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PRUEBA | Brixton Cromwell 1200, el destino es lo de menos

31 Ene. 23 | 16:00
Foto: Toni Guerrero

Si hablamos de motos de estilo retro, hay una clara referencia en el mercado, la Brixton Cromwell 1200. Una moto que ha sabido conservar toda la esencia de las clásicas, sin dejar por ello de evolucionar e incorporar los últimos adelantos tecnológicos de la industria motociclista.

Nuestra protagonista, una flamante Cromwell 1200, la máxima evolución de un icono atemporal que llega ahora envuelto en un suculento empaque de mayor cilindrada, un estilo más cuidado, un mayor refinamiento y una seguridad superior. La imponente estampa de este modelo es un fiel testimonio de toda la tradición de Brixton. Una moto en la que se aprecia la atención en cada detalle y el esmero en los acabados, propulsada por el nuevo motor de 1200cc cargado de par para logar una respuesta y confort de marcha sorprendentes gracias a una parte ciclo afinada al máximo.

Aunque la Cromwell 1200 es un modelo totalmente nuevo dentro de la gama de Brixton, no podemos negar que sigue fiel a un modelo nacido del siglo pasado. Una moto legendaria por la que no pasan las décadas y que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. El conjunto formado por faro, depósito, asiento y el precioso escape doble “peashooter” define una silueta inconfundible que cualquier aficionado identifica al primer vistazo. Todo en ella evoca respeto al pasado, a la tradición y el cuidado en cada detalle se puede ver en detalles como los espejos, las llantas de radios, el cuadro de mandos, las manetas de freno y embrague o la posición semioculta del radiador.

Foto: Toni Guerrero

La actualización de uno de los modelos más emblemáticos de Brixton ha traído consigo interesantes pinceladas de modernidad como los puños calefactables, el control de tracción, el ABS, el acelerador electrónico, el faro delantero con iluminación led para la luz de día o los dos mapas de entrega de potencia; “road” y “rain”. Otros detalles como el cuadro de mandos ensalzan la creatividad de la fábrica británica al combinar una doble esfera clásica con una pantalla digital que ofrece toda la información necesaria para un usuario del siglo XXI, como la marcha engranada o el modo de conducción.

No dejes que su estética retro te confunda. Déjate seducir por ella. Cae en sus encantos. La llanta de radios delantera de 18 pulgadas, un depósito de combustible de gran tamaño y aspecto bulboso, el faro delantero clásico y su asiento recto, forman un delicioso cóctel nostálgico.

Como en toda “Modern Retro” que se precie, el motor juega un papel central en el impacto visual de la Cromwell más grande. Para dar vida a este modelo monta un propulsor de 1.222 centímetros cúbicos para entregar una potencia de 83 CV a sólo 6.550, sin embargo, lo que realmente define a esta mecánica es su entrega de par; nada menos que 108 Nm disponibles desde apenas 3.100 vueltas. Y pone estas cifras en el asfalto a través de un cambio de 6 velocidades y de un embrague antirrebote. De momento no hay kit de limitación para el carnet A2, pero lo habrá en el futuro.

Foto: Toni Guerrero

El sonido que emana de su doble escape es una deliciosa melodía de viento, al son de dos cilindros de algo más de 600cc la pieza. Un sonido regio y pausado, no agresivo y ronco, que dejan a las claras su personalidad, sin necesidad de ir asustando viejas. Su ubicación, en paralelo al suelo, deja más margen de maniobra de la que imaginas a la hora de inclinar. La parte ciclo nada tiene de clásica. El chasis de estructura tubular se anclan el motor y las suspensiones.

Delante tenemos una horquilla KYB convencional de 41mm, con 120mm de recorrido y un guiño retro en forma de fuelles que cubren las barras. ¿Por qué dejaron de usarse? Detrás, controlando los movimientos del basculante de acero de doble brazo, un par de amortiguadores KYB ajustables en precarga.

La llanta delantera es de 18 pulgadas para no renunciar a su aspecto clásico y, así mismo, no perder demasiada agilidad. Detrás, una llanta de 17 pulgadas acoge un neumático de dimensiones más acordes a los nuevos tiempos. A saber; 100/90-18 delante y 150/70 R17 detrás. Los frenos también han sido debidamente actualizados. Ahora encontramos en la Cromwell 1200 un contundente doble disco de 310mm con pinzas flotantes Nissin de 2 pistones en la parte delantera, mientras que detrás, un disco de 255mm con pinza flotante Nissin de 2 pistones se encarga de ayudar a detener y meter en cintura a la nueva Bonneville, que de serie equipa ABS.

Foto: Toni Guerrero

¿Por qué hay aún motos en las que necesitas adaptar tu postura de conducción? Y sobre todo me lo pregunto cuando me subo en esta Brixton. Todo cae en su sitio. Y lo que no se adapta a mi fisonomía, en mi caso las manetas de freno y embrague pueden ajustarse. Tantos años dándole vueltas a lo mismo para volver al principio. La postura de conducción en esta Brixton es uno de los aspectos más logrados. Es muy cómoda y, sobre todo, natural.

Estriberas bajas, rodillas poco flexionadas, manillar ancho y alto, buen mullido del asiento, todo está pensado para una conducción relajada. Para que disfrutes desde el primer kilómetro y éstos pasen sin que la fatiga haga acto de presencia. El asiento a 785mm del suelo no es excusa para nadie, es estrecha y relativamente ligera, sólo 230 kilos de auténtica y poderosa mecánica, a la vista. Arrancamos el suave bicilíndrico y metemos primera… ¿Me acompañas?

Las 18 pulgadas del neumático delantero le restan algo de agilidad pero a cambio ofrece una mayor precisión en la pisada sobre el asfalto. En general, el chasis destaca por una excelente puesta a punto. Desde el primer momento captas las bondades de un chasis predecible y totalmente neutro que conjuga a la perfección con un propulsor que lo pone todo muy fácil.

¿Es realmente necesaria tanta cilindrada? Pues yo creo que es cuestión de sensaciones, y de esas, el nuevo 1.200 ofrece un buen puñado. Considero que es un acierto apostar por un par más contundente que por una alta cifra de potencia máxima. Pocas motos pueden presumir de un funcionamiento tan refinado que, a buen seguro, es fruto del trabajo llevado a cabo en la gestión electrónica del motor, inyección y acelerador “ride-by-wire”. Desde muy abajo apreciamos y disfrutamos de un carácter propio con el que gozamos a la salida de cualquier curva. Su empuje sin vibraciones es suave, progresivo y sin la menor queja por mucho que le pidas desde abajo.

Foto: Toni Guerrero

Aunque en ciudad su comportamiento es exquisito, tendrás problemas si eres un tipo, o una tipa, discreto. A pesar de ser tremendamente silenciosa, la gran Cromwell no pasa desapercibida, ¿a quién no le gusta una joya clásica? Puedes dejar que el motor caiga de vueltas sin miedo a las “toses” habituales en otras “bicilíndricas”. Su exquisito funcionamiento, y el acoplamiento a una caja de cambios igualmente ejemplar, con accionamiento corto y preciso, te permiten una conducción relajada y solvente en cualquier situación. Y no quiero dejar de reseñar el tacto del embrague parcialmente asistido.

En carretera abierta podrás poner a prueba la solvencia que el fabricante británico promete. Y todo ello sin necesidad de estirar mucho las marchas; con aprovechar un 60% de su límite de revoluciones conseguirás sensaciones sorprendentes para una moto de aspecto clásico. En carreteras que se prestan a ello, puedes apreciar lo que cunde un motor de “sólo” 83CV y una parte ciclo clásica pero realmente bien ajustada y sobre todo equilibrada.

Los Pirelli Phantom Sportscomp ofrecen un agarre muy bueno y si te aplicas a fondo en las zonas más reviradas escucharás sonidos por la zona baja que no provienen de los escapes. La frenada está a la altura del resto de la moto. Muy bien equilibrada y con un tacto acorde a las prestaciones de la moto. Su discreto funcionamiento es como la mejor banda sonora en una película; la que está sin que te enteres de que está.

Foto: Toni Guerrero

Sin restar ni un ápice de toque retro, las medidas de los neumáticos son suficientes para trasmitir al asfalto toda la potencia sin restar agilidad y precisión. La 1200 de Cromwell  se “coloca” con facilidad a la entrada de las curvas  y a la salida basta con confiar en su progresivo empuje y en el control de tracción que no hace acto de presencia a no ser que el agarre se vea comprometido, como cuando encuentras gravilla o la humedad le resta agarre a la goma trasera.

Tanto el ABS como el control de tracción, para alegría de los más puristas, son desconectables. Los modos de conducción Road y Rain, que podemos seleccionar desde el pulsador situado en la piña izquierda, nos sacará las castañas del fuego si la cosa se pone complicada o si nuestro estado de ánimo no conjuga bien con superficies deslizantes. La potencia es la misma en ambos casos pero es diferente de forma en la que esta llega a la rueda trasera, obviamente más suave en le modo “rain”.

La Brixton Cromwell 1200 es tan agradable de conducir que, una vez que arrancas, el destino es lo de menos… Cómoda como la que más, potente, ágil y con un aspecto que conserva toda la estética y tradición de una marca. Si te gustan las clásicas, la Cromwell estará en la parte alta de tu lista de candidatas. Pocas motos pueden presumir de unos cambios introducidos que no hacen sino mejorar una moto solvente y atemporal que bien podría ser la referencia de la categoría.

Equipamiento: Casco SMK, Chaqueta Macna, Pantalón Macna, Guantes Macna, Botas Klim.

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