Corría el año 2003. Valentino Rossi iba encaminado a ganar su quinto título Mundial de Motociclismo, pero también a desencadenar uno de los movimientos más arriesgados y llamativos de la historia del campeonato: dejar Honda, y la moto más radiante de la parrilla, para pasase a Yamaha, el ‘patito feo’.
Hablar de Valentino Rossi con respecto a su trayectoria en el mundo de las dos ruedas es referirse a una de las mayores leyendas en la historia del Mundial. Sus datos así lo avalan: el italiano cuenta en su haber con 9 títulos mundiales y 115 victorias, entre otras estadísticas de auténtico escándalo. Sin embargo, en toda esa carrera deportiva bañada al completo en color dorado, el piloto nacido en Urbino ha tenido que afrontar situaciones de toda índole y pasar por momentos complicados, que bien le han supuesto un leve revés en su balance final (si bien es cierto que tal momento aún no ha llegado) o le han encumbrado aún más en el Olimpo del deporte.
Uno de esos periodos duros es el que ocupa este artículo. Hay que remontarse a la temporada 2003, para recordar a un Rossi que entonces estaba en la cresta de la ola: tras ganar los Mundiales de 125cc en 1997 y 250cc en 1999, en ambas ocasiones ligado a Aprilia, el #46 subió a la categoría reina con la entrada del nuevo milenio de la mano de Honda, y la conquistó en sus dos vertientes, primero en 500cc en el año 2001, y posteriormente en MotoGP en la campaña 2002.
Así, se presentó un año 2003 en el que, dentro de la pista, Valentino volvió a batir de forma aplastante a sus rivales, por aquel entonces su compatriota Max Biaggi y el español Sete Gibernau, con lo que enfiló su quinto Mundial. Sin embargo, lo que más se recuerda de aquella temporada fue lo que se estaba cociendo precisamente fuera de los circuitos: la salida de Rossi de la marca predilecta por excelencia, Honda, que también lo era en aquel momento a nivel técnico, a otra fábrica, Yamaha, que distaba mucho de lo que ofrecían sus rivales antagónicos.
¿Cómo se forjó y se llegó a un movimiento así? La respuesta a esta pregunta la hemos conocido con el paso del tiempo. En primer lugar, hay que hacer referencia al comienzo de ese año, cuando, mientras el italiano disfrutaba de sus vacaciones en un destino habitual para él, Ibiza, Yamaha realizó el primer movimiento para ficharle a través del director del equipo Fortuna Yamaha, Davide Brivio, aunque el ahora Team Manager del equipo oficial de Suzuki lo hizo en un principio como idea personal, que posteriormente debería ser transmitida a sus jefes en Japón.
De tal forma, Brivio estaba empezando a tantear para Yamaha una opción que consideraba necesaria, ya que el equipo se encontraba sumido en una crisis de resultados, con pocas victorias y lejos de la lucha por el título. El fichaje de un piloto top como lo era, y lo es hoy en día, Valentino, podría ser la pieza definitiva para que todo funcionase en una fábrica que, además, planteaba encarar una revolución tecnológica. Ante esto, Rossi no ofreció una negativa del todo a Yamaha, sino que se guardó en su cabeza la opción ante lo que pudiera suceder con Honda, con quien acababa contrato al término de aquel año.
Con esta situación, arrancó la temporada: Valentino comenzó ganando para acabar logrando la quinta corona antes mencionada, mientras que seguía planteándose su futuro. Por un lado, la opción de ‘remolcar’ a la marca de los diapasones y lograr vencer con una moto que parecía lejos de hacerlo le parecía atractiva, pero estaba esperando al movimiento de Honda, que debía ofrecerle la renovación. Y eso sucedió, aunque lejos de convencerlo, lo que hizo fue desencadenar su proceso de salida.
Y es que la fábrica del ala dorada pecó a la hora de mirarse a su propio ombligo, ya que lo que le presentaron a Rossi fue un nuevo contrato que no estaba nada lejos de lo que le ofrecieron a su compañero de equipo, Tohru Ukawa. El entonces tetracampeón del mundo no entendió el hecho de que Honda interpretase que lo que estaba funcionando a la hora de acumular triunfos era la moto que se había fabricado, y no el piloto que se montaba sobre ella.
Esta visión que tenía Honda, que se demuestra ser equivocada únicamente con mirar los resultados en cada lado del box, hizo que el italiano comenzara a tomarse aún más en serio la opción de Yamaha, a pesar de que tenía otras, como la de Ducati, y que rechazase firmar la renovación con la marca con sede en Tokyo.
Finalmente, las conversaciones con Yamaha continuaron, mientras que Honda decidió no ceder en el pulso, convencida de su buen hacer técnico. La ilusión y las ganas que le producía el gran reto que tenía por delante, tanto por rehacer a una marca de sus cenizas como por el cambio de ambiente, que preveía más halagüeño, hicieron que Rossi acabara por decidirse en el verano de aquella temporada, para firmar con Yamaha a finales de año, y de cara a 2004. Lo que sucedió posteriormente es de sobra conocido…
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