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Le Mans, donde la victoria se convirtió en rutina #MotoGP

13 May. 18 | 18:42
Foto motogp.com

El circuito francés fue el escenario del primer triplete de España en el Mundial de motociclismo. Sete Gibernau (MotoGP), Toni Elías (250cc) y Dani Pedrosa (125cc) fueron los artífices de la hazaña.

Hoy en día, es habitual ver a pilotos españoles ganar carreras en el Mundial de motociclismo. Marc Márquez lleva años dominando la categoría reina, con cuatro títulos en los últimos cinco años, y está bien secundado por Jorge Lorenzo -tres títulos desde 2010-, Dani Pedrosa -tres subcampeonatos- o nuevas estrellas como Maverick Viñales o Álex Rins. Por no hablar de la superioridad en otras categorías, con pilotos como Jorge Martín, Arón Canet, Álex Márquez o Joan Mir aspirando a ganar cada domingo.

Pero hubo un tiempo en el que la victoria española era noticia. Sólo hay que observar cuánto costó ver a un español ganar en la categoría reina. Concretamente, 43 años. Hasta que Álex Crivillé cruzó la meta de Assen en primer lugar en 1992. Era una premonición de lo que faltaba por llegar, con el de Seva coronándose campeón del mundo de 500cc en 1999, poniendo fin a cinco años de triunfos de Doohan.

A día de hoy, no es nada extraño ver a tres españoles ganar las tres carreras de un domingo de motociclismo. En 2010 ocurrió seis veces, en 2011 tres, en 2012 cuatro, en 2013 un histórico registro de trece, en 2014 tres y, tras dos años de sequía en 2015 y 2016, la dinámica volvió en 2017. Este año, sin embargo, España aún no ha logrado ninguno, puesto que no suma victorias en Moto2.

Eso sí, como en todo, hubo una primera vez. Y fue en Le Mans, escenario de la próxima cita del calendario. Ocurrió un 25 de mayo de 2003, en un momento en el que el motociclismo español pasaba por un momento peculiar. Hacía dos años que Crivillé se había retirado y España llevaba tres años sin títulos mundiales. Pero 2003 fue el inicio de la mejor generación de la historia del motociclismo español, con pilotos como Pedrosa, Lorenzo, Elías o Barberá haciendo acto de presencia en las cilindradas pequeñas.

Pedrosa se da a conocer

Dani Pedrosa Le Mans 125cc 2003
Foto Repsol Media

Aquella mañana en Le Mans, con un tiempo cambiante -si no, no sería Le Mans-, algo histórico iba a ocurrir. Arrancó temprano, con la carrera de 125cc. Por aquel entonces, un joven Dani Pedrosa, de apenas 17 años, comenzaba a dominar la categoría, dando muestras de lo que el barcelonés sería capaz de lograr en su trayectoria deportiva. Ya había ganado tres carreras el año anterior, cuando fue tercero en la clasificación general, pero en 2003 era el favorito al título.

125cc en aquella época era una categoría que combinaba pilotos jóvenes de brutal proyección, como Pedrosa, Dovizioso, Lorenzo, Stoner o Barberá, con otros muy veteranos y experimentados en la categoría, como Perugini, Cecchinello, Jenkner o Ui. Y de todos ellos, el mejor de la cilindrada era Pedrosa. Ya había ganado en abril en Sudáfrica, y en Francia se paseó. Partía sexto, pero se puso primero y nadie le pudo seguir, llegando a meta en solitario y agarrando el liderato de un campeonato que acabaría ganando. En el podio, le acompañaron un veterano Cecchinello y un jovencísimo Dovizioso, de apenas 17 años.

Elías, puro pundonor

Toni Elias Le Mans 2003 250cc
Foto Repsol Media

Minutos más tarde, fue el turno de Toni Elías. El piloto de Manresa era, por entonces, la gran promesa del motociclismo español. Había hecho buenas temporadas en el pasado -luchó por el título de 125cc en 2001- y vivía su segundo año en 250cc. Tras un mal inicio de curso, Elías ganó en Jerez y llegaba a Le Mans con la esperanza de mantener esta dinámica.

Al contrario que Pedrosa, Elías tuvo que sudar bastante para ganar. Su gran rival por el triunfo fue el francés Randy de Puniet, que aguantó con él codo con codo dos tercios de la prueba, hasta que el mayor ritmo del español propició que Elías consiguiera la victoria. El por entonces líder del Mundial y a la postre campeón, Manuel Poggiali, había caído en los primeros giros. Elías peleó por el título casi todo el año ganando hasta cinco carreras, pero su irregularidad imposibilitó que llegara a Valencia con opciones ante Poggiali y Rolfo.

Sete tumba al Rossi más dominador

El broche final llegó en MotoGP. Era la cilindrada en la que la victoria española estaba más cara, evidentemente. Por entonces, el dominio de Valentino Rossi y su Honda era incuestionable. Había ganado los dos campeonatos anteriores y dominaba con mano de hierro el presente -había ganado en Japón y España y había sido segundo en Sudáfrica-. Pero ya en aquella carrera en Welkom fue batido por un español.

Sete Gibernau se estaba consolidando como la revelación del curso. En una Honda con material oficial pero dentro de una estructura privada -el equipo Telefónica Movistar dirigido por Fausto Gresini-, Gibernau había quedado como indiscutible número 1 del equipo tras la trágica muerte de Daijiro Kato en la carrera inicial de la temporada. Y en Francia volvió a demostrar que era el rival más peligroso para Rossi.

Fue una carrera atípica. Rossi partía desde la pole e hizo buenos los pronósticos. Impuso su ritmo y nadie le pudo seguir. Pero en la vuelta 15, poco después de sobrepasar el ecuador y cuando el italiano lideraba con cierta ventaja sobre Barros y Gibernau, que era tercero, comenzó a llover. Y Rossi ejerció de líder y levantó el brazo. En aquella época, aún no existían las carreras flag to flag y cuando se ponía a llover, la prueba se detenía.

Con gomas de agua, se realizó una segunda carrera, al sprint, en la que Gibernau y Rossi se jugaron el triunfo en la última vuelta. Barros, un gran especialista en agua pero a lomos de una poco competitiva Yamaha, aguantó con ellos hasta el final, pero no tuvo opciones de ganar. Sete y Valentino se pasaron y sobrepasaron hasta que en la última curva, el 46 realizó un último intento, pero entrando largo y aprovechando la situación Gibernau para ganar.

Fue un día histórico. El comienzo de lo que quedaba por venir. El inicio de una generación irrepetible y el fruto a un excelente trabajo de la cantera por parte de la Federación Española en general y del RACC en particular en Catalunya. Sete Gibernau, Toni Elías y Dani Pedrosa. Un veterano consolidado en MotoGP tras pasar por muchos equipos, una promesa que buscaba llegar a la categoría reina y un niño que asombraba al mundo. El 25 de mayo de 2003 y el circuito de Le Mans siempre estarán en el recuerdo del motociclismo español.

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