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Cómo reducir la siniestralidad; episodio 12: Investigar seriamente los accidentes

5 Oct. 21 | 16:00
Flores y foto de motorista fallecido colocados en una farola
Foto: I.A.

Para reducir los accidentes es fundamental saber exactamente las causas por las que se producen

Si el transporte aéreo, ferroviario o marítimo es más seguro lo es por varios motivos, algunos de los cuales ya hemos repasado en episodios anteriores. Por ejemplo, tanto pilotos como maquinistas son entrenados periódicamente en simuladores para que tengan fresco cómo reaccionar ante situaciones complicadas e inesperadas. Su propios entornos (aeropuertos y ferrocarriles) y por supuesto, las aeronaves, trenes y buques pasan por exhaustivas revisiones técnicas periódicas. Y el resultado es excepcional.

Sin embargo, no están exentos de sufrir siniestros. ¿Y qué es lo que ocurre entonces? Que se investigan. Todo, a fondo, hasta el más mínimo detalle, a cargo de comisiones técnicas independientes. Por un motivo muy sencillo: porque si se conoce exactamente la cadena de circunstancias y errores cometidos, pueden buscarse y de hecho se encuentran soluciones para el futuro, y se introducen cambios que evitan que se produzca otro accidente similar. Se revisan desde procedimientos a a protocolos de seguridad abordo. ¿Se puede decir que esto se hace con los accidentes de tráfico?

Causas, circunstancias concurrentes y culpables

Es evidente que no. En primer lugar por la cantidad de accidentes que se producen. El éxito de la gestión se mide con el descenso de fallecidos, pero cada vez se producen más accidentes, así que es imposible investigarlos todos. Pero si al menos se hiciera con una muestra de ellos… Conociendo las causas podrían tomarse medidas que, extrapolándolas al total, conseguirían reducir la siniestralidad, atacando directamente a la raíz de los problemas.

Pero no es así. Las investigaciones de los accidentes no encuentran «causas reales» sino «circunstancias concurrentes». Y sobre todo, buscan un responsable. La respuesta es quién, no por qué. Y claro, por eso la culpa casi siempre es del conductor.

Sólo hay que darse una vuelta por la web de la DGT para verificarlo. Por ejemplo, si vamos al apartado de Tablas estadísticas 2019 (último año disponible) y descargamos el documento «Grupo 6: Circunstancias concurrentes conductores implicados 2019» [XSLX, 14 Kb]. Si lo abrimos podremos descubrir que en realidad este Excel contiene dos tablas cuyos títulos rezan «Infracciones de los conductores implicados». Las causas, las circunstancias se han convertido en infracciones, ya tenemos a los culpables. Está todo dicho.

Siempre existen varias causas

Ni un solo accidente se produce por un único motivo. Siempre se trata de una sucesión de circunstancias que, siendo una de ellas la desencadenante, provoca el siniestro. La prueba es que hay conductores que circulan sistemáticamente ignorando los límites de velocidad o hasta arriba de alcohol, y carreteras que deberían estar cerradas al tráfico por su deplorable estado, pero la gente sigue llegando a casa ilesa. El problema surge cuando se combinan, entre estos ejemplos u otros muchos.

Es muy interesante el «modelo del queso suizo», desarrollado en el libro «Human Error» del psicólogo James Reason, que es la base de, por ejemplo, la estrategia que se utiliza en la seguridad aeronáutica, aunque también sirvió para estudiar los accidentes del transbordador Challenger o de Chernóbil. La metáfora de la teoría es que los agujeros de cada loncha de queso son errores o circunstancias que se pueden producir en determinado ámbito. Si ponemos una loncha sobre el plato y echamos salsa kétchup, el plato se manchará. Pero si conseguimos poner varias lonchas, en las que los agujeros de unas puedan no coincidir con las anteriores, aumentan las posibilidades de que el líquido no las traspase. En definitiva, los errores se mitigan con medidas adicionales, incluso redundantes.

Una estrategia limitada

Si para la DGT las causas de los accidentes se reducen a las infracciones que cometemos los conductores no debe resultar tan extraño que sus soluciones sean las de siempre: menos velocidad, más multas, más puntos. Pero como he dicho varias veces, este modelo está agotado, ha tocado techo. Es muy difícil seguir reduciendo la siniestralidad sobre unas causas en las que ya se ha incidido tanto.

No hay una solución mágica que funcione. Hay que actuar en varios frentes, en todos los que se pueda. De hecho, cada uno de los episodios de esta serie de artículos es una medida adicional. Seguir haciendo lo mismo o añadir nuevas estrategias será la diferencia entre observar cómo las cifras de fallecidos siguen estancadas o tener una oportunidad de reducir la siniestralidad de forma sensible y sostenida.

Los motoristas, un colectivo vulnerable y señalado

Los motoristas sabemos a qué problemas nos enfrentamos. En los excels de la DGT figuran las anomalías técnicas de los vehículos (neumáticos, frenos, dirección), su antigüedad, también la edad de los conductores, así como las condiciones meteorológicas y de iluminación en el momento del accidente. Pero es muy decepcionante que no aparezcan la implicación de otros tipos de vehículos, el mal estado de la vía, baches, tierra o gravilla, si el guardarraíl es integral o sin SPM, las pinturas sin tratamiento antideslizante… Ni rastro de hace cuántos años se realizó el último asfaltado, su coeficiente de rozamiento transversal (CRT) o cuándo se renovaron las marcas viales del lugar donde se producen los accidentes.

Si el 25% de los fallecidos son motoristas, ¿no estaría completamente justificado saber exactamente por qué murieron? ¿Por qué no existe esa información? O si existe, ¿por qué no se hace pública? Sin análisis íntegros, sin datos completos, no hay respuestas válidas. Si las carreteras están plagadas de radares cuando se asume que en el 23% de los accidentes el exceso de velocidad fue un factor concurrente, ¿por qué no se aplica una solución definitiva si el 18% de los motoristas fallece tras impactar contra un guardarraíl?

Organismo técnico e independiente

Es por estos motivos por los que hay muchos expertos que reclaman, como ocurre en otros medios de transporte, la creación de un organismo técnico e independiente que lidere la Seguridad Vial, y no esconda causas de accidentes que no le interesa airear porque le van a costar dinero. Que trabaje por reducir de verdad los accidentes y sus consecuencias, sin cargar las culpas exclusivamente al muerto o al infortunio, que investigue las causas reales, comunique los resultados y promueva medidas correctoras efectivas.

En cualquier caso, el factor humano siempre será el que más influencia tendrá en el momento de desencadenarse un siniestro. Un motivo para ser especialmente cuidadoso, extremar las precauciones y saber leer el escenario continuamente, porque nunca sabrás lo que te encontrarás alrededor de tu moto. Con este importantísimo punto cerraremos dentro de dos semanas esta serie de artículos.

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