Estamos finalizando el primer mes del 2023 con un alza de los precios desde que acabó el año. Una parte es debido al fin de la ayuda estatal de los 20 céntimos por litro, pero otra parte viene dada por un cambio legislativo impuesto por Europa.
Tras un año abrupto como fue 2022, en el que la situación económica impuso una subida generalizada tanto en bienes básicos como en servicios, parece ser que 2023 se mantiene en esa dinámica. Una dinámica en la que el pequeño consumidor sigue asfixiado por los gastos más necesarios para el día a día y para los que no se da una solución por parte de las instituciones.
El 1 de enero todos los usuarios particulares perdieron el beneficio de los 20 céntimos por litro que el Gobierno incluyó el 1 de abril. Un descuento al que las grandes petroleras aplicaron un plus para ayudar a reducir el coste de nuestros transportes más diarios, como puede ser ir a trabajar o a comprar, o el coste de un viaje en coche o moto.
Una subida que no parece agotarse
Desde el 1 de enero, donde teníamos un precio para la gasolina 95 de 1,596€/litro de media en España, llegamos a finales de enero con un precio medio de 1,662€/litro. Una subida que supone, de media, unos 15 euros más para un depósito de coche de 55 litros, y unos 5 euros más para un depósito de moto de 18 litros.
Esta subida se palia, en parte, para el sector profesional, el cual mantiene por el momento ciertas ventajas, como son 20 céntimos por litro hasta el 31 de marzo, y posteriormente 10 céntimos hasta el 30 de junio. Una ayuda que se abonará cada final de mes con el fin de apoyar a uno de los sectores más afectados con esta escalada de precios.
Europa también nos asfixia con sus medidas
Pero no todo es debido a los impuestos o perdidas de beneficios que hemos sufrido por parte del Gobierno Estatal. Además de todos los impuestos que ya se aplican a los hidrocarburos, desde Europa se ha instado a sus miembros a aplicar la Directiva comunitaria de Calidad del Carburante.
Esta “mejora” para la salud pública, busca reducir las emisiones de efecto invernadero que se generan en la producción de los combustibles. Es decir, una forma de implementar un nuevo impuesto que pagarán los particulares, y que incrementa el impuesto del 7,5% al 10,5%, lo que se traduce en una subida entre 4 y 6 céntimos por litro.
¿Qué esperar en los próximos meses?
La situación es desoladora. No sólo para los profesionales de cara al mes de junio, sino para todos los particulares que, por necesidad o comodidad, decidimos usar un medio de transporte propio para ir a trabajar. La nula subida de los sueldos en el ámbito privado unido a la subida de costes dirige a todos los particulares a reducir los costes al máximo posible.
La solución tampoco pasa por electrificarnos. El coste de la luz sigue por las nubes y las ayudas a la compra de vehículos eléctricos es baja para los precios que se establecen en este tipo de vehículos. ¿Llegará un día en que la situación nos obligue a dejar nuestras motos paradas porque el coste sea insostenible? Esperemos que antes de llegar a este punto cambie el rumbo de la situación económica actual.
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