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La moto en la movilidad post COVID-19

4 May. 20 | 16:00
Moto aparcada en primer plano, y varias personas paseando o sentadas en una terraza en el fondo
Foto: Dmitry Bayer

La necesidad de respetar distancias de seguridad entre personas a medida que volvamos a la «nueva normalidad» conllevará el aumento del transporte individual y privado. El papel que jugará la moto será fundamental.

Después de 7 semanas de confinamiento intentamos ver la luz al final del túnel, y si bien tendremos que convivir con el COVID-19 durante bastante tiempo, es hora de hacer planes para la vuelta a la vida normal, o al menos, a algo que se le parezca.

Todo el trabajo que diferentes entidades llevaban haciendo en favor del transporte público se ha ido al traste con la irrupción del virus, al obligarnos a mantener un distanciamiento social y físico imposible de cumplir en un tren, metro o autobús. Tampoco podemos olvidarnos de la reticencia de muchos usuarios para seguir utilizando vehículos compartidos. Las bondades y ventajas del transporte colectivo se han difuminado en cuanto se ha colocado en el otro lado de la balanza una prioridad sanitaria que, sin ir más lejos, ha paralizado la economía de varios países hasta el punto de sufrir consecuencias comparables al estallido de una guerra.

Es en este punto donde argumentos como menores emisiones contaminantes perderán peso en favor de la seguridad individual, y desde las propias entidades públicas, se están escuchando consejos inimaginables hace poco tiempo, reconociendo que el transporte privado e individual será una solución para mantener a raya la tasa de contagios. Cada persona en su vehículo, aislada de los demás. Aunque para ser justos, la primera opción que recomiendan es ir andando o en bici.

Un escenario desconocido para todos

No se puede negar que haber visto nuestras calles vacías durante semanas ha sido insólito. Tan extraño como salir de noche pero con la exótica presencia de luz solar. Ahora que llevamos unos pocos días con cierta libertad para volver a pisar la calle por placer, sigue siendo raro ver a tanta gente en bici y andando mientras que el tráfico rodado está en mínimos. Es probable que el futuro se parezca a esto a corto plazo.

En cada ciudad, en cada municipio, los ayuntamientos están intentando gestionar la situación como pueden, dentro de sus competencias. En Berlín, por ejemplo, han convertido temporalmente el carril derecho de varias calles principales en carriles-bici, con una solución barata, con pintura y balizas de obra. Una oportunidad exportable para pacificar las ciudades que quizás llegue para quedarse. Francia también prepara un plan para potenciar la bicicleta. ¿Pero puede todo el mundo moverse en bici o andando? No se puede olvidar la existencia y necesidad de otros tipos de trayectos más largos, donde entrarían los vehículos a motor.

Es evidente que las autoridades tratarán de potenciar los desplazamientos en bicicleta y a pie, pero la moto, y también el coche, serán protagonistas importantes a medida que necesitemos (y podamos) movernos. No todo el mundo trabaja cerca de casa ni puede realizar tele-trabajo. Si tienen altura de miras recomendarán abiertamente el uso de la moto. El vehículo personal que ocupa la cuarta o quinta parte de un turismo, que contamina menos y durante menos tiempo, y que se puede dejar aparcado en casi cualquier sitio sin necesidad de infraestructura, al contrario que una bici. Cada moto que entre en una ciudad, ocupará el mínimo espacio. Si es un coche el que entra, volveremos a los viejos problemas. La moto va a ser una gran aliada en la movilidad que viene.

Moto con carnet de coche, un arma de doble filo

La explosión de ventas y el masivo uso de motos y scooters de 125 cc tienen una explicación muy sencilla: la posibilidad de conducirlas con el carnet de coche, una vez que este haya cumplido tres años. El hecho de no necesitar pasar por el trámite de obtener un nuevo permiso, costear los gastos de tasas y autoescuela, y por qué no decirlo, el atasco en las convocatorias de los exámenes, está haciendo que muchos conductores se lancen a la aventura de conducir una 125 sin ninguna preparación. Tomar esta decisión en un momento en el que no sobran camas en las unidades de urgencias quizás no sea la mejor idea, pero la necesidad de cada cual puede ser definitiva.

Lo que está claro es que nuestra forma de movernos va a cambiar mucho en los próximos meses, y sería muy positivo que los organismos responsables de la movilidad sean capaces de adaptarse con criterio y flexibilidad. No tenemos una bola para ver lo que pasará, pero todo apunta a que los mejores medios de transporte van a ser los de los usuarios más vulnerables (peatones, bicis, motos, patinetes), y no habrá mejor solución que animar a su uso mediante la adopción de mejoras que aumenten su seguridad. Estaremos atentos a esta evolución.

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