Continuamos lo que la semana pasada se quedó a medias, una ruta repleta de curvas arriesgadas, paisajes alucinantes y enclaves llenos de la historia de nuestro país en los que también disfrutaremos al bajar de la moto.
Y como todo no es la velocidad, esta ruta va a suponer un reto ya que prácticamente todas las curvas son muy cerradas y lentas aunque muy exigentes.
Tras haber empezado en Tarazona, un precioso pueblo de la provincia de Zaragoza que bordea La Rioja y habiendo visitado el monasterio de Veruela, el pueblo encantado Trasmoz y la feria de oficios antiguos de Lituénigo, otra parada obligatoria es San Martín de la Virgen de Moncayo.
Con menos de 300 habitantes la belleza reside en las calles empedradas, casas antiguas y el angulo con el que observar toda la majestuosidad del pico que mira directamente a los Pirineos. Para reponer fuerzas lo mejor es hacer una breve parada para beber el agua de la fuente de la calera, directa de un manantial para rejuvenecer hasta los kilómetros de la moto.
Subida a Moncayo
Continuamos nuestro viaje y nos adentramos hacia el corazón del Moncayo siguiendo la única carretera que atraviesa el pueblo y pudiendo sentir al máximo cada giro. Proseguimos unos cuantos kilómetros ya que hasta una buena altura hay asfalto aunque eso sí, ten cuidado con la velocidad ya que los giros cerrados y la presencia de animales y viandantes puede suponer un riesgo de accidente.
Una vez hayamos tumbado unas cuantas veces (suficientes para gozar, insuficientes para hartarse del placer de estimular nuestro equilibrio) veremos un parking donde aparcar la moto y caminar un poco por algunos senderos para ver el Sanatorio de Agramonte. Abandonado y en muy mal estado, siempre viéndolo desde fuera del recinto, ha sido objeto de rituales satánicos y grabaciones de psicofonías y sucesos paranormales. Envuelto por el verde de los árboles, se separa nuestro camino del de nuestros amigos con motos Off-Road. Ellos tienen la suerte de poder continuar por donde acaba el asfalto y subir a una zona de gran altura. Aunque es accesible con vehículo motor yo personalmente no recomiendo meterse con una Naked o deportiva al ser camino de tierra y piedras.
Por el contrario iremos dirección Vozmediano para acabar nuestro viaje en este pueblo donde nace el rio Queiles. El cual desemboca en el majestuoso río Ebro y baña la ciudad origen de nuestro viaje.
Una vez llegados a este punto cualquier salida que tomemos dirección a nuestro garaje estará repleta de unas vistas inigualables y un asfalto para disfrutar cada milímetro dejando el peculiar olor de la gasolina al salir por los tubos de escape.
Una ruta que nace del corazón, se pasea por todos los rincones de la mente y aprovecha para llenar el estómago, para deleitar la muñeca del acelerador y todos nuestros sentidos.
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