Jorge Martín y Arón Canet dominaron con mano de hierro la carrera de Moto3 en Qatar, jugándose la victoria en la misma línea de meta, con triunfo para el madrileño. Todo parece indicar que ambos se jugarán el campeonato, suponiendo el primer capítulo de una rivalidad que podría extenderse en el futuro.
La carrera de Moto3 en Qatar nos enseñó varias cosas: la principal es que la igualdad que caracterizaba a la categoría en lo que a la lucha por las victorias podría estar en peligro de extinción. En consecuencia, el número de aspirantes al títulos es sustancialmente más reducido que en años anteriores. Sólo se ha disputado una carrera -además de los numerosos tests de pretemporada-, pero tres nombres ya están encima de la mesa: Jorge Martín, Arón Canet y Enea Bastianini.
En Losail, los tres pasaron a comandar la prueba e impusieron un ritmo de carrera inalcanzable para el resto. Una superioridad que no sólo se debe al talento de los tres protagonistas (son de los pocos con victorias en la categoría), sino también a su experiencia mundialista (es el quinto año de Bastianini, el cuarto de Martín y el tercero de Canet, mientras que muchos de sus rivales son debutantes o de segundo año). Ahora bien, el error que cometió el veterano Bastianini le dejó sin opciones de triunfo y regaló un precioso duelo de última vuelta entre dos españoles.
La primera carrera del año se la llevó, por apenas unas milésimas, Martín. Extendía así su gran final de 2017 -ganó en Valencia- y su inmaculada pretemporada. Para Canet, que llegaba algo más justo al inicio del campeonato y en un fin de semana en el que no brilló tanto como su rival, no dejaba de ser un buen resultado. Caído Bastianini, la superioridad de los dos fue tal que, evidentemente, fueron preguntados posteriormente por si era un Mundial a dos. “Son muchas carreras“, comentaba Martín, que evita hablar del Mundial, al menos directamente. “Lo importante es estar siempre en el podio y ganar carreras. Eso es lo que al final del año te puede llevar a pelear por el título“, señalaba el piloto madrileño. Canet, por su parte, sí que era más explícito con la mentalidad de campeonato: “Estoy feliz porque son 20 buenos puntos para el Mundial. Empezar el año siendo segundo está bien“, admitía el valenciano.
¿Ha nacido una rivalidad entre los dos? Es pronto para decirlo, pero hay bastantes argumentos para creerlo. No sólo el hecho de que sean, con permiso del intermitente Bastianini, los dos mejores pilotos de Moto3, sino que tienen un estilo totalmente opuesto. Una dualidad que España ya vivió en numerosas ocasiones en las cilindradas menores del Mundial: Pons contra Garriga, Pedrosa contra Lorenzo, Márquez contra Espargaró o el caso más reciente, el Big 3 formado por Viñales, Rins y el malogrado e inolvidable Salom.
Martín es un piloto fino como pocos, capaz de rodar como un metrónomo vuelta a vuelta, algo que le hizo lograr hasta nueve poles en 2017. Sin embargo, no fue capaz de ganar hasta noviembre, en Valencia. Si algo le faltaba al madrileño era una mejor gestión de las carreras, asignatura pendiente que le apartó de las victorias durante toda la temporada pasada. Su triunfo en Cheste fue cómodo, liderando de principio a fin, pero su éxito en Losail puso en evidencia que ha mejorado los finales de carreras: ha trabajado en los últimos meses en ese aspecto, consciente de que era su gran lunar y ahora es un piloto mucho más completo. Un aspirante real al trono de Moto3.
Arón Canet es un piloto muy distinto. No es tan rápido a una vuelta como el pupilo de Fausto Gresini -sólo estuvo en primera fila en un tercio de las carreras de 2017- y ese es precisamente su principal punto débil, pues en muchas ocasiones debe remontar muchas posiciones para conseguir victorias. Sin embargo, su astucia, buena gestión de los neumáticos y habilidad en las últimas vueltas compensan su déficit los sábados, convirtiéndose en un piloto extremadamente competitivo. No tiene la depurada técnica de Martín, aunque su inteligencia en las carreras es superlativa. Pese a ello, en Qatar tuvo que ceder ante el madrileño en la última vuelta, algo que en 2017 era poco frecuente.
A ambos se les debe dar tiempo y paciencia, pero al mismo tiempo, es una confrontación que puede ‘vender’. Son dos estilos totalmente distintos y esta es una película que el motociclismo español ya ha presenciado en cilindradas alejadas de la categoría reina. ¿O es que los veteranos ya no se acuerdan de la frialdad de Sito Pons y la entrega de Joan Garriga? ¿O de la técnica de Pedrosa y la explosividad de Lorenzo? ¿O más recientemente, de los duelos a tres entre Márquez, Espargaró y Terol en 2010, y Viñales, Rins y Salom en 2013?
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