Poco más de un mes después de retirarse definitivamente de la competición, Dani Pedrosa mostró su cara más humana en el documental El silencio del Samurái. Las lesiones y su forma de afrontar los retos que la vida le ha presentado dentro y fuera de los circuitos, entre otros temas, son el eje de la pieza audiovisual dedicada al flamante MotoGP Legend.
Cuando todo llega a su final, es momento de mirar atrás y ver lo que uno ha dejado por el camino. Con esta premisa en mente, el Dani Pedrosa más sincero y honesto se ha presentado al mundo en el documental El silencio del Samurái, producido por Red Bull a modo de homenaje a la trayectoria del 26. En él, el piloto de Castellar del Vallès ha relatado las claves de por qué un piloto de 1,58m ha sido capaz de domar a las bestias que son las MotoGP hoy en día y convertirse en uno de los pilotos con mejor palmarés de la historia.
El camino no ha sido fácil, aunque ya desde un inicio, la moto se convirtió en un amor platónico para Pedrosa, un amor que lo llevó a cumplir un sueño que ni él esperaba años atrás. “Cuando era pequeño, todo giraba entorno a la moto. Todos mis juguetes eran motos, lloraba cuando me tenía que bajar de la moto…”, empieza a relatar el expiloto de Honda. Cuando empezó su andadura por el Mundial, reconoce que no se veía ganando un campeonato del mundo. “Para mí hacer un podio era más o menos posible, pero ganar un Mundial era casi imposible de imaginar”, reconoce Pedrosa, que a su vez destaca su primer título como el mejor momento de su trayectoria, así como un punto de inflexión a nivel personal.
Y es que para Dani Pedrosa, la diferencia entre ganar o perder radica en las sensaciones que ambas producen. “Cuando pierdes, te centras en analizar los detalles que te han impedido ganar o en qué puedes mejorar para triunfar, pero cuando ganas, sólo sientes”, sentencia. Ahondando más en esta filosofía, Pedrosa afirma que “ganar es una droga que te permite no perder”.
“Tuve mis dudas sobre si podría ser competitivo en MotoGP”
El primer gran reto que asumió Dani Pedrosa en su trayectoria deportiva fue el salto a la categoría reina. Llegó en 2006. Todos los focos estaban centrados en él tras arrasar en sus dos temporadas en 250cc. Parecía que iba a completar el círculo y triunfar en MotoGP, pero interiormente, Dani no las tenía todas consigo. “La diferencia respecto a la categoría intermedia es que en MotoGP tuve mis dudas sobre si podría ser competitivo. Esa moto era gigante para mí, y muy potente”, reconoce un Pedrosa que confiesa abiertamente una suposición que muchos han comentado sobre él a lo largo de los años: “mi físico estaba hecho para quedarme en 250cc, no para subir a MotoGP”.
El reto empezó, y lo hizo con una temporada de debut muy prometedora. Paralelamente, se erigió el gran talón de Aquiles que marcaría la trayectoria del pequeño samurái: las lesiones. El propio Dani reconoce que, aproximadamente, ha recibido “más de 200 puntos de sutura” tras las numerosísimas intervenciones quirúrgicas a las que se ha tenido que someter. Estos obstáculos hicieron nacer una parte más introvertida de Dani. Él mismo lo describe: “Una lesión, dos, tres e incluso cuatro, dependiendo del momento en el que pasan, no afectan. Pero muchas seguidas, sí. Las lesiones en los momentos clave quedan como cicatrices profundas, más difíciles de curar. Pueden cambiar tu carácter, perspectiva o enfoque”.
“Desgraciadamente, he sido el piloto más sensible”
De todas las características que pueden definir lo que ha sido el pilotaje de Dani Pedrosa sobre una MotoGP, la primera que se destaca es su sensibilidad. Esto ha hecho que, tras su retirada, KTM se haya interesado en tenerle en su equipo de pruebas para desarrollar la RC16. Ahora bien, para Dani, esto ha sido más un lastre que una virtud a la hora de competir. “Desgraciadamente, he sido el piloto más sensible. He podido captar las cosas que suceden en la moto muy fácilmente, pero también para negativo. En Honda han apreciado mucho esta característica, ya que puedo ser muy crítico y saber de dónde proceden los problemas. A nivel de competición, cuando las condiciones varían, también lo noto muy rápidamente”, relata.
A nivel personal, Dani Pedrosa, que nunca se ha caracterizado por ser un piloto muy abierto y ha sido más reservado. Esto, en ocasiones, le ha llevado a sentirse apartado del resto. “A veces he tenido dificultades para que la gente me comprenda. He creído que no encajo en este mundo. Me ha costado explicarme en algunas ocasiones”, reconoce el Dani Pedrosa más humano.
Sus aficionados, una fuente de motivación constante
Si por algo se ha caracterizado la parroquia que ha seguido, sigue y seguirá a Dani Pedrosa allá donde vaya es por su fidelidad. En los buenos momentos y en los malos, en las victorias y en las derrotas, siempre han estado a su lado. El propio Dani no escatima en elogios y buenas palabras hacia ellos. “Lo mejor de mis fans es que siempre han llorado, ya sea de pena o de alegría. En ese momento te das cuenta de lo que la gente siente, y eso es algo muy bonito”, confiesa Dani, que a su vez reconoce que los ánimos de sus aficionados le han hecho levantarse en sus momentos más críticos. “Lo que más me llena es cómo recordaré a los aficionados y personas que siempre han estado allí, que me han animado en los momentos buenos y malos y que han hecho que muchas veces no tire la toalla”, confiesa.
Con la retirada de Dani Pedrosa, el Mundial pierde a algo más que un piloto. A pesar de irse del campeonato sin haber logrado un título en la categoría reina, el pequeño samurái se ha convertido en uno de los pilotos más carismáticos de los últimos tiempos. Y eso, según él, es lo que perdura, más allá de los números. “Seré recordado por mis valores, por mi actitud, por lo que representé y cómo lo hice. Eso es lo que una persona deja, más que las victorias, las derrotas o los números”, relata Dani, que concluye con su opinión respecto al éxito. “El éxito está dentro de cada uno. Si tu te sientes realizado con lo que tú quieres hacer, eso es tener éxito”, concluye el MotoGP Legend.
