Después de 35 años siguiendo en profundidad el Mundial de Grandes Premios, por primera vez siento que la máquina es más importante que el piloto. Vamos a argumentar.
Tuve la suerte de vivir el Mundial de MotoGP en los años ’80. En aquellos tiempos la categoría reina era la de 500cc donde los norteamericanos y australianos dominaban por la sencilla razón de que eran los mejores pilotos. Su habilidad para dominar aquellas bestias era superior, en un tiempo donde el piloto era la parte clave y donde nos cautivó a muchísimos aficionados.
Había motos mejores y peores, pero el piloto bueno podía pelear en cabeza, aunque no siempre ganase. Recuerdo el talento increíble de Kevin Schwantz, que pese a que parecía que nunca sería campeón, daba auténticos recitales sobre su Suzuki, siempre inferior que la Honda o la Yamaha, para ganar muchísimas carreras. Finalmente el premio le llegó en 1993. Un héroe que encandiló a muchos.
Recuerdo también a un tal Valentino Rossi que en 2003 dejó la mejor moto, Honda, para irse a Yamaha que el año anterior había tenido unos resultados desastrosos. Sin tener la mejor moto fue capaz de derrotar a la todopoderosa Honda con Hayden, Barros, Biaggi o Sete Gibernau. Demostró que pese a que la tecnología empezaba su escalada, el piloto seguía siendo la parte clave de la fórmula. ¿Qué podemos decir de Valentino? Que es un ídolo de masas y que su carisma unido a su enorme talento, ha enganchado a millones de seguidores al motociclismo.
Hemos visto a Marc Márquez ganar con la mejor moto, en 2013 y 2014. En 2015 Honda empezó a perderse y a partir de 2016 ya no ha vuelto a tener la mejor moto. Pese a ello, Marc Márquez se llevó los títulos de 2016 a 2019, por varios factores. Para empezar, aunque la Honda no era la mejor moto, sí tenía puntos fuertes, con las características que le venían bien al campeón de Cervera, para poder enfrentarse sólo a dos Ducati, las de Dovizioso y/o a la de Lorenzo.
Lo de hoy, que haya ocho Ducati dominando como la mejor moto es demasiado. Son la mejor en rendimiento y en cantidad, arrasando en circuitos tan distintos como Le Mans, Mugello y ahora en Sachsenring. Sólo las KTM se le acercan en rendimiento pero es que tenemos a 7 de las 8 Ducati copando el TOP 10 de la Sprint Race en un circuito donde Ducati lleva 15 años sin ganar. Esto ya es una alarma bien roja, me parece.
Con esto no pretendemos infravalorar a los pilotos Ducati como Bagnaia, Martín o Bezzecchi, que son muy buenos, pero no es normal que enormes pilotos como Marc Márquez, Quartararo, Mir o Rins estén jugándose el “pellejo” para intentar meter sus motos en el TOP 10 a duras penas. Hoy Marc 11º, Quartararo 13º, Mir y Rins en casa lesionados. El peso de la moto es demasiado en MotoGP con tantas alas y aerodinámica, holeshot, electrónica… ¡Basta ya porque esto no lleva a ninguna parte!
Son motos peligrosas, tal vez las más peligrosas desde aquellos años ’80, donde los pilotos están sufriendo muchísimas lesiones. Los aficionados no quieren que los resultados dependan más de la moto que del piloto, los héroes que nos han enamorado de este deporte, son los pilotos que con su talento y valentía marcan la diferencia. Eso es lo que engancha a este deporte y no ver a una leyenda en activo como Marc Márquez, tener que ir más allá del límite para ser 7º en parrilla. O lo que sufrieron Valentino Rossi y Maverick Viñales en sus últimos años de Yamaha.
Dorna debe tomar decisiones con urgencia. Si quieren que Honda y Yamaha no salgan del Mundial en breve, deben darles concesiones. Como se hizo en 2014 con Ducati, como se hizo con Aprilia y KTM cuando entraron en el Mundial. Los japoneses necesitan cambios en el reglamento que les permitan competir y volver a reenganchar a sus pilotos en el campeonato.
Tal vez con permitirles más test y poder desarrollar el motor durante la temporada sería suficiente y si no quieren perjudicar a los fabricantes europeos, permitirlo para todos, pero Honda y Yamaha necesitan probar muchas piezas y nuevas motos para poder volver a competir en igualdad. No tiene sentido esperar cada test oficial como un oasis en el desierto por esta normativa tan restrictiva. Si los japoneses permitieron las concesiones a los europeos en el pasado, ahora hay que devolverles el favor. Es por el bien común de todos y del campeonato.
Dicho esto, Dorna no debería esperar a 2027 para incorporar cambios en el reglamento. Yo prohibiría todo tipo de ala o apéndice en la moto, hay que parar esta batalla aerodinámica como el Mundial tuvo que hacer en el pasado con el carenado Dustbin. Habría que quitar el holeshot, totalmente, tanto en las salidas como en la aceleración al salir de curva.
Hay que dejar eso en la habilidad del piloto, que pueda marcar la diferencia en esas fases de la conducción y no sólo en la apurada de frenada, donde más se está arriesgando con el peligro que conlleva. Adelantar hoy en día en paso por curva o en aceleración es casi imposible. O adelantas en recta, si eres KTM o Ducati, o el resto sólo pueden intentar adelantar en una loca apurada de frenada.
El problema al que se enfrenta Dorna es que el principal valedor de esta aerodinámica es Ducati, la marca que ahora mismo tiene 8 motos en MotoGP, siendo la base del campeonato, así como todas las motos de la nueva categoría Mundial de motos eléctricas. Los italianos han invertido y liderado mucho en esa dirección y no es fácil convencerles de que deben echar marcha atrás.
Pero Dorna ya convenció a Honda cuando les obligaron a todos a montar la centralita única de electrónica, en la que los japoneses incluyo amenazaron con dejar el campeonato. Carmelo Ezpeleta y su equipo, toca tomar decisiones difíciles, pero deben hacerse este mismo verano, en julio que durante cinco semanas no hay carreras.
MotoGP necesita un cambio ya, porque en el momento en el que la moto ha superado al piloto, nos hemos convertido en la Fórmula 1 de dos ruedas y el interés va a seguir cayendo en picado. Ellos tienen otros atractivos que el motociclismo no tiene, debemos explotar lo que siempre ha hecho que MotoGP diferente. Que aunque la moto sea importante, la clave siempre sea el piloto: el más talentoso, el más valiente, el que más se esfuerce, que el héroe destaque por encima de todo.
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