueda descargar directamente. No me sentiría bien conmigo mismo pensando que un motorista inexperto no supo cómo evitar un accidente porque le puse un precio al libro. Por eso es gratis, sin registros ni nada parecido. Aunque sí hay una cuenta de Paypal por si alguien se anima a echarme una mano y colaborar para mantener online “Cómprame una moto”, si le ha parecido útil e interesante.

M: Me ha llamado la atención que el libro esté firmado con un seudónimo.

I.A.: Nunca pensé que escribiría un libro y desde luego ha sido toda una aventura. Además, ten en cuenta soy un motero normal y corriente, que he intentado compartir todo lo que sé sobre andar en moto, pero no soy ningún experto. Ver mi nombre en la portada me dio pánico, como si todo me viniera muy grande. Tuve la suerte de contar con la colaboración de varios especialistas en diversos temas, como mecánica, infraestructuras o farmacología, por citar algunos, que se prestaron amablemente a revisar secciones del libro, por lo que les estoy muy agradecido. Y el resultado final creo que es un material directo, honesto y fiable. Lo último que habría querido hacer es engañar a los posibles lectores.

M: ¿Qué tiene que hacer un chaval para conseguir su moto?

I.A.: Sudar tinta. Si alguno ojea el libro y cree que la moto ya es suya con un poco de postureo hacia sus padres, se equivoca. Por ejemplo, que haya escrito “Cómprame una moto” no significa que mis hijos vayan a tener una. Ni mucho menos, se la tendrán que ganar. Mi objetivo no es que todo el mundo tenga una moto, sino que si la tiene, la conduzca con la mayor seguridad. Si no demuestra que está a la altura, que está preparado, ningún crío debería subirse a una moto.

M: Entonces, ¿cuál es el papel de los padres?

I.A.: Es importantísimo, somos los que tenemos que supervisar hasta qué punto están preparados. La administración les exige una edad mínima, unos conocimientos y una habilidad para darles el permiso, pero en mi opinión, tener el carnet no es suficiente. En cuanto a la madurez, somos quienes mejor les conocemos. Y ahora tienen la oportunidad de demostrarnos que ya no son niños. Porque no hablamos de un juguete. Conducir una moto es algo muy serio y deben ser conscientes de ello. Por eso el libro va acompañado de un contrato interno, con unas normas adicionales que deben cumplir, y si no lo hacen, no tendrán nuestro permiso. Por nuestra parte, debemos facilitarles el acceso a un curso de conducción segura, algo obligatorio, aunque a día de hoy algo complicado por la falta de oferta. Y por supuesto, debemos ser siempre un buen ejemplo para ellos. De poco servirá exigirles que sean responsables si han visto a sus padres hacer el cabra continuamente. Los hijos son buenísimos copiando comportamientos, pero lo de hacernos caso se les da bastante peor.

M: Tengo la impresión de que es imposible que los padres se queden completamente tranquilos, ¿no es así?

I.A.: Sí, eso me temo. Por eso es imprescindible que el futuro motorista sea consciente de lo que es y significa llevar una moto, y de las consecuencias de cometer errores. En el libro hay unas 400 páginas en las que he intentado describir todas las amenazas que puede encontrarse un motorista y cómo eludirlas. Todo está basado en una estrategia de conducción defensiva o predictiva, que consiste en adecuar la velocidad y la ubicación de la moto en función de las circunstancias, y en actuar antes, en prever una situación de riesgo. Y por si acaso, ir bien equipado. Se trata de hacernos inmunes, dentro de nuestras posibilidades, a las maniobras de otros usuarios o al estado de la vía. En moto da igual si después de un accidente la culpa no era tuya: el objetivo es no tenerlo.

M: Para terminar, me gustaría preguntarte tu opinión sobre la siniestralidad que afecta directamente a los motoristas. Después de años en los que se han reducido notablemente los fallecidos de tráfico, parece que las estadísticas no llevan la misma tendencia entre nuestro colectivo.

I.A.: Así es, y aunque esto no tranquilice a ningún padre o madre, creo además que va a ser difícil revertirlo a corto plazo. Los motoristas, junto a los ciclistas y peatones, formamos parte de colectivos a los que se ha denominado “vulnerables”. Los demás van dentro de vehículos cada vez más seguros, y esta seguridad les provoca cierta relajación, lo que es negativo para los que vamos a su alrededor. Luego ocurre que hay muchos tipos de motoristas. No se parece en nada el que sale a hacer curvas por carretera con una potente naked o deportiva al que se mueve en scooter por la ciudad. Cada vez se venden más scooters que se pueden conducir con carnet de coche. Las ciudades y las carreteras tampoco son excesivamente tolerantes con nuestros errores, y en nuestro caso, basta cometer uno solo para hacerte daño. Hay muchos problemas diferentes y las soluciones pasan por actuaciones integrales en muchísimos campos relacionados con la seguridad vial que deberían promoverse desde la administración, pero estamos muy lejos de eso, no percibo grandes movimientos. Hasta entonces creo que no habrá resultados positivos. Cada uno va a lo suyo, así que los motoristas debemos hacer lo mismo, conducir prudentemente, concentrados y protegidos, hacer un curso de conducción de vez en cuando, y llevar la moto en buenas condiciones. Y por supuesto, si el motorista va a ser nuestro hijo, el esfuerzo tendremos que hacerlo nosotros, no esperar nada de nadie. Por eso me gusta decir que «la Seguridad Vial son los padres».

Todos recordamos como algo muy especial esa etapa en la que de adolescentes deseábamos una moto con todas nuestra fuerzas, y es lo mismo que sienten nuestros jóvenes una generación después. Si en vuestra familia se da esta situación, aquí tenéis una ayuda interesante, en este completo libro, y además, gratuito: comprameunamoto.com.

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