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Cómo reducir la siniestralidad; episodio 7: El Factor Vía

19 Jul. 21 | 16:00
Un radar en una calle con graves desperfectos
Foto: I.A.

Aunque la mayoría de los accidentes se atribuyen al conductor y al vehículo, la vía también aporta sus problemas y defectos, y por eso debe controlarse más el estado de calles y carreteras

Todo el círculo de la movilidad y la seguridad vial gira sobre tres grandes conceptos: el factor humano, el factor vehículo, y el factor vía. Algunos expertos opinan que en realidad los tres corresponden al humano, ya que si un vehículo o una carretera no está en buenas condiciones es porque alguien ha decidido, por los motivos que sean, incluso por inacción, que está bien así. Pero de momento seguiremos diferenciándolas para nuestro análisis.

Es una obviedad que una vía en unas condiciones óptimas supone una mejora para la seguridad de los usuarios que transitan por ella, al igual que circular en un vehículo en buen estado de conservación y mantenimiento. También hay expertos que afirman que, en ocasiones, una carretera en mal estado puede registrar una baja siniestralidad debido a la reducción de velocidad y aumento de la atención que provoca en el conductor. Sin embargo, esto no es sino la demostración de la Teoría Homeostática del Riesgo, y que si eres habitual lector de esta columna, ya conocerás. (Resumiendo, que cuando percibimos que algo es seguro, arriesgamos más, y al revés, si algo nos parece inseguro, tenemos más cuidado).

En cualquier caso, esto nunca debe ser una excusa para dejar una vía abierta al tráfico en un estado peligroso, amparándose en que «no ocurren accidentes». También hay conductores que incumplen normas, exceden la velocidad e incluso circulan borrachos o drogados y llegan ilesos a su destino. El exceso de confianza es algo muy humano, y no puede afectar a ninguno de los tres factores ya mencionados. Tampoco el de la vía.

Escuchen a los conductores

Hace muchos años alguien me dijo que «una queja es un regalo». Cada vez que una persona se toma la molestia de escribir a un ayuntamiento o a otro titular de una vía para comunicar una incidencia sobre una ubicación que presenta un peligro, está regalando la oportunidad de mejora. De acuerdo, hace falta un filtro, como en todo, pero no pueden acabar guardadas, como suele pasar, en el fondo de un cajón. La multas a los conductores (que no dejan de ser toques de atención para una mejora del factor humano) no lo hacen. Se emiten y se ejecutan.

Zona de obras sin medidas de seguridad en Donostia
La reducción de siniestralidad exige tomar medidas en todos los ámbitos de la seguridad vial. (Foto: I.A.)

La lista de deficiencias que nos podemos encontrar, y a las que los motoristas somos especialmente vulnerables, es interminable. Baches, agujeros, surcos, cordones de brea, restos de gravilla o suciedad, pinturas sin tratamiento antideslizante, resaltos en mal estado… Los famosos 7.463 millones de déficit de conservación que denuncia la AEC, y que no parecen referirse a entornos urbanos, no han llegado de golpe. Tramos de obra lamentablemente señalizados, señales «caducadas» que han perdido sus propiedades de refracción, reflexión y hasta el color… Todo suma para restar.

No hay duda, si un motorista normal, si un conductor medio es capaz de identificar estos problemas, ¿qué podría hacer un técnico que sepa manejar conceptos como CRT, IRI, etc. y que tiene información concreta sobre cada tramo de la carretera? Si cualquiera puede ver, sin bajarse de la moto o del coche, cosas que deben mejorarse, ¿por qué no se hace? ¿Dónde está la «Visión Cero»? ¿Dónde está el «Objetivo Cero Víctimas»?

La seguridad vial está terriblemente segmentada

Ya hemos tratado antes sobre esto. La vigilancia está centrada en el conductor, el humano. El resto… no es cosa mía. Pregúntale a la DGT por qué ignora que los ayuntamientos pinten, por ejemplo, pasos de peatones con pintura roja, cuando el Reglamento General de Circulación (artículo 168) no lo permite. Algunos hasta han ido más lejos y han escrito en ellos poemas, han utilizado los colores del arcoiris, o directamente los han convertido en una exposición de arte moderno.

Es inaudito. Pero no pasa nada, porque el factor vía es el factor olvidado, donde cualquier concejal con buena intención pero presunta idea puede echar a volar su imaginación sin miedo a nada, porque nadie le dirá nada. Sin una entidad dedicada desde arriba a la Seguridad Vial, vigilando absolutamente todo lo que influye en la siniestralidad, sea lo que sea, va a ser imposible darle la vuelta al problema.

Y uno de los motivos es que no se genera credibilidad. Si circular a 35 km/h en ciudad es una infracción grave que te va a costar 100€, y cada día tienes que esquivar un bache que lleva meses ahí y que no se va a arreglar hasta que sea lo suficientemente grande como para que se pierda un niño dentro, pues lo de que es «por tu seguridad», pues como que no cala muy hondo, ¿verdad? Pues esto está pasando todos los días.

Un peatón irrumpe en un paso de peatones oculto tras unos contenedores de residuos urbanos
Un peatón irrumpe en un paso de peatones oculto tras unos contenedores de residuos urbanos. (Foto: I.A.)

Los problemas complejos no tienen soluciones sencillas

La división de competencias es tan vasta que es difícil definir una estrategia que resuelva el problema. Entidades que vigilan (con la DGT a la cabeza) el factor humano y el factor vehículo, principalmente a golpe de sanción, pero con cuidado de no meterse en asuntos que no les corresponden, es decir, el factor vía. ¿Pero cómo no les va a afectar si hablamos de un todo?

Es evidente que es necesario un cambio de enfoque. Convencer al ciudadano de que se trabaja realmente por la Seguridad Vial (sí, en mayúsculas). ¿Que un ayuntamiento se ha columpiado? ¿Ha hecho algo mal o directamente no ha resuelto un problema grave? Toquecito y a ponerlo bien. ¿Que no tienen medios? Ya hablamos en otro episodio que una solución podría ser generar un Fondo con las recaudaciones de las multas de tráfico, y que se derive donde esté justificado. Dinero hay, sólo hay que gastarlo bien y que cunda, igual que intenta hacerlo cualquiera dentro de su economía familiar.

Se echa en falta una entidad superior, con facultades para poner orden en todos los aspectos. Que vigile que los conductores lo hacen bien, que los vehículos circulan en condiciones, y también que nuestras carreteras y nuestras calles estén en buen estado. Un Registro Central de Incidencias a nivel estatal donde la ciudadanía pueda comunicar puntos peligrosos, que tengan el correspondiente seguimiento, y si así era, se apliquen las medidas correctoras necesarias.

Recaudación de las sanciones dedicada íntegramente a la Seguridad Vial, y vigilancia de todo aquel factor con influencia en la siniestralidad: conductor, vehículo y vía. ¿La fórmula mágica para acabar con aquello del «afán recaudatorio»? Yo creo que sí. Pero sobre todo, para encontrar ese punto de inflexión necesario para el imposible objetivo de reducir las víctimas a la mitad en 2030.

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