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Cómo reducir la siniestralidad; episodio 3: Educación Vial

24 May. 21 | 16:00
Imagen del Parque Polo de Pamplona
Instalaciones del Parque Polo de Pamplona (Foto: I.A.)

«Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres». Esta frase de Pitágoras, con 25 siglos de historia, sigue sin aplicarse en el ámbito de la Seguridad Vial.

El estilo de la gestión de la siniestralidad, basada en contabilizar accidentes, heridos y muertos, y compararlas con las de periodos anteriores, e incluso con otros países, da como resultado más o menos acciones correctivas, generalmente enfocadas a reducir la velocidad y aumentar la dureza de las sanciones. Soluciones no sólo rápidas y económicas de ejecutar, sino que generan ingresos en forma de recaudación por las multas. Sin embargo, tienen varios graves inconvenientes, pues si no vienen acompañadas de otras medidas alternativas basadas en la educación, tienen un impacto limitado en el espacio… y en el tiempo.

Y es que este es un punto clave. Trabajar con los jóvenes desde pequeños, desde que pueden conducir una bici, puede significar mejores conductores, mejores ciudadanos en el futuro. Es cierto que hacerlo bien tendría un coste elevado, que no es sencillo encajar una nueva asignatura en el currículo escolar, y que los resultados tardarían en verse. Pero llegarían. En el otro extremo tenemos las mismas recetas de siempre: buscar resultados a corto plazo asustando con multas, lo que lleva a muchos conductores a tener en cuenta las normas únicamente en la cercanía de un radar o una patrulla.

Los niños son buenos copiando, pero no tanto haciendo caso

En la actualidad, nuestros chavales suelen disfrutar, si tienen suerte, de un par de sesiones en los colegios, adonde se acercan policías locales para montar un pequeño circuito y darles unas nociones básicas de seguridad vial. Quizás un día una asociación les dé una charla en su instituto. Para ellos es un acontecimiento, aunque se les hace muy corto. Pero no nos engañemos, nuestros hijos conocen perfectamente las normas, y su tendencia natural es cumplirlas. Somos los adultos los que les enseñamos con nuestro comportamiento que se pueden incumplir sin consecuencias.

Me refiero a consecuencias punitivas. Es extremadamente raro que a un peatón, ciclista o patinetero se le sancione por saltarse las normas. Lo podemos ver cada día en nuestras ciudades, y esto tiene un efecto muy negativo. Y después lo trasladamos a nuestras motos, a nuestros vehículos a motor. A base de repetición sin consecuencias, las normas pierden su valor. Ya no se cumplen por principios, sino por miedo a ser cazado.

Parques viales: lo que se aprende jugando, se aprende mejor

Otra propuesta para mejorar la seguridad vial es la de construir parques viales de seguridad vial. Por todas partes. ¿El dinero? Ya comentamos en el episodio anterior que la pasta de la recaudación de multas y tasas incluso sobra, sólo hay que inyectarla donde funcione. Los columpios y toboganes están muy bien, pero un parque vial, una mini-ciudad donde los niños puedan jugar mientras circulan por ella con sus bicicletas, es un valor importante para el futuro.

Ya existen algunos parques similares, pero por lo general están cerrados al público y suelen utilizarse en sesiones programadas con colegios, lo que es una lástima. Para los niños es muy divertido jugar a ser mayores, a moverse por esos parques tratando de respetar semáforos y preferencias. Habilitarlos puede tener un efecto muy positivo para el futuro, aunque no se pueda percibir en las estadísticas del año que viene.

Imagen del Parque Vial de Irun
Detalle del Parque de Seguridad Vial situado en la localidad guipuzcoana de Irun. (Foto: I.A.)

Asignatura obligatoria en el colegios

Lo dicen muchos expertos. La Educación Vial debería ser una asignatura. Una materia que enseñe en valores, en aprender a compartir el espacio entre personas que se mueven a pie o en diferentes vehículos, cumpliendo las normas establecidas por respeto y no por miedo a la sanción. En Alemania los niños se sacan un carnet de bici en clase, una licencia que en realidad no vale para nada, que no es oficial, pero que aquí no se quiere ni mencionar, por el rechazo que despierta entre asociaciones pro-bici.

La realidad es que el objetivo de reducción de siniestralidad y fallecidos para la década 2011-2020 no se cumplió, e insisten en la misma idea para 2030. La cosa es que pinta fatal, que reducir a la mitad los muertos por tráfico es un objetivo extremadamente ambicioso, y jamás se conseguirá por la misma vía de siempre. Hay que pensar en nuevas soluciones a largo plazo. Educar a los conductores del futuro es una de ellas, y hay que empezar ya mismo, ya vamos tarde.

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