La simbología del campeón italiano está muy arraigada desde sus inicios, como su color amarillo o su número 46. Otra de sus señas de identidad son el sol y la luna que habitualmente aparecen como actores principales en sus cascos.
Antiguamente los pilotos no cambiaban el diseño de su casco, y era habitual ver como iniciaban su andadura y la acababan tras una larga carrera deportiva con decoraciones prácticamente idénticas. Eso en los últimos 20 años ha cambiado mucho. Hoy en día se estrenan diseños diferentes cada temporada e incluso a veces se usan otros especiales para una carrera en concreto. Una parte importante de responsabilidad se le lleva Valentino Rossi, siempre un ejemplo en estos casos, con cambios constantes aunque con elementos comunes como el sol y la luna. (Foto valentinorossi.com)
El nueve veces campeón del mundo, hasta el momento, ha hecho míticos sus cascos los cuáles se esperan con máximo interés dentro del mundo de MotoGP. No sólo estrena diseño cada 2 o 3 temporadas sino que cuando viene el invierno o los Grandes Premios disputados en Mugello o Misano, estrena diseño de Aldo Drudi. Ún éxito asegurado ya que cada uno de ellos lleva una historia o mensaje para los aficionados.
El sol y la luna de VR46
Pese a cambiar tanto de casco, los símbolos del sol y la luna se repiten una y otra vez desde que debutara en el mundial con su Aprilia de 125cc en 1996. La pregunta es, ¿Qué significan? Según explicó el propio Valentino, representan las dos caras de su forma de ser. Por un lado de su personalidad está esa persona con carisma, que siempre saluda y te dedica una sonrisa, con tal talento que le lleva a ganar carreras, títulos y se ve obligado a subir al podio a petición popular pese a haber caído. La luz del piloto que más pasiones ha desatado en la historia en Grandes Premios.
¿Y el otro lado? Todos tenemos un lado oscuro, ya sabéis “el yin y el yang” y en Rossi no iba a ser diferente. Simplemente él ha querido plasmarlo. Su ambición y competitividad son muy grandes, usando todas sus habilidades dentro y fuera de la pista para llegar a lo más alto. Personalmente soy de los que piensa que para triunfar en MotoGP hace falta una pizca de maldad, bien gestionada y controlada, para evitar que los rivales te coman el pastel. He conocido casos de pilotos de gran talento que por falta de esa “luna” en su manera de correr han perdido sus oportunidades.
Y Valentino Rossi siempre ha sido un maestro tanto en su Sol como en su Luna.
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