Siendo creada desde el mismo germen que su hermana Vitpilen, la Husqvarna Svartpilen 701 da un giro de tuerca más, haciendo un guiño al concepto Flat Track y consiguiendo una moto divertidísima y eficaz como pocas.
El cocktail
He de suponer que después de ver las posibilidades de la Vitpilen, mezclando un ligero chasis multitubular, un motor monocilíndrico de 75 CV, potente y refinado, cambio semiautomático, junto a unas suspensiones de calidad, el paso de a poner ruedas de mayor diámetro y manillar alto, era lo obligado. Dejando a un lado la estética de la moto, los ingredientes de este combinado gustan a todo el mundo. Es cierto que no todo el mundo es goloso, pero por norma general, a nadie le amarga un dulce. Y si piensas que te amarga, es que no has probado una Husqvarna Svartpilen 701. A primera vista puede resultar un tanto impactante, si no analizas sus formas asimétricas. Pero en cuanto te percatas de que su faro led delantero va encastrado en lo que podría ser un porta números y que su lateral derecho podría albergar con descaro otro dorsal, empieza a ser interesante.
El rumor y traqueteo del monocilíndrico a ralentí, confunde por completo respecto a lo que está por llegar. En cuanto iniciamos la marcha, su finura de líneas, unido a su amable pero dispuesta a todo postura de conducción, nos revela una agilidad inusitada. Rápidamente te das cuenta que el motor funciona como un reloj, pero siempre por encima de las 3.000 rpm. Las vibraciones típicas de cualquier motor de un solo cilindro, están completamente compensadas en la Svartpilen. A ritmos legales, en autovía, las vibraciones solo se perciben en los retrovisores, difuminando levemente su reflejo. Funciona finísima. Si aumentamos el ritmo, solo la estrechez de su cintura nos recordará que vamos sobre una moto con un motor de este tipo. Se puede circular con ella hasta ritmos de cárcel, sin que apenas llegue vibración a nuestras manos, posaderas o pies.
Borrachera
Pero donde se saborea con gusto este cocktail nórdico, es al ataque. El motor es sumamente enérgico y vigoroso. Sus recuperaciones son dignas de motores de mayor cilindrada y sube de vueltas endiabladamente, mientras el quick shift no hace mas que invitar e incitar a empalmar marchas, gas a fondo, mientras la adrenalina no para de subir. Llega el momento de reducir y su impecable equipo de frenos Brembo, de un solo disco de 320 mm, con pinza de anclaje radial en el tren delantero, la detiene con contundencia e inmediatez. Bajas una marcha, dos, tres. El quick shift también funciona en reducciones, dejando el suave uso del embrague hidráulico Magura, para salidas desde parado o para pasar de primera a segunda, donde el quick shift se muestra algo más tosco. Te empiezas a sentir piloto. Y esta sensación se acentúa cuando te tiras al ápice de la curva.
Suspensiones WP Apex, multi regulables, con un tarado perfecto para ir al ataque, o para ir a por el pan. Lo aguantan casi todo, descomponiéndose únicamente saliendo a fondo en marchas cortas, donde la rueda delantera busca el cielo, si te descuidas un poco con el mando del gas. Llega un momento en el que el concepto Flat Track que la Svartpilen luce por fuera, queda olvidado por completo. Te sientes al mando de una poderosa y ligera máquina de sacar sonrisas, carcajadas y sorpresas dentro del casco. Pero no todo es juerga en la vida de un hombre.
Resaca
Llega el momento de ir relajado, tranquilo. O simplemente, queremos que la Svartpilen nos sirva de muleto y nos lleve al trabajo, un martes cualquiera. Es tan compacta que se mueve en ciudad como pez en el agua. Estrecha, corta y ligera. Sus 158 kilos pasan entre los coches con suma facilidad. Si algún estresado de la vida te enseña la rueda de su maxi escúter, con un solo golpe de gas, le quedan las cosas más que claras. Pero no, estamos de relax. Dejemos que el cambio funcione en un modo mucho más suave, cuando lo accionamos con el acelerador poco abierto, mostrándose amable y cómoda. Su consumo, aun cuando hemos buscado los límites del motor, ronda siempre los 4,5 litros a los 100 km. La autonomía se puede estirar con facilidad hasta los 200 kilómetros.
No vuelvo a salir
Como con cualquier licor, una borrachera con él puede dejarnos marcados, de forma que no queramos saber nunca más de ese brebaje en concreto. Pero con la Svartpilen no tendrás en tu repertorio de arrepentimientos el “no vuelvo a salir”. En cuanto nos descuidamos, este juguete para adultos, pide guerra sin que te percates. De nuevo te ves saboreando su fantástico cocktail, subiendo de vueltas su vigoroso motor y metiendo marchas como buscando una vuelta rápida.
¡Qué moto más divertida! Otra vez vuelven las risas, los caballitos, la fase de euforia, la agilidad de una gacela, la exaltación de la amistad y las aceleraciones fulgurantes. Su ABS funciona con total corrección, pero su control de tracción llega a ser un poco intrusivo, justo en ese momento en el que empezabas a salir cruzado de la rotonda de al lado de tu casa. Todo en su debido orden. Intrusivo, pero justo, ya que de no ser por él, sería fácil que los más inexpertos se pusieran por sombrero esta pequeña, pero matona, máquina de diversión.
La opinión subjetiva
Nos gusta:
- Agilidad
- Prestaciones del motor/cambio
- Chasis y suspensiones
No nos gusta:
- Motor tosco a bajas revoluciones
- Vibración de los retrovisores
- Ausencia de pulsador de ráfagas
Siendo las fechas que son, no puedo concluir esta prueba de otra manera: Queridos Reyes Magos, este año me he portado muy bien y sé que por poco más de diez mil Euros, esta Svartpilen 701, quedaría de lujo en mi garaje…
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