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Cómo reducir la siniestralidad; episodio 10: Guardarraíles integrales. Siempre.

30 Ago. 21 | 16:10
Bionda con SPM
Foto: I.A.

Los guardarraíles llevan años salvando miles de vidas de automovilistas. ¿No es momento ya de que hagan lo mismo con las de los motoristas?

La cuestión es muy sencilla. Cuando en el borde de una carretera existe un precipicio, una zona arbolada o de cultivo, una casa o cualquier tipo de obstáculo potencialmente peligroso, un técnico valora instalar un sistema de contención de vehículos. El objetivo es que si se produce una salida de vía este sistema la evite, impidiendo que efectivamente se produzca el impacto contra el obstáculo exterior. La valla reduce en gran medida la posibilidad de que los ocupantes sufran graves heridas o la muerte.

El problema es que cuando se diseñaron los primeros guardarraíles se hizo pensando exclusivamente en los vehículos de cuatro ruedas. La parte superior funciona de lujo, y es capaz de absorber una parte de la energía (aunque no lo parezca es flexible), envolver el automóvil y devolverlo al interior de la vía reduciendo la gravedad del impacto. Sin embargo, los postes que soportan el sistema en la parte inferior no sólo no protegen a los motoristas (ni tampoco ciclistas) sino que se convierten en el principal riesgo de impacto tras una salida de vía, antes que el obstáculo que presuntamente se quería evitar.

Empecemos tomando dos referencias. La Wikipedia define un guardarraíl como un «elemento de seguridad pasiva» que impide que los vehículos «puedan chocar con elementos más peligrosos que la propia barrera». La RAE, por su parte, recoge que un guardarraíl es una «valla de protección colocada en el borde de una carretera». No hace falta ser motorista para darse cuenta de que la gran mayoría de barreras incumplen estas definiciones: son un peligroso obstáculo en sí mismas y no se puede considerar que sean siempre una protección, como en el caso concreto de los usuarios de dos ruedas.

Guardarraíl en lamentable estado
Una barrera en mal estado puede ser peligrosa no sólo para los motoristas. (Foto: I.A.)

El Sistema para Protección de Motociclistas (SPM)

Pero hay un punto de inflexión en esta historia, en el momento que se diseñaron y se homologaron los SPM, allá por 2004, certificando que son un complemento efectivo para los sistemas de contención. A partir de entonces existe una manera de hacer que los guardarraíles dejen de ser un peligro para los motoristas y sean tan seguros como lo son para el resto de vehículos. Hablamos de esas planchas metálicas y flexibles que añadidas bajo la clásica bionda evitan que el cuerpo del motorista pase por debajo o que impacte contra las sujeciones. Es decir, evita la salida de vía, exactamente igual que la sección superior protege a los ocupantes de, por ejemplo, un turismo.

Una vez alguien me soltó (textualmente) que los motoristas estamos «venga pedir que os pongamos vallitas para no haceros daño al caeros». Así es, no era tan difícil de entender, tampoco estamos pidiendo nada extraordinario. Sin darse cuenta de que también pueden producirse salidas de vía sin responsabilidad por parte del conductor, encontramos asimismo a quien dice que si los motoristas cumpliéramos las normas, no haría falta instalar protecciones para motoristas. Pero es fácil decirlo desde el punto de vista de un enlatado, cuando sólo en España tienes 160.000 kms de carreteras con sistemas de contención diseñados para perdonarte los errores y los excesos que puedas cometer con un volante entre tus manos. ¿Por qué ha de ser diferente cuando sujetas un manillar?

El problema, como ya he dicho antes, es que si un guardarraíl no va equipado con un SPM en la parte inferior, no sólo no nos protege, sino que se convierte en el obstáculo que puede hacernos perder un brazo, una pierna o la vida. ¿Qué motivo puede justificar no instalar siempre y en toda circunstancia «guardarraíles integrales»?

Volvemos a lo de siempre, el puñetero dinero

Si has seguido esta serie de episodios, ya estarás familiarizado con esta realidad: la seguridad y el gasto de fondos económicos están muy relacionados, y en este caso no va a ser diferente. Son años y años reclamando seguridad para los motoristas. Es cierto que los SPM se van haciendo visibles en más y más curvas, pero uno tiene la sensación de que se instalan no siempre con el mejor criterio. Manifestaciones, concentraciones (y también reuniones discretas en los despachos que dejan abierta una puerta) van haciendo su efecto, pero estamos reclamando seguridad como quien exige la paz o el fin del hambre en el mundo. Salvo el sujeto de las vallitas, ¿quién podría estar en contra? La clave no está en el qué, sino en el cómo.

Yo no sabía cómo encarar el problema hasta que hace meses me encontré con la propuesta de un motero, conocido en las redes sociales como @angrybikers. Suyo es también el término «guardarraíl integral», nunca antes lo había leído. Su blog es una delicia en la que cada una de las pocas entradas que contiene es un sopapo en la cara, un certero disparo al centro del problema… y a la solución. Porque la última de ellas es extraordinaria. Su receta para acabar con los guardarraíles, aunque sea a largo plazo. Pero es que en algún momento habrá que empezar, y aún no se ha hecho.

Efectivamente, el único motivo que puede ponerse encima de la mesa para no resolver de forma definitiva el problema de los guardarraíles no puede ser otro que económico. El presupuesto para «cubrir» decenas de millones de metros de barreras es suficientemente alto como para que haya quien se asuste y trate de que las cosas sigan como están. Pero deben cambiar, porque es justo y porque bien planteado, es un gasto sin duda asumible.

La propuesta del Congreso de los Diputados versus la de un bloguero

Corría abril de 2017, cuando sus señorías aprobaron una propuesta para eliminar los guardarraíles de nuestras carreteras. Algunos titulares envalentonados afirmaban que se ponía «fin a años de lucha de los motoristas», pero 4 años después queda claro que fue un brindis al sol, no vale para nada. Para quien firma este artículo ha sido sorprendente encontrar la solución a largo plazo definitiva y económicamente viable en el blog de un motero, pero es tan factible, tan razonable, que no puedo hacer otra cosa que compartirla y darle altavoz.

Mucho antes, en 2001, el Ministerio de Fomento, en su Orden Circular 6/01, reconocía lo peligrosos que resultan los postes de sujeción de tipo IPN (los que tienen forma de «H») y aunque los consideraba operativos, prohibía su futura instalación, incluso «en reposición». Conocida y demostrada la peligrosidad de cualquier tipo de poste de sujeción, lo que plantea @angrybikers es que, de manera idéntica, se declaren peligrosos los guadarraíles sin SPM, y en consecuencia, sea siempre obligatoria la instalación de guardarraíles integrales, ya se trate de barreras nuevas o por tareas de mantenimiento. Que nunca se vuelva a poner un solo metro más de guardarraíl sin SPM.

Sistemas contención nuevos sin SPM
Con todo el daño que han hecho, es inexplicable que hoy sigan instalándose barreras sin tener en cuenta a colectivos vulnerables. (Foto: I.A.)

La financiación no es un problema

Entre todas las causas concurrentes en los accidentes de tráfico, rara vez se hace mención al impacto contra una barrera de seguridad como causa de un fallecimiento. Los guardarraíles se escurren de las estadísticas como la arena entre los dedos, por lo que es difícil encontrar datos al respecto. Según la DGT, el 18% de los motoristas muertos fallecieron tras golpear con un guardarraíl, aunque son datos de 2015. Las cifras de otras fuentes fluctúan entre el 15 y el 44%. Es evidente que no es un dato fiable y probablemente tampoco les interese que lo sea. ¿Tan caro resultará protegernos igual que al resto de usuarios? ¿Tan alto precio debemos pagar los motoristas?

El coste de instalar un kilómetro de un guardarraíl tradicional es de aproximadamente 30.000 €. Parece una cantidad importante, pero se considera que supone un incremento de apenas el 1% sobre el total de la construcción de un kilómetro de carretera nueva. Es evidente que ese 1% nunca ha sido un problema pues están colocados por todas partes.

¿Y cuánto cuesta un kilómetro de SPM? Pues las cifras son similares, se pueden encontrar referencias en torno a los 25-35 € por metro de protección añadido. Sin embargo, si se licitaran las barreras integrales al completo, y no con el SPM como elemento adicional, sin duda podría ser mucho más económico, y el coste total, protegiendo a todos los usuarios de esa carretera podría significar el 1,5% respecto del total de la carretera. Es decir, apenas un 0,5% de diferencia con lo que se hace actualmente.

La ignominia del «1% Cultural»

Poca gente sabe (yo era uno de ellos) que desde 1986, la Ley de Patrimonio Histórico «establece la obligación de destinar en los contratos de obras públicas una partida de al menos el 1% a trabajos de conservación o enriquecimiento del Patrimonio Cultural Español o al fomento de la creatividad artística, con preferencia en la propia obra o en su inmediato entorno». Un acuerdo entre ministerios en 2013 amplió la cantidad al 1,5%.

En otras palabras, del presupuesto total destinado a construir o mantener una carretera, el 1,5% se reserva para financiar trabajos de conservación del Patrimonio, aunque en ocasiones también se destina a decorar glorietas con singulares obras de arte. Desde 1986, la conservación de catedrales, murallas, puentes, fortalezas y castillos tiene prioridad sobre la seguridad incompleta de los motoristas que circulan por las carreteras.

Imagen de una rotonda con una escultura y un guardarraíl sin protecciones para motoristas
¿Y si la clave de todo estuviera en definir prioridades? (Foto: I.A:)

El reto: dotar de credibilidad al «Objetivo Cero Víctimas»

Desde ciertos organismos nos apedrean con la consigna de la «Visión Cero», las carreteras que perdonan errores humanos y demás. En pleno siglo XXI, no es posible creerse este bulo cuando tienes a ambos lados de la carretera, por todas partes, infinidad de postes capaces de partirte en dos a la mínima caída. Muchos han tenido suerte de salir vivos, también ciclistas. Ahí están Alejandro Valverde o Andoni Azkarate para contarlo. Pero otros muchos no.

Existe un problema reconocido, existe una solución efectiva, y el dinero no debe ser un problema. Son varias décadas sin hacer los deberes y no se puede arreglar todo de la noche a la mañana. Pero sí se puede dar un golpe en la mesa. Marcar un día en el calendario y aprobar una nueva norma que prohíba a partir de entonces instalar ni un solo metro más de guardarraíl que no proteja a todos los ciudadanos que circulan por una carretera. Tardaremos en dejar de verlos y sufrirlos, pero ese día será el inicio de la carrera para acabar por fin con los «guardarraíles asesinos».

Sabemos lo que queremos, y sabemos cómo se puede conseguir.

Sus señorías, su turno.

(Un afectuoso abrazo virtual para @angrybikers y todas las personas, motoristas o no, que han ido dando pasos hacia la resolución de este grave problema. Gracias por vuestra magnífica aportación. Entre todos lo conseguiremos.)

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